Seducido por el buen hacer de Jonah Hill y las ganas de pensar poco en una mañana de domingo me decido a ver THE SITTER esperando una fácil comedia entretenida.

Pero no creo que ni siquiera llegue a eso. David Gordon nos cuenta las peripecias de un supuesto perdedor haciendo de canguro un sabado por la noche. Y digo lo de supuesto porque así nos lo venden al principio, aunque rapidamente lo convierten en un triunfador con muchos redaños para salir de las situaciones mas complejas.

Mala estructura narrativa, tramas ridículas y gags ordinarios. Las escasas sonrisas las ofrece la niña pequeña.

Moralina barata final y a otra cosa. No es pelicula para el recuerdo.

Dos jovenes tenistas y un entrenador viven ocultos de una guerra que asola el planeta, y gastan su tiempo en preparar la final de Roland Garros. Aún faltos de cuerdas, redes y pelotas, no faltan a sus entrenamientos enfocados en ganar ese campeonato que dejaron a medias cuando estalló la guerra.

Con el trasfondo de la guerra mundial, el tema de esta película es la fe del ser humano, que se agarra a un sueño imposible para sobrevivir tanto física como mentalmente. Este sentimiento queda reforzado por las fantasticas actuaciones de los actores, que dan credibilidad al sentimiento.

Me temo que este es uno de los casos en los que uno tiene que empezar resaltando la fotografia, los escenarios, las actuaciones y la producción porque lo algo cojea. La historia, a priori muy interesante, cae en varios momentos de la pelicula en el tedio, especialmente en los partidos de tenis. Me queda por tanto una sensación agridulce.