No tiene ni pies ni cabeza. Nada empieza ni acaba con la más mínima normalidad. Y, el final, digno de tirar directamente a la basura. Gracias, no obstante, por las ausentes aunque sugerentes imágenes de Seattle, hermosa ciudad...

Ana Tramel, involucrada personalmente en el caso que defiende, sobrevive a todo tipo de acontecimientos en su misión por desmontar las irregularidades e ilegalidades de un todopoderoso imperio del juego. Altibajos, conexiones y desconexiones y resultados a veces increíbles nos llevan a un final feliz.

Creo que con cuatro o como máximo cinco episodios Isabel Coixet podría haber comunicado lo mismo. Sabemos de qué va la historia, cómo evoluciona y cómo acabará. Exceso de foodies, hipsters, millenials y platos de mega diseño no sirven para aportar nada nuevo al igual que la variedad de idiomas utilizados... Y el último episodio, ¿qué aporta?

Parodia divertida e interesante sobre la temática del sexo, de las relaciones personales y de la hipocresía en general. Creo que con una temporada quedaba todo resuelto. Habiéndole añadido un par de capítulos más a la primera sobraba la segunda temporada. Chirría un poco el tratamiento de los acentos lingüísticos: Carmen lo hace "bien" como zaragozana en México pero Valentín, actor de orígen argentino mentiene sus modismos pese a ser mexicano, criado en México e hijo de una todopoderosa familia mexicana.