Este documental me ha parecido de los mejores que he visto en mucho tiempo. Comenzando por el guión, en que se transmite con un hilo argumental perfectamente hilado las temáticas pertinentes para analizar el efecto que las redes sociales y la inteligencia artificial de ellas están creando en nosotros, los humanos; y siguiendo por la presentación combinando una historia ficticia en la que cualquier familia se podría identificar con los testimonios de personajes realmente relevantes que han formado o siguen formando parte del mismo mecanismo que critican.

Abrumadora, te hace salir de una patada en la silla de Mátrix. Se la recomendaría sobretodo a adolescentes y en general a toda la población porque para que el cambio sea posible se tiene que difundir la cara más oscura de las tecnologías que estas tanto se esfuerzan en omitir. Una cinta sin pérdida.

Me produce sentimientos encontrados porque encuentro que como película me ha emocionado en el peor de los sentidos de la palabra. Te produce impotencia, tristeza, pero también comprensión porque crea unos personajes veraces y con historias detrás que les conforman tal como son en el presente.

Como thriller, lleva bien la tensión, y como experiencia audiovisual es muy intensa y una apuesta innovadora que me recuerda a "Parásitos". La forma con la que es percibida la pobreza a ojos de la clase alta, y el asco que provoca en las clases más bajas que puede hacer que alguien en las condiciones adecuadas (o mejor dicho, inadecuadas) llegue al límite de lo imaginable.

La recomendaría para personas que no sean muy impresionables y que sientan curiosidad por el desarrollo de enfermedades mentales o, mejor dicho, de rasgos psicopáticos, a lo largo de la experiencia vital.

Si tuviera que condensar las impresiones que me ha dado esta nueva miniserie de Netflix, Wanderlust, serían las siguientes:

Por un lado, tenemos la magistral interpretación de Toni Collette. Podemos ver en escenas - sobretodo en el 5 y 6o episodio- como el personaje cruza la barrera del cine para asemejarse a la reacción más pura y emocional de cualquier persona que conozcamos, incluso de nosotros mismos. Me impresiona ver cómo es capaz de imitar de una forma tan realista y veraz estas emociones en ficción.

Por otro lado, tenemos un guión que a mi gusto dedica demasiado protagonismo a los personajes secundarios - aunque esto es más preferencia personal- me hubiera gustado que ahondasen más en la dimensión de pareja de los protagonistas y en sus procesos psicológicos y emocionales, en lugar de abarcar un abanico más amplio de personajes.

En otro lugar está el hilo conductor de la historia, es realista en tanto a que los personajes intentan avanzar "dando palos de ciego" sin tener muy clara cuál será la dirección siguiente, pero me hubiera gustado que la historia en cierta medida siguiera algún tipo de dirección discursiva, y nos regalase un final menos agridulce. No obstante, reconozco que el valor propio de la cinta radica precisamente en esta amplia tonalidad de grises y de contrastes y contradicciones en sus propios personajes.

Por último, quería remarcar que adoro la naturalidad con la que se abordan temas como la intimidad, el sexo, las relaciones intergeneracionales, el hecho de que una terapeuta decida acudir a terapia - por que no deja de ser una persona! -, la comunicación padres e hijos sobre sexualidad, etc.

Claramente, la serie está abierta a una segunda temporada y deseo que la hagan para ver cuál es el camino que deciden trazar sus protagonistas a partir de ahora.

Esta película es una especie de drama social en el que el director, Christian Molina (culpable también de la no muy buena Diario de una ninfómana), se propone despertar el sentido ético de los espectadores y ha desarrollado una trama que con un poco de suerte lo consigue; el protagonista: un niño bueno, soñador e imaginativo de ocho años pero con problemas de comunicación llamado Alex (Fergus Riordan), se vuelve un niño malo, intolerante y violento desde que ve por la televisión violencia. Dejadme hacer un inciso. En la televisión es cierto que hay violencia, en las noticias siempre sale algo violento, pero tal vez está excesivamente exagerado en la película para causar más impacto. Pudiendo culpar a los videojuegos violentos y a una familia disfuncional del problema de Alex, culpan a la televisión: mal, muy mal. Está mal dar a entender que en una familia normal los padres dejan que su hijo de ocho años tenga una bandera nazi y haga cosas tales como las que hace.

Por parte del reparto, los actores han realizado una muy buena interpretación, resaltando la del protagonista adoptando el papel de un niño problemático y de un niño bueno en el mismo film. La banda sonora está bien. La fotografía también.

Me ha dejado, literalmente, sin palabras.

Te va a gustar si te interesa conocer la realidad de los centros de inmigración.

Te va a gustar si te apasiona ver una serie que te absorbe y de la que deseas agotar hasta el último minuto.

Te va a gustar si sientes curiosidad por las enfermedades mentales, por las sectas, por la fragilidad y la resiliencia del ser humano, por las diferencias e igualdades entre personas.

Esta historia es una aventura audiovisual que te transporta a cuatro vidas distintas, todas ellas con un desarrollo particular y que toman decisiones más o menos erróneas con tal de sobrevivir, cada una de ellas a su manera.

Muy recomendada.