Filme irlandés que demuestra que la técnica tradicional de animación aún tiene vida por delante.

Ambientada en la Edad Media, el filme de Moore y Twomey cuenta la historia de Brendan, un pequeño monje que vive en una abadía amenazada por los invasores nórdicos. Brendan conocerá a un famoso miniaturista que le enseñará un misterioso libro repleto de miniaturas que entusiasmará al chico, pero el libro está inacabado y Brendan se verá en la imperiosa necesidad de acabarlo antes de que los vikingos ataquen la abadía.

Lo más destacado salta a la vista: todo el filme parece adornarse con esas miniaturas alrededor de las que gira todo el argumento. La animación tradicional se hace de esta manera muy vistosa, cubriéndose con un halo novedoso que supone una verdadera experiencia visual, sobre todo distinta a lo que nos tiene acostumbrados la animación digital. Si bien algunos dibujos parecen toscos, la cinta se reviste de color y trazos abstractos, como si estuviéramos viendo un cuadro surrealista en movimiento.

El tono del filme resulta por lo general simpático, con unos personajes diseñados para el público infantil sin que la película se destine exclusivamente para ellos, ya que el trasfondo de la historia es oscuro y se hace necesario suavizarlo con humor y aventuras. No es una película para niños ya que hay violencia y muerte, pero también valor, ilusión y magia que enmascaran la verdadera realidad: unos monjes intentando salvarse del exterminio al que los invasores bárbaros sometieron a Irlanda desde su desembarco en el siglo IX.

El filme adolece de falta de ritmo en algunos tramos pero lo compensa con una deliciosa banda sonora de aires celtas y, sobre todo, con su innovadora puesta en escena.

Recomendable.