Después de haber recibido gran cantidad de información, nos suele pasar que con el tiempo sólo recordamos una o dos cosas.
¿Que nos quedará grabado para el futuro, de este documental?
Nos quedará grabado el hecho de que importantes periodistas se culpen a sí mismos de haber participado en una gran mentira, el hecho de verlos con cargo de conciencia, con un cargo de conciencia de tal magnitud, que han decidido hablar públicamente y contar qué es lo que hicieron para que la población NO supiera la verdad sobre las guerras del siglo XXI. Así que no es "el documental" el que les reprocha mantener desinformada a la población, pues son ellos mismos los que se auto acusan.
Y si, por alguna circunstancia, este documental cobrara fama, renombre internacional, ¿que les quedaría por decir a los conservadores?
Tal como sale en el documental, los conservadores dirán que los periodistas no deben hacer análisis, que su único deber es estar metidos en la rabiosa actualidad y que no deben salir de ella, dedicándose sólo a contar los hechos sucedidos en el día y nada más.
También “argumentarán” que John Pilger se sentó demasiado cerca de sus entrevistados, que es molesta su forma de acentuar las palabras y que tiene muchas arrugas en la cara. Hay gente dispuesta a aceptar estos “argumentos” y a rechazar los hechos que se muestran en el documental por ese tipo de cosas, a rechazar y desmentir el fondo del asunto por cosas como las arrugas o los acentos, pero esa gente es minoría. Lo peor es la doctrina que aún se intenta imponer, la doctrina de que los periodistas sólo deben contar las cosas que suceden en el día, y esa doctrina, me temo, a sido repetida tantas veces que muchos periodistas ya la asumieron, ya la tienen en sus mentes que antes eran más libres.
La historia juzgará estas guerras. Y cuando los bolsillos de los acusados en este documental ya hayan rebasado, es más, cuando ya no estén en este mundo, la historia de las guerras de Iraq, Israel, Afganistán, Colombia y otras, finalmente se entenderán por las mayorías, se contará como la prensa estuvo a favor de la guerra y no mostró lo infinitamente injustificada que fue, mostrará las mentiras descaradas reconocidas después por los propios mentirosos. Estas guerras pasarán a la historia bajo los mismos parámetros que se denuncian en este documental. Pero para eso falta mucho. Salvo que el vaso esté a punto de llenarse, que los sinvergüenzas ya hayan ido demasiado lejos, y los periodistas ya hayan comenzado a darse cuenta de cuál es su verdadera función en la sociedad en la que fueron criados.

Acabo de ver este documental, y como no entiendo nada de técnica cinematográfica, salvo que estuviera muy mal hecho, sólo hablaré del contenido. Desde el comienzo y hasta el final, el film está demostrando todas las mentiras que ha impuesto en la opinión pública la prensa libre de Estados Unidos y países similares. Para empezar, ningún tirano aceptaría las preguntas que el documentalista le hace a Fidel. En segundo lugar, queda claro que Fidel es muy querido en Cuba, que el pueblo cubano está consciente de los problemas que les traería vivir bajo otro gobierno. Cuando en los comentarios escritos aquí, y en el mismo documental, se preguntan ¿por qué el régimen de Castro es tan apoyado en Cuba?, a nadie he visto señalar que la causa de ese apoyo es que la mayoría de los cubanos se acuerda de cómo vivían sus abuelos, de cómo tenían que doblar la espalda todo el día y mantenerse en el semi analfabetismo para ganarse el pan; todos se acuerdan de de la inexistencia de los derechos mínimos del régimen anterior, y saben perfectamente que la Revolución los ha liberado de todo aquello. También, según muestra el documental, están conscientes de los problemas que existen en los países capitalistas: es notable la parte donde una persona de raza negra le dice a Oliver Stone, “En Estados Unidos un negro puede trabajar en una empresa de transportes, pero ¿en qué país del mundo un negro puede ser científico?”.

Un film que trata de mostrar los entretelones de lo que podría haber sido la decisión más importante de la historia humana. A pesar de las presiones, Kennedy logra resistir. Lo hace con verdadero talento: a pesar de optar por la paz, no parece un débil pacifista.
Los planes para invadir Cuba existían ya hace algunos años; lo que no muestra la película es que los soviéticos, gracias a sus espías, obtuvieron información sobre esos planes y decidieron trasladar esos misiles para defender la isla o disuadir a los belicistas estadounidenses del pentágono. Después de la aplastante derrota norteamericana en Bahía Cochinos, comenzaron los planes de invasión, y a Kennedy no le queda otra que heredar esos planes y ese conflicto; pero como el mismo Castro reconoció, poseía el presidente un talento intelectual innegable. Aferrado a su círculo interno, que se debate entre tantas posibilidades, logra mantener la frialdad que la situación amerita.

Un fenómeno también para la televisión chilena, mediomundo hablaba de esta serie al otro día en el colegio, obligatoriamente. Recordemos que en aquellos años ´80 no había aquí al sur del mundo más que dos canales de televisión; no había ni asomo de televisión por cable, así que nada competía con esta serie que daban a la noche, y por lo tanto casi todos la veíamos. La parte en que el periodista Donovan “desenmascara” al humanoide quedó grabada para siempre en mi recuerdo y ya de adulto busqué la serie en Internet.
Me encontré con agradables sorpresas, principalmente por el argumento de la serie. El primer capítulo doble me dejó con una extraña sensación de vulnerabilidad, por que es notable como los alienígenas convencen a casi todos de que son nobles y desinteresados; con qué rapidez encuentran un enemigo en quien volcar la violencia humana y extraterrestre, con cuanta facilidad hacen que los humanos colaboren y censuren por su propia voluntad a los que piensan distinto, engañando a sapientes adultos y atrayendo a la juventud con los consabidos espejitos de colores (uniforme, armas, etc…). Me siento vulnerable por que la serie demuestra lo viable que es aprovechar las bajezas humanas, demuestra con qué facilidad podría volver a suceder, y me refiero al totalitarismo humano, el único del que hay dolorosas pruebas fehacientes. No sé como la dictadura de Pinochet en aquellos álgidos años permitió pasar esta serie. Quizá los censuradores, con la inteligencia que debe caracterizar a esos personajes, no se dieron cuenta del mensaje subliminal, por que no les alcanzó. No sé si debido a esta serie hubo pintadas en las calles chilenas.
Puede ser que lo que haya hecho tan populares a las series de los ´80, como El Auto Fantástico o MacGyver, sea que expresan valores eternos e inmutables. Con decirles que, de haber existido la televisión en la Antigua Grecia, los atenienses (tan cínicos como los yanquis) hubieran hecho una serie como esta, mofándose de los espartanos (tan totalitarios como los nazis).