Todos los directores deberían dirigir al menos una película muda como forma de aprendizaje de lo que significa el lenguaje cinematográfico en su acepción más pura, ya que éste no precisa de la palabra para ser entendido, está muy por encima, y es capaz de ahondar en el alma sin hacer el menor ruido. Pues bien, “Dementia” responde a esta máxima y la ejemplifica hasta convertirse en el súmmum del séptimo arte, la imagen por la imagen, en la que se desenvuelve de manera natural la historia, un cuadro del “Louvre” en el que basta detenerse un instante para abstraerse de la realidad e introducirse en el mundo del autor que lo pintó. E incomprensiblemente el genial John Parker sólo firmó esta obra, no cabe en cabeza humana. Orson Welles debió flipar después de verla, y no digamos Rod Serling.

Lo mejor: Que me parece estar viendo a Natalie Merchant; ah, y ese final impactante.

Lo peor: No haber estado allí.

Para cualquiera que desconozca el significado del cine.