Por problemas de enfermedad no pudo el gran Fernán Gómez terminar su adaptación del clásico anónimo de la novela picaresca del medievo español, el legendario, divertido, agridulce e instructivo "El lazarillo de Tormes". No sé si esto afectaría al resultado final de la película -al menos el guión lo siguió firmando en exclusividad Fernán Gómez- pero fue el impersonal y sobrevalorado José Luis García Sánchez quien acabó la tarea.
La película acaba siendo una adaptación lograda a medias, bien en ambientación y sacando un digno partido a su amplio y variopinto reparto (aunque no me acaba de llegar la interpretación de "El brujo"), así como a los escenarios y situaciones; sin embargo, "Lázaro de Tormes" no es brillante en ningún caso, no descolla ni para bien ni para mal por nada, no me parece una película con importante jugo interior que nos permita bebernos tragos de cine notable, retenible o memorable. Así que, valga como película, pero nada dice, ni a favor ni en contra, de los que en ella participan, entre ellos Francisco Rabal en una de sus últimas interpretaciones.