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España España · Pamplona
Voto de Telefunken:
9
Documental Para Andy Bichlbaum y Mike Bonanno, un evento inequívocamente previsible y tedioso como una convención empresarial puede resultar un espacio preciado en el que incursionar, usurpar o fraguar identidades, disfrazados o caracterizados, y exponer sus ideas sobre catástrofes como el escape de gas en Bophal o los efectos del huracán Katrina, o sobre responsabilidades no asumidas. El “proyecto” político de estos Yes Men es el de una ... [+]
3 de octubre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En uno de los recortes televisivos que se veían, cierto tertuliano norteamericano declaraba que las incursiones de los Yes Men no podían quedar sin respuesta por parte de la justicia. Probablemente ese mismo tertuliano defendió al día siguiente que el estado no debe intervenir en la economía. El atolladero al que arriban los libertarios, liberales radicales y demás fauna, consiste en que no es posible defender la iniciativa individual en el mercado mientras se condenan otra clase de iniciativas, entre ellas la sindical o la de los mismos Yes Men; y cuando se hace esa defensa & ataque, la voz (el think tank), que retransmite esa incoherencia, se delata: no interesa la libertad o el "dejar hacer" como principio, sino en tanto condición a favor de una fuerza económica determinada (la compañía).

Afortunadamente, no todo es blanco o negro, y estos dos artistas de la política consiguen desplegar su iniciativa gracias a que las maquinarias estatales, que bien podrían, no se lanzan a su busqueda y destrucción aduciendo usurpación de la identidad y perjuicios varios. Además, en este "Fix the World", casi todo se resuelve en territorio norteamericano. Los Yes Men lo tienen claro: van a jugar la partida en terreno enemigo, y van a marcar unos cuantos goles. Es un movimiento de relevancia mayúscula. Donde otros se hubieran abandonado a la crítica ideológica (un "no me gusta el capitalismo global por X e Y" sazonado con toda clase de argumentos), tantas veces autocomplaciente, tantas veces de enclenques resonancias, tantas veces perpetuadora de esa pasividad de sillón, digo, donde otros hubieran hecho eso, unos, los unos, esta pareja (acompañada de un batallón de gente apta, por lo que parece) apuntan a otras vías: cambiar la realidad -o contribuir a ello- mediante acciones que, siendo simbólicas, producen un caudal de efectos prácticos; una especie de sabotaje que nace de entender ciertas circunstancias del mundo en que vivimos y de aprovechar los instrumentos y posibilidades que éste ofrece (donde otros abrirían un blog para quejarse o escribirían una "carta al director", éstos crean webs falsas a modo de anzuelo). Basta de cuevas y de lloriqueos.

En ocasiones no me he sentido tan identificado con el discurso de este "Fix the World" (que cae un poco en ese batiburrillo de conceptos que denuncian con esquemas simplones realidades bastante complejas) como en la colección de sabotajes en la que los Yes Men nos relatan su peculiar modalidad de acción política. En todo ese repaso de sus movimientos hay una demostración implícita, o dos: la primera, lo dicho, que ese "entrar en la partida" puede conducir a muchos éxitos (¿Qué pasaría si los productos de manufactura asiática semiesclavista viajasen a Europa a la misma velocidad que los relatos y las instantáneas de esa explotación?). La segunda, que la política, como tantas otras parcelas de la vida, es también una cuestión de creatividad, y que las victorias y derrotas en estos juegos de poder que nos rodean (el dejar de estar machacado o el seguir estándolo) depende también de la capacidad con la que generemos nuevas modalidades de acción política, adaptándonos a las nuevas realidades y empleando sus resortes menos visibles, produciendo instrumentos que durante un tiempo serán efectivos y luego quizás no tanto, y entonces habrá que ser creativos una vez más, y así sucesivamente, o por el tiempo necesario, quién sabe. "Fix the World" es, ante todo, una llamada a la acción.
Telefunken
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