Lo siento, pero ya ni recuerdo cuando fué la última vez que pagué por ver algo tan pretenciosamente ridículo.
Me ha recordado mucho a Escenas de matrimonio: exceso de lorzas, gritos, zafiedad, histrionismo...un horror para mi gusto...
Supongo que la decepción ha sido mayúscula porque yo pensaba que iba a ver una película inteligente y no un conjunto de historias absurdas y artificiales.

No me extraña que cada vez más gente se moleste con las subvenciones al cine. Una pena