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España España · VALENCIA
Críticas de Kreutzer
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
9
25 de diciembre de 2007
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida es ese gran camino regado con momentos dulces y amargos, de sonrisas y llantos, de lágrimas de amor y de dolor, de flores y espinas, de miradas compartidas y caminares solitarios... El destino hace que Martín y Mabel se conozcan, ese destino caprichoso que no controlamos, ese guiño que el futuro nos brinda en forma de aliento inesperado. Martin ha dejado a su mujer, ha dejado un trabajo próspero. No es dueño de la esencia de la vida, del dulce sabor de la plenitud, y decide romper con su pasado. Mabel sobrevive en condiciones difíciles, y a pesar de seguir conservando una abierta y sincera sonrisa, las circunstancias están oprimiendo y erosionando la luz de su rostro.

Son dos náufragos a los que el destino arroja el salvavidas del amor, y lo cogen con tanta fuerza que nada ni nadie hará que se hundan.

El amor es el arma más poderosa que existe, y Martín y Mabel se aferran a él con tanta fuerza, ilusión y esperanza que incluso las miradas más incrédulas se rinden ante tanta demostración de poder.

Es lo que todos buscamos y unos pocos encuentran... Unas veces maravilloso... otras veces desgarrador...

No importa vivir rodeado de lujos, de coches, de casas o de grandes profesiones.... si uno no atesora la riqueza del amor...

Todo lo demás no importa nada. Al final del camino solamente pensamos en "el resultado del amor", en lo que el amor nos ha dado y en lo que hemos dado por amor.

Martín sabe cual es el camino y lo empieza a recorrer, pese a la dificultad tremenda que comporta abandonarlo todo. No tiene un buen trabajo, ni una casa, no tiene nada más que una caravana, pero ha triunfado en la vida porque ama con el corazón en la mano, ama de verdad, en lo más profundo de su ser. Y solamente cuando se ha amado así se puede, al final del camino, abrazar a la muerte con una sonrisa.....

El amor nace del deseo repentino de hacer eterno lo pasajero...

La vida no se mide por los momentos que respiramos, sino por los momentos que nos dejan sin respiración...


P.
Kreutzer
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7
7 de enero de 2007
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kim Ki-duk no logra alcanzar las cotas de Hierro 3. Sin embargo, impregna la película de escenas memorables y metáforas para el recuerdo. El tiempo nos acompaña, la vida no es más que un cíclico transcurrir. Solamente cambian los rostros.

Kim nos muestra una sociedad epidérmica, obsesionada con lo banal y superfluo. Una sociedad que se siente amenazada por lo ineludible. Una sociedad inquieta necesitada de cambios. Los personaje naufragan al querer adueñarse del tiempo. Pero el tiempo camina sólo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kreutzer
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7
22 de noviembre de 2007
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es verdaderamente difícil atender a la pantalla cuando el amor es el protagonista de una película, como "El juego del amor". Existen dos maneras de ir al cine a ver esta película:

1- SOLO: En esta situación uno se sienta al lado de innumerables parejas. Todas ellas cargadas de palomitas y demás enseres de pronta ingestión. La película empieza y todos en un gesto casi ensayado se funden en una sola persona, casi de único latir. Uno los mira de reojo con cara de sana envidia, pero a la vez con el deseo de suplir sus butacas. La película transcurre entre imágenes inconexas y miradas disimuladas hacia todo aquella recreación de mimos, abrazos y besos...

Al final de la película uno no acaba de encajar demasiado bien el argumento ante tanta mirada ajena a la pantalla, pero una cosa sí que es cierta: El mensaje de la película estaba en todas partes, y pude ver entre siluetas de sombra como juegan los que disfrutan del amor.


2- ACOMPAÑADO: Esta situación, aunque sea muy distinta, nos conduce al mismo final: Salir del cine sin saber con demasiada claridad el argumento de la película. Y ello sucede precisamente porque uno asume, entre todas las historias de amor que la película nos brinda, la suya propia. La pantalla deja de ser la proyección principal. La atención se sumerge en un mar de miradas hacia la chica que tienes a tu lado... Cada uno de sus gestos, el movimiento de sus manos, de sus piernas, de su cabeza, son presa de atención de nuestra mirada. La pantalla se transforma en nuestro aliado, solamente evita que seamos indiscretos, de mirada clavada y permanente en su hermoso rostro. Nos escudamos en cualquier tipo de comentario para aproximarnos a ella, y mientras le susurramos al oído observamos sus labios....sus ojos....su piel tan de cerca........ O simplemente nos escudamos en las fechorías de un niño para poder compartir su sonrisa. La película "El juego del amor" es una invitación a sentirse protagonista de ese juego tan hermoso que consiste en compartir miradas...besos....caricias....de estar vivo al sentir reposar su cabeza en tu hombro....de volver a unir ese latir que nunca debió caminar solo. La película habla del amor y del desamor, del compromiso, del sufrimiento, de la ternura, sin embargo, a pesar de que nuestra retina esculpe cada fotograma, lo único que vemos es nuestra propia historia de amor.


Yo fui acompañado....


AicuL it araP
Kreutzer
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8
14 de febrero de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
He leído las críticas a esta película y me ha llamado poderosamente la atención que casi nadie mencione el poder de disfrute que se puede llegar a tener escuchando a Beethoven en una película. Memorable me parece la escena en que la cámara se sumerge en el cielo inundándolo todo con el cuarteto opus 95 de Beethoven. Jamás creí que viera en una película la música de este cuarteto de cuerda.

La historía podría haber ido más allá, por supuesto. A la hora de hacer una película son infinitos los caminos para enfocar un guión. Pero la sensación que transmite Nathaniel de absorber cada nota de la tercera sinfonía de Beethoven no tiene precio. Y más en esta obra, donde nació el movimiento romántico-musical. Los que hablan de aburrimiento, de dormirse viéndola, creo que no comparten lo que deja transmitir Nathaniel.

Aquí se pone de manifiesto el valor de la amistad, el ingrato y mafioso mundo de la música donde sólo caben los que mueven mejor y más rápido los dedos. Los designios caprichosos de una vida, no tan ajenos a nosotros. La voluntad de reconocer el talento en los demás, sentimiento tan arraigado hoy en día al egoismo y la envidia. El disfrute en ser desprendido hacia los demás.

El asombro de Nathaniel al irrumpir los dos y violentos acordes del inicio de la sinfonia Nº 3, su corazón bombeando apresuradamente, dejándo fluir las notas por sus venas... Esa mirada perpetua e intensa de adoración... y Beethoven... inundando su mente.

Yo también soy Nathaniel.
Kreutzer
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10
6 de enero de 2007
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soberbio retrato de una sociedad violenta de la que somos espectadores. Extraordinario ejemplo de como la violencia puede entrar con sigilo, susurrando...en silencio. Kaneke con una inesperada y colosal maniobra nos hace partícipes de la acción. La violencia tiene tanto poder que dirige el destino. Es la sociedad que respiramos. Impregnado todo de terroríficas escenas de silencio. La muerte nos mira a los ojos, es educada y amable. Kaneke nos coge de la mano y nos acompaña, nos sienta en un sillón y nos dice "No me mires así, eres tan cómplice como yo". Brutal...
Kreutzer
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