Le he puesto este título porque a veces la suerte o la casualidad quiere que en un momento en el que estás algo decaída por asuntos cotidianos y laborales, encontrarte, por sorpresa, en una televisión pública, un día entre semana y a las cuatro de la tarde, esta deliciosa película es de agradecer .Es una película sencilla, sin grandes pretensiones, cargada de simbolismos, con un guión que es capaz de provocar una reflexión profunda sobre la vinculación entre lo de ser padre y lo de ser hijo, y la visión subjetiva tan diferente que impone cada una de estas dos perspectivas; es una película que utiliza la capacidad provocadora de los contrastes, la belleza, frente a la fealdad, el mundo latinoamericano frente a la modernidad, el derecho jurídico de los padres frente al poder del amor; con divertidas escenas, llenas de color y fantasía, que enlazan con una cruda realidad y por desgracia más que habitual, en un film del que te quedas prendada por ese sutil fino hilo de sencilla magia de cine.

Es una película oscurantista, fría e intrigante, que te traslada desde el minuto uno a la España setentera, de grupos sociales perfectamente diferenciados: ricos y pobres, de derechas e izquierdas, de buenos y malos, de hombres y mujeres, de superiores y subordinados, de victimas y verdugos, y que logra mantener al espectador en una atmósfera, entre inquietante, ansiógena y escalofriante, características éstas bastante definitorias del tipo de sociedad en la que se desarrolla la trama policial.