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Burkina Faso Burkina Faso · Lolailo
Críticas de Buscapé
Críticas 693
Críticas ordenadas por utilidad
10
15 de septiembre de 2019
562 de 724 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todd Philips, (director más conocido por la saga "Resacón en las Vegas") parece querer regresar a sus orígenes, cuando su ópera prima, ("Hated", 1994 obra basada en el malogrado outsider GG Allin) deslumbró a medio mundo.

Tras casi 20 años reventando taquillas con obras de dudoso gusto, Todd Philips decidió que era hora de resarcirse y reinventar una vez más el mito: Joker.

El problema de base es que tras la asombrosa interpretación y posterior muerte de Heath Ledger, el icono se transformó en mito y los mitos son imposibles de "reinventar" salvo que cuentes con un guión brillante y halles a un actor los suficientemente demente y magnético como para recoger el testigo a Ledger: Joaquin Phoenix.

Phoenix ha logrado lo que parecía imposible: hacernos olvidar, por un segundo, al genial Heath Ledger para imbuirnos su propia dosis de locura... Los fans más acérrimos del murciélago amarán la interpretación de Phoenix por la pasmosa y realista interpretación de un "ente" sumido en la devastación más absoluta, canalizador del caos, la ira y el mal que acontece a nuestro mundo. Su génesis, su sonrisa nos devuelven la disonancia cognitiva entre lo real y lo imposible: un juego de espejos que apuntan directamente al espectador como el hacedor del rey del caos, y es en ese mismo juego bertoltbrechtiano, donde nos hacemos copartícipes de la vehemente visceralidad de una interpretación y un drama que implosionan y dan a luz al caos en forma de Joker.

A lo largo de la historia del cine ha habido interpretaciones deslumbrantes; lo conseguido por Phoenix nos cegará en un hálito de oscuridad desgarradora sin saber muy bien si reír o llorar.

Obra de culto instantánea.
Buscapé
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10
6 de mayo de 2019
307 de 365 usuarios han encontrado esta crítica útil
Chernobyl, aquel desastroso accidente nuclear acaecido en las postrimeras de la extinta Unión Soviética, supone en el imaginario popular una pesadilla que de vez en cuando aflora: ya sea por la alarma medioambiental, (Fuksihima, 2011) o por el mero morbo freak, (Iker Jiménez).

Muy a pesar de las catastróficas consecuencias de aquel accidente, por alguna razón, (al igual que la tragedia del submarino Kurks) se ha visto enterrado, en primer lugar por la censura burocrática del sistema soviético y luego aun peor: a base de documentales y películas que en vez de ahondar en sacar la verdad a la luz, se limitaban a explicar mecánicamente la secuencia de errores humanos que llevaron aquella fatídica madrugada del 26 de abril de 1986, a enfrentar a la humanidad al propio monstruo que había creado.

HBO y Johan Renck por fin rescatan del ostracismo Pulp una historia verdadera de terror e intriga política de una calidad desbordante y fuera de toda duda: por fin podemos poner cara a los héroes anónimos y a las propias víctimas de un sistema totalitarista obsesionado con ocultar la realidad de sus carencias.

Es ahí donde los actores sobresalen: Jared Harris, Stellan Skarsgard y Emily Watson son sólo las caras más conocidas de un elenco que nos sobrecoge por la dimensión monstruosa del terror al que tienen que enfrentar. Un terror invisible pero que en palabras de Liudmila, (mujer de uno de los bomberos):- "Tenía el cuerpo entero deshecho. Todo él era una llaga sanguinolenta (...) Pedacitos de pulmón, de hígado le salían por la boca. Se ahogaba con sus propias vísceras"-

La realización de los capítulos así como la recreación de Pripyat, la central y las propias laboras de extinción y contención son excepcionales, (HBO ya demostró su maestría en la serie sobre el desastre de la secta Davidiana de Waco y David Coresh) por alguna razón, nos sentimos en una máquina del tiempo que nos lleva a una fecha y un lugar, el cual, jamás desearíamos hollar ni en nuestras peores pesadillas.

En definitiva, Chernobyl de HBO es la aproximación definitiva a una catástrofe pavorosa donde una tierra yerma, henchida y preñada de dolor y muerte puede entregarnos la luz de aquellos héroes anónimos que salvaron al mundo de su propia estupidez.
Buscapé
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6
22 de octubre de 2019
112 de 161 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada hacía pensar a un joven James Cameron, que al vender ingenuamente por un dólar los derechos de explotación de "Terminator" a su ex-mujer Gale Anne Hurd, ésta se vengaría de él prostituyendo productora tras productora la franquicia al mejor postor, (Jonathan Mostow, McG o Alan Taylor)

Cameron renegó de cada una de las secuelas y prefirió olvidar la franquicia que le abrió de par en par las puertas de Hollywood y lo convirtió en el rey Midas de la ciencia ficción y los blockbusters más taquilleros de toda la historia, (T2, Titanic, Avatar)

Sin embargo el destino de la saga transitó por un inmerso desierto de pseudo remakes encubiertos, (Terminator 3), intentos fallidos de recuperar el tono oscuro de la primera entrega, (Terminator Salvation) o rayando el despropósito infame (Terminator Genisys)

Ninguna de las cintas anteriormente mencionadas tenían ni alma ni personalidad: en esencia todas ellas contaban lo mismo sin aportar nada nuevo ni avanzar en la historia, (bueno, en ese sentido Terminator Salvation intentaba avanzar un poco en la historia). Parecía más una franquicia para lanzar a nuevas estrellas, (Kirstanna Loken, Nick Stlah, Sam Worthington o Emilia Clarke) que para perpetuar un historia de ciencia ficción de calidad.

Con esos mimbres y tras cumplirse 25 años del contrato que pone fin al lenocinio de los derechos de la cinta original, Cameron ha recuperado su franquicia original y nos trata de vender ésta Terminator: Destino Oscuro. Cameron apadrinó tímidamente la anterior Terminator Genisys como una buena secuela, por tanto, no podemos tomarnos muy en serio su papel dentro de ésta cinta más allá del mero atrezo estético que alimente el marketing y la nostalgia. Cameron hoy por hoy no es sinónimo de calidad y dista mucho del Cameron de Abyss o Aliens: el Regreso.

La historia es la misma de siempre, solo cambian sus protagonistas que, nuevamente y replicando el patrón del cine de acción actual, está ligado al hiperestrogenismo: tres mujeres protagonistas, (solvente Linda Halmilton) Mackenzie Davis y Natalia Reyes dejando en un tercer plano a Arnold Schwarzenegger que poco a poco va desligándose de la saga por tema generacional.

La historia es una secuela directa de Terminator 2: contando con la friolera de 6 autores en su guión con David S. Goyer a la cabeza, (autor de los guiones de El Hombre de Acero, El Caballero Oscuro o Blade.

La cinta es un "back to the basics": cine de acción para adultos, firme y directo, sin edulcorantes ni filtros Pegi 13. La cinta es violenta y los personajes femeninos son rudos y desagradables; no buscan caer simpáticas destacando indudablemente Linda Hamilton como la reina de todo el artificio a falta de un verdadero "leit movit" que animara a los nostálgicos e incrédulos a picar una vez más por ir a ver una nueva entrega.

Como cinta que trata de enmendar todo el desastre desde T3, funciona y se reconcilia con el fan de la saga original pero como cinta de ciencia-ficción genuina y fresca: patina y flojea en avanzar y ofrecer algo nuevo más allá de nuevos y mortíferos cyborgs y las explosiones y cliffhangers de rigor.

En ese sentido, no hay que esperar mayor fuego de artificio que el de montarte en el planeta nostalgia: fanservice y autoplagio. Porque ni la cinta busca ser revolucionaria ni arriesgar más allá de lo mínimamente exigible ni tampoco la historia original daba para mucho más.

Junkie XL se encarga ésta vez del libreto: interesante como éste músico ha pasado de mendigar calderilla en el circuito de juegos de ordenador, para, tras firmar la brillante partitura de Mad Max Fury Road, convertirse en el nuevo "Danny Elfamn" del cine de acción. Ofrece revisiones de los clásicos elaborados por el desaparecido Brad Fiedel pero no consigue dotar a la cinta del toque dramático que gozaban tanto T1 como T2.

En resumen: Termiantor Destino Oscuro funciona bien en todo porque no arriesga en nada y se limita a tomar al espectador y fan de toda la vida como rehén de su nostalgia. Es sin duda la mejor secuela tras T2 pero carece de la pulsión y profundidad dramática de las originales y tampoco es que las subsiguientes secuelas le hayan puesto el listón muy alto a Tim Miller.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Buscapé
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5
3 de octubre de 2023
80 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los primeros Test Screenings no auguraban un buen resultado entre la audiencia, ávida de encontrar una genuina y portentosa secuela para “El Exorcista” de Friedkin. Tampoco el embargo perpetrado a las reviews de los pases previos, indicaba nada halagüeño, (quizás se quiera evitar el efecto Cannes que hundió a "Indiana Jones: El Dial del Destino"). Pero lo cierto es que, a lo largo de estos 50 años, que se cumplen ahora de su estreno, la obra maestra pasó a ser una suerte de franquicia maldita que fue desvirtuando el sentido de la original. No olvidemos que David Gordon Green ha afirmado que la cinta actual es la primera de una trilogía y enlaza directamente con la cinta original del 73, (ahí es nada!) obviando las dos secuelas, las precuelas y la serie de tv.

La pregunta es… ¿Lo consigue?...

Vayamos por partes: mal que nos pese, en 2023 no puedes mostrar lo que se mostraba en 1973. Ahora mismo existe una cultura de la censura, de lo políticamente correcto y de que todo ha de ser family friendly. Por tanto, es imposible que directores, guionistas y actores implicados, por más que se partan los cuernos, puedan lograr lo que la primera consiguió: están maniatados y las únicas licencias poéticas en clave terrorífica son los típicos jump scares, (sonido atronador) vómitos por CGI y continuos easter eggs que buscan la comicidad/complicidad con el espectador más veterano, (el añadido de Ellen Burstyn es el principal guiño a la nostalgia) y que son sólo eso: guiños gratuitos que no ahondan en la tragedia. Una suerte de captatio benevolentiae donde el argumento de autoridad son: meter a Ellen Burstyn y el continuo abuso de clichés/easter eggs de la original; nos quedamos con los vómitos y las lentillas pero desaparece el mensaje subversivo, lascivo y de perversión de su original. Es una película de sustos, no de terror.

Porque el principal pecado de David Gordon Green es el intentar vendernos esta nueva secuela como la auténtica, la que de verdad se debería haber rodado y no las infames, "El Exorcista II: El Hereje", (de las peores secuelas de la historia) o la infumable “El Exorcista III: Legión”, (1990)

Esa goebbeliana letanía de autoinducir la autosugestión de lo válido y no válido, de lo genuino y lo espurio es lo que de verdad mata a una cinta que, objetivamente, podría haber sido una gran peli de terror si no se compara con la obra maestra en la que dice estar basada y rendir tributo. Sí, las intenciones están ahí y se ve a director y guionistas, (nada menos que 5) totalmente volcados en reverenciar e intentar capturar la esencia de su original.

Lamentablemente, todo tiene un tufo a peli comercial de manual y recuerda en muchas cosas a los fallidos intentos de otros directores por rescatar del olvido, antiguas franquicias: de hecho, ésta cinta recuerda perfectamente a lo sufrido en Terminator Destino Oscuro, (2019) rescatando desesperadamente a Linda Hamilton o al Prometheus/Alien Covenant de Ridley Scott.

Como diría Neruda, “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”: El Exorcista de 1973 no se puede repetir porque aquella película era grotesca, perturbadora e implacable. Aunaba el terror psicológico, la tragedia y drama humano con el horror más visceral y despiadado: lograba con su demonio sumerio, aunar la conciencia colectiva de la lucha del bien y el mal universal: daba igual si eras creyente o no: del cine salías, como mínimo, con un poso de malrollismo pétreo creyendo, hasta para el más empedernido ateo, en la vívida existencia del mismísimo satanás; por una única y sola razón: la cinta era una obra maestra que sabía masticar en las partes de la psique humana más profundas y además lo hacía lenta y sinuosamente, como el Capitán Howdy, jugando con nosotros, ganando nuestra confianza para después despedazar nuestra inocencia y raciocinio.

Nada de esto existe aquí: si que es cierto que el maquillaje y la fotografía guardan ciertos ramalazos con la obra original, (en el mejor de los sentidos) que el dúo, (Marcum y Jewett) es solvente, que Ellen Burstyn, es Ellen Burstyn y es de lo poco que logra hacernos olvidar que estamos ante otro refrito que busca quemar su última bala, haciendo uso de todos los ingredientes originales pero ejecutados sin alma, (sic). Cuya única virtud es no ser tan mala como las secuelas, pero poco más. Además, argumentalmente, es un caballo cojo: se nos presentan familias disfuncionales actuales, con minorías raciales y demás tropos prototípicos del nuevo establishment hollywoodiense: familias monoparentales, desestructuradas, racismo, etc, etc… Cuando la misma cinta del 73 nos muestra a una Karen MacNeil divorciada, hija putativa del hipismo y las religiones New Age de los 60s y 70s. Aquí su figura es reducida a mero reel para intentar colarnos en subsiguientes secuelas, a Reagan. Todo con calzador cuando su personaje podría haber dado mucho más de sí y no reconvertida en exorcista amateur.

Otro elemento que lastra la cinta es su carente sentido del ritmo y lo pésimamente que está montada: la cinta es larga, (como todas las superproducciones actuales) y sólo sabe avanzar con cambios de plano a lo Tony Scott/Michael Bay y filtros cutres que se supone aumentan el horror y no hacen más que ahondar en el carácter televisivo del formato. No cabe duda de que estamos ante una gran producción con fallos graves de diseño y ritmo.

Por tanto, es “El Exorcista: El Creyente” es otra víctima de su tiempo y su propia madre saturniana devorando a sus propias secuelas sin piedad y con toda la razón.

Cerramos la crítica que vendría a resumir el sentido general de ésta “secuela”:
Karras: "¿por qué esta niña?; no tiene sentido"

Merrin: "yo creo que intenta que nos desesperemos; que nos veamos como animales horribles; que rechacemos la posibilidad de que Dios pueda amarnos"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Buscapé
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6
2 de septiembre de 2021
88 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
James Wan vuelve a la carga con otro artefacto dispuesto a revitalizar las taquillas post pandémicas con la vuelta del curso escolar. El producto en sí mismo, goza del mismo ADN que Insidious, SAW o la saga The Conjuring: es decir, goza de las mismas bondades y las mismas taras que éstas, sólo que Maligno, supera a las tres en su tercio final.

La cinta se centra en Madison,( Annabelle Wallis, Peaky Blinders) una mujer que vive atormentada por los continuos abusos de su violento marido hasta que un día, éste es brutalmente asesinado. A partir de ahí, las visiones de pesadilla, truculencia y traumas infantiles se entremezclarán para llevar a su protagonista al pozo de la locura: acechada por una extraña entidad que va cobrando más y más fuerza, acosada a su vez por la policía y atormentada por su misterioso pasado. Madison se ve inmersa en un juego del Cluedo donde nada ni nadie es lo que es.

Los aspectos positivos del filme son la fotografía y la realización: Wan quiere ofrecernos una cinta de género puramente ochentero pero con los estándares blockbusterianos del nuevo siglo: sí, hay muertes truculentas pero éstas a su vez resultan plásticas y artificiosas. Tampoco rehúye de la diégesis revienta tímpanos tan acusada en este tipo de cintas y que, en vez de basar su terror en aclimatar un suspense servido en pequeñas dosis, todo susto va acompañado de la charanga habitual de este tipo de películas y que, más que asustar, provocan taquicardias y hernias cerebrales.

Sin embargo, Maligno, genuina hijastra de cintas como "The Prowler", (1981, Joseph Zito) o "El Ente", (1982, Sidney J. Furie) nos regala un tercio final totalmente sorprendente y alejado de otras cintas: protagonista, antagonista y desenlace sorprenden a una audiencia que naufraga constantemente entre lo predecible, (primer acto del filme) y lo sorprendente, (tercio final)

En suma, "Maligno" es un homenaje al cine slasher de los 80's con las típicas taras del cine de terror palomitero actual pero sus grandes virtudes justifican su visionado. Se podría decir que, si Malignant fuera una tesis sobre el cine de terror de 1980, Wan se llevaría matrícula de honor, para bien y para mal: no ofrece nada fresco, pero lo que ofrece es lo suficientemente sabroso como para disfrutar un buen placer culpable.
Buscapé
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