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España España · Santa Cruz de Tenerife
Críticas de JohannesOrdet
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
10
3 de septiembre de 2006
102 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión, Ordet es una pelicula sobre la religión, sobre la esencia de la religión, la fe. Creer, tener fe, no debe ser solamente sentir algo o intuir algo o pensar en Dios o "creer un poco", sino algo absoluto. O por lo menos entiendo así lo pensó Kierkegaard, referente inmediato de Johannes "el loco", curioso Quijote. Precisamente ese era el salto que Kierkegaard no podía dar, el salto trascendente hacia lo absoluto de la fe. Religioso curioso nuestro filósofo, que no podía alcanzar aquello que sólo podía amar idealmente. Ahora bien, el personaje principal de Ordet sí ha dado ese paso que a Kierkegaard se le resitió . ¿Qué tenemos entonces? A un Johannes "el loco", supuestamente hereje, supuestamente un pobrecito alejado de la mano de Dios, y al gremio de "creyentes", tanto ortodoxos como heterodoxos, igualmente "creyentes oficiales". El gremio disputa sobre diversas cuestiones mientras los acontecimientos "cotidianos" se suceden, mientras que Johannes permanece "absorto" en su "melancolía" incomprensible para el gremio. Sin embargo, al final de la película, Johannes hace de puente entre la fe y el gremio, y como si de un demiurgo se tratase convoca a lo absoluto permitiendo así al gremio alcanzar la fe. "La joven del agua" pretende evocar algo parecido, pero sin el contenido "religioso" de Ordet, y para mí naufraga en el intento. ¿Para que hablar de la fe con metáforas? Pues, por ejemplo, para eludir el contenido religioso explícito, que no necesariamente el implícito. Ordet sin embargo va a por todas y es explícita al respecto: la cuestión es la fe, la fe religiosa. ¿Quién posee la fe? Johannes: lúcido para él mismo, loco para los demás. No en vano, en el momento en que el padre dice algo así como "ya no sé si Dios es ésto o es lo otro, si esta en mi o fuera de mi, si creo o no en Él, si me estoy volviendo loco", Johannes le responde algo así como "ahora te estás acercando a Dios". El final de Ordet curiosamente está rodado de forma naturalista, al igual que el resto de la obra. Este dreyeriano naturalismo trascendente resulta efectivo: Dios está en lo aparentemente trivial, en todas las cosas.Lo viciado del hombre es su mirada, la pregunta no es ¿Quién? ¿Cómo? sino ¿Dónde? Pero en la teología cristiana y sus derivados el "dónde" ya se da por hecho. El final resulta natural en una pelicula sobre la trascendencia, un naturalismo que extraña dado el phantasticum de la secuencia. Y ahí creo reside lo paradójico de Ordet, en su verismo fantástico. Al fin y al cabo, los temas de Dios son "fantásticos" pero "ciertos", tal vez más reales porque trascienden lo real, porque en ellos ya no hay fronteras ontológicas que separen lo real de lo imaginario, al ser del no-ser. ¿Barridas las fronteras cabe esperar que se produzca, efectivamente, lo imposible?
JohannesOrdet
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10
3 de septiembre de 2006
38 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película singular, sin duda, Oasis, del ministro de cultura de Corea del Sur, Lee Chang-dong. Dura hasta provocar el rechazo, de una honestidad rayana en lo absoluto, la obra a tratar debe su singularidad a su naturalismo exacerbado, que provoca en el espectador la sensación de estar contemplando algo absolutamente real y presente. Si en Aranoa el "cine social" se tiñe de una apestosa moralina que hace prejuiciosa la mirada del director-guionista, la mirada de Lee es limpia y pura. Lee no manipula a los personajes para que conmuevan de una determinada manera, como si hace Aranoa, cuya mirada prejuiciosa establece de antemano la actitud que los espectadores han de tomar frente a cada personaje. Precisamente aqui, como en muchos otras ocasiones, acontece la paradoja de que el pretender a toda costa lograr la emoción en una obra implica precisamente lo contrario. Si el cine social de nuestra época ha de tratar acontecimientos de nuestra época, ¿debe narrarse edulcoradamente, con tramas ingenuas, masticadito, para que el espectador no se asuste demasiado y se salga de la sala y no vuelva a una película semejante en su vida? Claro, a Lee lo han visto cuatro gatos, pero a Aranoa lo ha visto todo el mundo. Las peliculas de Lee me parecen duras y poco "llamativas" en general para el gran público. Hombre, desde luego, no han sido estrenadas en España que yo sepa, y claro, el gran público no puede opinar, porque desde el principio la prejuiciosa mirada del distribuidor da por hecho que los films de Lee no interesan a casi nadie. Da la impresión de que se piensa que el público es poco diverso, que le interesan sólo y exclusivamente un determinado número de películas, y que no hay negocio con el cine de, por ejemplo, Lee. Oasis: obra de arte, conmociona y no es fácil de digerir.
JohannesOrdet
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1
2 de septiembre de 2006
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión, el referido "cine social" de Aranoa emite un molesto tufo moralizante. Princesas resulta particularmente sonrojante en este sentido. Los diálogos están entretejidos torpemente en base a unos motivos que resultan patéticos en el peor sentido de la palabra: acude mucho Aranoa a la "metáfora" que da el título al film. Una "métafora" que aparte de su "ingeniosísimo" juego con la P, engloba un ñono y vergonzante mensaje cargado de grotesca autocomplacencia. Acerca de lo de "social" en Aranoa, y hablando de Princesas en particular, referir que me resulta extrañísimo que se pueda considerar a este señor un cineasta social o comprometido. La baratura de sus diálogos considerados filosóficos o emotivos resulta insufrible. La emoción que intenta transmitir Aranoa me pone enfermo poque está preñada de una autocomplacencia que hace patente que el director padece algo así como megalomanía galopante. Se hace a la luz durante el "disfrute" del film que Aranoa ha escrito y rodado unos diálogos para gritar a los cuatro vientos: "soy un genio, soy el poeta de los pobres, soy un intelectual progre y hippy, y además soy comprometido, hago cine serio, cine social". Vamos, que se le ve el plumero a lo descarado. Por supuesto, hay Goyas para las pelis de un señor que, en mi opinión, quiere pasar por poeta, por alguien "extremadamente sensible". El problema de este "rol" que Aranoa se ha autoasignado como creador cinematográfico es que queda visible como tal, como una impostura, en su obra. Se nota que el amigo es falsillo, que no tiene mucha idea de lo que narices está hablando y que en realidad elige temas claves de nuestra sociedad porque le quedan bien a su impostura, aportando a su "rol" modernidad, frescura y compromiso. Así, además de poeta sensible es poeta urbano, la voz de los marginados. No sé... Lee Chang-Dong sí me parece que hace cine social, no Aranoa en este disimulado vodevil de "buenas y sanas" intenciones, sin poder de denuncia, de desencubrimiento.
JohannesOrdet
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6
2 de septiembre de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En cuanto arrancó la película, con el preciosismo de las imágenes en cámara lenta y la música de Haendel, brotaron en mí sospechas de que Trier padece estulticia estética. Con medios, no me parece nada excepcional el crear escenas de gran poder visual. Cámara lenta, buena música, un cierto gusto por la composición del plano y el ritmo del montaje, y el blanco y negro, son suficientes elementos para crear imágenes fascinantes.

Lo realmente complejo es dotar esas imágenes de un sentido que trascienda el mero esteticismo.

En cualquier caso, me quedo con el poder visual de un Tarkovsky en algunas oníricas secuencias de "El espejo", por ejemplo, menos tramposas que las de Trier, y cargadas de un simbolismo mucho más trabajado y, por ende, menos gratuito.

Este film es un film que bebe de muchos otros. Tarkovsky, Miike, Haneke, Bergman, Dreyer, Reygadas, Kim ki duk, son cineastas cuya obra de alguna manera está presente en este film-caos, por citar algunos.

Lo de dedicarle la película a Tarkovsky, me parece, con todos los respetos, una memez. No porque la película no beba de Tarkovsky, que lo hace (sobre todo de "Sacrificio" y "El espejo"), sino porque no acabo de atisbar un sentido mayor que el de engalanarse pedántemente con el título de "díscipulo" o "heredero" del genio ruso. Para eso, me quedo
de calle con Zvyagintsev o Reygadas, por no hablar de Bela Tarr que es un autor coetáneo a Tarkovsky. Sigue en spoiler pero sin spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JohannesOrdet
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6
23 de agosto de 2008
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al margen de "Into de Wild":

Me interesan sobremanera las películas que tratan de la relación mística del hombre con el entorno natural. Recuerdo experiencias singulares, como el un tanto ingenuo aunque poderoso film de Weir "Picnic en Hanging Rock" o las contemplaciones de dicha relación que se hallan en la obra de Tarkovsky, Zvyagintsev o Reygadas.

La experiencia de la naturaleza invoca a lo irracional, a lo mágico que escapa a la estrecha visión de nuestro logos. A nivel lógico, la figura que mejor expresa lo irracional es la paradoja. El logos encuentra una verdad en su sistema que contradice las reglas del propio sistema, lo niega como tal: lo uno y su contrario, el "ser y el "no ser", "son" al mismo tiempo.

Paradigmáticos son los largos travelling tarkovskyanos sobre el medio natural: raíces, árboles, suelo. Dichos travellings pueden provocar en el espectador la disociación entre la imagen y su significado. Imaginemos un plano secuencia en un largo travelling de un terreno boscoso; en primer plano, el medio natural. Si dura lo suficiente puede provocar la sensación de irrealidad, de imágen no identificable. El caso de determinados planos en "Japón", de Reygadas, resulta un ejemplo muy claro al respecto.

El medio natural invoca al hombre a sus verdades más profundas, sugestiona hasta imposibilitar radicalmente cualquier influencia del prejuicio. El hombre, frente a sí mismo, en la búsqueda inmediata de lo más preciado, lo auténtico, la verdad, el "ser", su "ser". Allí dónde quedan borradas las fronteras entre lo posible y lo imposible debe encontrarse el hombre en su relación con la naturaleza "salvaje". En una apertura a su ser, consciente de la copertenencia de su ser con el ser de su entorno: en la totalidad, en lo infinito, o lo que es lo mismo, sin identidad y fuera del tiempo.

"Into the Wild":

¿Qué ocurre con el film de Sean Penn? El lenguaje cinematográfico es muy pobre. La historia es muy jugosa, pero el guión es flojucho, y la presencia constante de las canciones de la banda sonora aburre. En el medio natural, preferentemente sonido de la naturaleza, no canciones que pretenden vender, en su presencia agotadora, la banda sonora del filme.

Me gustó mucho una cita de Thoreau que menciona Hirsch, que identifica a su personaje como un buscador de la verdad absoluta. Sin embargo, la película no está a la altura de dicha cita. En ningún caso aquí en la naturaleza se busca la verdad: sólo se halla una impostura "turística" pseudomística.

Film interesante por su temática pero simple y mediocre.
JohannesOrdet
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