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Drama
Bruno Sachs es un médico de pueblo que atiende en su consulta todo tipo de enfermedades, incluso psicológicas. En el pueblo sólo hay otro médico, que es mayor que él, y al que manda algunos pacientes. Además, Sachs es cirujano y, con motivo de una operación, conocerá a una mujer capaz de sacarlo de la mediocridad espiritual.
24 de octubre de 2005
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de esas películas perpetuamente minoritarias y que casi nunca llegaran a alcanzar repercusión alguna, salvo en circuitos "off the record", pero que sin embargo, tiene dentro de sí un caudal de cine torrencialmente sencillo y de meridiana sobriedad, claridad y precisión.
Cuenta la simple historia del doctor Sachs (Dupontel), un médico de pueblo que tiene la infrecuente virtud humana, en estos tiempos, no de oír, sino de escuchar pacientemente y tomar nota de lo que dicen a sus pacientes. Paradójicamente, él vive de manera solitaria, solo acompañado por la introspección que hace de las duda, sentimientos, opiniones y situaciones de sus enfermos. Llega a producirse, por tanto, una analogía maravillosa entre el paciente doctor y sus impacientes pacientes, analogía no ya profesional, sino psicológica y hasta afectiva.
Estamos ante un excelente ejemplo/lección de humanismo y de generosidad, de autocreencia en el ser humano, que trata de manera tan sencilla como límpida temas como la soledad, lo imprescindible de escuchar (no de oír), de la incomunicación/comunicación con uno mismo.
Cuenta la simple historia del doctor Sachs (Dupontel), un médico de pueblo que tiene la infrecuente virtud humana, en estos tiempos, no de oír, sino de escuchar pacientemente y tomar nota de lo que dicen a sus pacientes. Paradójicamente, él vive de manera solitaria, solo acompañado por la introspección que hace de las duda, sentimientos, opiniones y situaciones de sus enfermos. Llega a producirse, por tanto, una analogía maravillosa entre el paciente doctor y sus impacientes pacientes, analogía no ya profesional, sino psicológica y hasta afectiva.
Estamos ante un excelente ejemplo/lección de humanismo y de generosidad, de autocreencia en el ser humano, que trata de manera tan sencilla como límpida temas como la soledad, lo imprescindible de escuchar (no de oír), de la incomunicación/comunicación con uno mismo.