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Críticas de Ho Chi Minh
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
8
26 de octubre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
William Blake decía que condujeras "tu carro y tu arado sobre los huesos de los muertos" (Proverbs of Hell), y nada más comenzar, esta cinta lo materializa. La primera escena de Corn Island muestra a un anciano que llega a una especie de islote recientemente creado por el propio río; al desembarcar allí, agarra un pedazo de tierra y lo husmea (llegando incluso a paladearlo) para comprobar que esa tierra es apropiada para la cosecha de ese verano. Al cavar un pequeño hoyo para plantar su "estandarte" de posesión, descubre un pequeño objeto que perteneció a otro agricultor (o incluso a sí mismo), lo aclara en el agua y lo guarda en un bolsillo de su chaqueta.

A partir de ahí, la cinta se desarrolla con un lirismo que el alma del espectador absorbe como si fuera una esponja.

En el plano de los personajes destacan apenas dos: el anciano y su nieta. El anciano es un personaje que en seguida nos despierta una especie de compasión, puesto que viéndose ya tan mayor debe aun de seguir trabajando rudamente cada día para poder abastecerse para el crudo invierno. El anciano personifica el verso de Horacio "carpe diem, quam minimum credula postrera", que reza " cosecha hoy, y no te fíes del mañana". Se nos muestra durante casi toda la película en tres estados: realizando alguna labor agraria (mostrando la conexión que existe entre este personaje y su oficio), afrontando una situación de tensión (que el director soluciona con una mirada airada y tajante) y en último lugar, descansando (durmiendo donde le pille). Por otro lado, la nieta es un ramillete donde convergen varias posibilidades de mostrar a un puber en una contienda bélica: en algunas ocasiones observamos en la cara de la adolescente una mirada inexpresiva, pérdida en los montes o en el horizonte del río que puede significar la impasibilidad de un alma acongojada que siente rechazo por mostrar sus auténticos sentimientos nacidos del horror de una guerra; por otra parte, se nos muestra su lado más tierno, cuando el director busca transmitir con sus bellos ojos la melancolía de una joven que ha tenido que crecer antes de tiempo (puesto que al principio del film, la propia adolescente aparta de sí su muñeca) y la cual su piel y su alma han endurecido.

Siendo la parte hablada del film no superior a unas quince o veinte frases, el espectador capta perfectamente aquello que nos quiere mostrar el director. La imagen habla por sí sola: el río Enguri fluyendo en una especie de calma pomposa, las fases de crecimiento de la casa y posteriormente del maizal, algún pequeño travelling para dar más movimiento a la imagen y mostrar mejor el islote, los rostros del anciano y su nieta, la mirada impasible del capitoste abjasio. La decisión del director es mostrar la isla como una especie de oasis en el desierto de la guerra, puesto que ésta se libra apenas a unos metros del islote. La música acompaña a las imágenes; las hilvana y les proporciona un ritmo, como si se tratase de un metrónomo. Esta música ayuda a potenciar el lirismo de la imagen y dotar de personalidad algunos momentos de la cinta. Frente a la belleza y parsimonia de la música que se mueve entorno al trabajo agrario y a la vida en la isla, encontramos que solo enturbian este aura los sonidos bélicos (sonido de metralla, bombas, lanchas militares) que resultan desagradables puesto que rompen la armonía en la que se encontraba el espectador.

Respecto al concepto de la película, muestra una voluntad por construir una identidad nacional por dos razones: la primera de ellas es la visualización del conflicto abjasio, pero no a la manera a la que estamos acostumbrados (bravatas propagandísticas, férreo estudio del contexto histórico, etc). Se trata de una condena abierta a la guerra solo por el hecho de serlo, sin posicionarse en ningún momento con ninguno de los contendientes. A lo largo de la película aparecen ambos lados militares, asemejándose unos a Caronte (que recorren en su barca el lago Estigia que divide el territorio de los vivos de el de los muertos) y otros a una especie de alienígenas que no hablan el idioma endémico de allí. La cinta recuerda bastante en el aspecto bélico a "La vergüenza" (Skammen, Bergman 1968) pero en esta cinta no se recurre a dramatismos. El director pretende dar a conocer a Europa y al mundo lo que ha sufrido su pueblo (y por ende situarse en el mapa), sin recurrir a los métodos que suelen usarse en la cinematografía occidental. La segunda razón de porque esta película busca construir su identidad nacional, es el ensalzamiento del patrimonio natural. Durante todo el film se observan planos en los que se busca mostrar el patrimonio natural de Georgia (aunque solo sea de una zona en concreto). Eso sí, debemos retirar cualquier atisbo de vanidad de esta loa que el director hace a una zona de su país, puesto que en cualquier imagen destaca la humildad de su tratamiento.

Para acabar hay que reconocer que esta cinta recuerda mucho a otra de hace apenas dos años, Mandarinas (Mandariinid, Urushadze 2013), una obra maestra del cine antibélico que fue rodada por un compatriota de Ovashvili. Tanto a Mandarinas como a Corn Island, se le puede aplicar en su epitafio final otro de los proverbios de William Blake: "El gusano cortado perdona al arado".
Ho Chi Minh
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El aventurero (C)
CortometrajeAnimación
República Checa2005
6,8
111
Animación
10
7 de noviembre de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La animación checa es conocida en el mundo entero y ha aportado grandes genios a este género como J. Trnka, J. Barta o J. Svankamajer, etcétera. Es el hijo de este último el que ha rubricado la presente obra.

Este genial cortometraje, de inspiración incierta, encarna un cine sencillo pero muy poderoso visualmente. La mise en scene es realmente poderosa y plástica, recordando, en algunos casos, cuadros de inspiración romántica. El uso de los colores es exquisito, pues apenas unos esmaltes y un rojo sanguíneo crean un impacto visual que nos produce una sensación de extrañeza y violencia a la vez. La música es inexistente, el silencio recrea al espectador y el sonido ambiente lo envuelve. La simbología muy cuidada al presentar el reinado de la mujer con la luna rielando y el breve reinado del hombre con un sol que brilla sucintamente. De la gestión del stop motion sobran consideraciones. Una auténtica obra de artesanía.

Por último, dejo aquí una pequeña interpretación temática.

Al parecer, Svankmajer junior se inspira en las sociedades de la Grecia prehelénica. En aquella época, el sistema político vigente era un matriarcado monárquico donde la figura masculina solo tocaba el poder de forma tangente. Al fin de cada año un elegido entre los hombres era coronado rey por un día (interrex), practicaba sexo con la reina (solo en algunos casos) y posteriormente, pasaba a ser descuartizado y consagradas sus partes a los dioses panteístas. Estos, al ver saciado su apetito, restauraban desde cero el tiempo en el mundo, dejando brotar de nuevo las cosechas y saneando las faltas de sus habitantes. Los griegos tenían una concepción circular del tiempo (contraria a la nuestra, que es lineal). Para ellos el mundo nunca avanzaba, ergo era infinito. Esta concepción les hacía ver con desazón los posibles cambios que alancearan su granítico modus vivendi (es por ello que la palabra crisis, significa, originalmente en griego, rotura o cambio brusco). Cada año un nuevo rey, una nueva purga; este cortometraje condensa ese año en apenas 25 minutos.

Estas notas de historia sirven para observar este cortometraje de un modo distinto, pues plasma de forma muy sutil un pasado sibilino y remoto. No se si era el objetivo de su creador, o ni siquiera si conocía esta parte de la historia, pero el arte siempre se presta a interpretaciones y divagaciones, por muy extravagantes que sean.
Ho Chi Minh
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