A pesar del calor resulta poco creíble que todo el tiempo (o en su gran mayoría) las ventanas dejen al descubierto a privacidad de las personas, y más aún al creer que un asesino no cierre sus ventanas al menos como acto de paranoia. Si yo fuera habitante de cualquiera de esos departamentos siempre estaría con el pendiente si alguien observa lo que hago, y si yo fuera el indiscreto sería más cauto que solo sentarse a la vista de todos y empezar a chismorrear con la cámara. Pero fuera de esas cosas que dejan que pensar sobre la posibilidad de una historia así, logra un final que corta la respiración. Explota esta película la indiscreción y el morbo humano aunque mantengo mi credulidad respecto al final feliz y la falta de realismo en el filme. Buena película sin dudar, pero aún lejana a la excelencia.