Pareciese como si fuese excretada por el organizador del desfile de acción de gracias americano, repleta de situaciones que tuve que observar como el que ve una matanza, con los dedos cruzados sobre los ojos. El que tiene mala puntería la cual es decisiva en el momento clave, la batalla final con el alien al que mutiló como unos de esos crueles y aburridos círculos cerrados que molan por hollywood (con minúscula), la ayuda mutua del excombatiente y el jefe indio que tanto costaron en entenderse cual “extraña pareja”. Una paradoja sentimental de las eternas peleas entre colonos e indios convertida en un desafortunado anecdotario para con la nación estadounidense de chicles (y digo chicles y no clichés) pegajosos, con regusto a fresa amarga y que tardaré 7 años en digerir. ¡puag!