Es desgarradora, por que así es la realidad.

Una película de Héctor Olivera sobre la serie de 10 secuestros de menores estudiantes de escuela secundaria, realizados durante la represión cívico-militar ocurrida en La Plata Argentina en 1976 pero cuyos crímenes fueron juzgados solo hasta 1985, 9 años después, en el Juicio de las Juntas, en el que Pablo Diáz-uno de los cuatro sobrevivientes,-junto con Moler, Miranda, y Calotti- narró la historia de la vileza a la que fueron sometidos, él y sus compañeros y la plasmó en un guión un año después cómo un intento, para cincelar sus nombres sobre las piedras que tanto rasguñaron y entre las que murieron.

Sobre las piedras entre las que murieron impunemente y bajo la dirección de un estado asesino e hipócrita.

Y es que más allá de la pantalla, esta sí que es una fidedigna representación de los hechos como ocurrieron, porque hasta el corredor de celdas que se nos muestra en la película es igual a aquél del Pozo de Banfield en el que estuvieron secuestrados hace ya décadas mostrando así una coherencia con la realidad imprescindible para la la correcta narración de hechos veraces sin que Olivera necesite recurrir a ningún tipo de sensiblería ni artimaña para hacernos entender el estado de degradación al que pueden ser sometidos seres humanos sin que estos, QUE SON DIGNOS, pierdan una pizca de su alma en la abyección.

Narrada con rigor histórico pero desarrollada más bien en el plano psicológico, la subjetividad de sus dos protagonistas; Claudia y Pablo nos lleva por el camino que muy alegó ricamente Charly García escribió para Sui Generis en esta película;

Detrás de las paredes
que ayer te han levantado
te ruego que respires todavía.
Apoyo mis espaldas y espero que me abraces
atravesando el muro de mis días. [...]

Y por fin veo tus ojos
que lloran desde el fondo
y empiezo a amarte con toda mi piel.
Y escarbo hasta abrazarte
y me sangran las manos
pero qué libres vamos a crecer.

Es una Gran película Alemana que narra con rigor histórico los últimos coletazos de la serpiente moribunda dentro del mismo corazón de las Waffen SS y los altos mandos del esqueleto Nacionalsocialista durante la caída en 1945.
Quizás la razón, la única razón de todo esto, es que la historia contada por los vencidos (No tengo que recordarles que conocemos la historia de los pueblos por la boca de sus vencedores, les doy un ejemplo; CONOCEMOS A LOS PERSAS POR LOS GRIEGOS, ENTONCES NO CONOCEMOS A LOS PERSAS). Lo triste es que no todos somos conscientes de ello y leyendo algunas críticas de la película me encuentro con algo que ya desde algún tiempo me sabía, pero no había tenido la oportunidad de corroborar positivamente (con hechos TAN factibles) hasta hoy, y es esa hipocresía, estúpida pasión e ignorancia presente en cada discurso con respecto a los acontecimientos acaecidos en la segunda guerra mundial y la opinión que influencia la manera en que se muestra a cada uno de los bandos participantes adoptando posiciones maniqueístas y burdas en cuanto que alemanes siempre fueron bestias asesinas, los rusos soldados fríos sin alma hambrientos de gloria, los americanos los héroes, los justos salvadores. ¿Qué es todo esto?, es que acaso no somos lo suficientemente inteligentes para analizar las intenciones del cine proselitista que trata de meternos los dedos en la boca? Y aquí me refiero a esa cantidad de películas con intenciones políticas enmascaradas bajo historias patéticas que buscan la lágrima fácil (saben muy de que hablo).

Esta película de Christophe Barratier está tan finamente ajustada en cada uno de los detalles con los que se entreteje la trama que no se encuentra un reboso de exageración ni falacia para hacernos llegar al clímax al que finalmente nos lleva, y siendo así totalmente sobria y elegante al mejor estilo francés nos muestra como los niños resignados en la caja, la prisión de la correccional de Fond de l'Etang comienzan a encontrar la redención a través de la máxima forma de expresión que los seres humanos desarrollamos; la música.
La música como liberación, como revelación y rebelión en la voz del coro y muy especialmente el muchacho con cara de ángel pero "poseído por el diablo" interpretado por Maunier y dirigido por el Maestro -gran representación de Jugnot- que en una hermosa alegoría se convierte en el liberador sin más ofensa que la mano que dirige para enseñarlos a cantar y luego guiarlos en el canto y ellos miran hacia arriba cual si fueran ángeles queriendo escapar de una realidad deprimente y lo logran a partir de la melodía coral mientras nosotros solo podemos limitarnos a escuchar,a escuchar a aquellos que estando en la cárcel nos llevan al cielo.

Sinceramente me he mantenido sentada durante la hora y media que dura película con la piel de gallina, los ojos llorosos y el corazón a punto de saltar de mi pecho por que no hay mejor droga que la música y creo firmemente como en la película se logra recalcar que es a través de ella que los esclavos dejan de estrechar cadenas y logran alcanzar la dignidad y con ella la felicidad. Una obra maestra.

En la piel que habita una mujer -la bellísima Charlotte Gainsbourg- que se desprecia a sí misma por su condición femenina nos introduce Lars Von trier en esta película escandalosa, cruda y sin censura que la caracterización de sus dos personajes llevará a los extremos de la ignominia por ese sentimiento de propia lástima de ella, al sentirse indefensa, pecadora y asqueada de su "debilidad" y su naturaleza secundaria.
Su fotografía es impecable propia del geniecillo holandés y la música que acompaña la introducción y el epílogo son de suma belleza y es que no podría ser más que la ópera de el delicado Lascia ch'io pianga de Rinaldo en perfecta sincronía con una secuencia de imágenes en blanco y negro que te dejan sin aliento haciendo el ejercicio del buen cine: el elegante, de ese ya mal olvidado Cine Arte. Perfecta en casi todos los sentidos de la palabra por que de su misma austeridad en cuando personajes-solo hay dos actores a lo largo de todo el metraje- surge la riqueza cuasi-subjetiva de un guión que te llevará a los rincones más profundos de la condición humana de la que derivan la mayoría de los comportamientos erráticos que no consideramos tanto, pero que son tan inherentes a nosotros como los placeres de la riqueza,del sexo y del odio.

Y es que nuestra protagonista siente tal desprecio por las mujeres que no quisiera seguir siendo una de ellas y sentir el hastío, la nausea, el disgusto de ser solo instrumento para practicar el mete-saca, de convertirse en solo un objeto de lujuria por la degradación del sexo y ser la única que debe ser bella para agradar a la vista de los animales hambrientos que quieren devorarla sin más ni menos, para luego regurgitar y escupirla destrozada como si fuera comida mal preparada.
Todavía me duele el clítoris por haber visto aquella escena de la ablación y es que es tan frustrante para ella ser tan débil y perder siempre las contiendas cuerpo a cuerpo sin lograr ninguna victoria,ninguna gesta a lo largo de la vida en pareja, tan nauseabundo para ella tener que engendrar niños debiluchos que de igual manera más temprano que tarde tendrán que morir. Así que con la ablación del clítoris que es lo que la convierte en lo que más odia tiene que pagar la gran injusticia de haberse separado de la tierra en semejante estado de indignidad.
Por que como diría el sabio Sileno:
"Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en segundo lugar es para ti -morir pronto.”

Es la primera vez que escribo sobre La Película que hace ya algunos años vi por primera vez en una habitación austera y fría donde dormía con mi hermana quién en dichos momentos justamente andaba por la novena nube.

Quisiera explicarles como fue, por que todavía trato de entender la coyuntura de infinitas posibilidades que me llevó a contemplar aquella obra maestra que siempre había buscado y lo que significa ulteriormente.

Era una habitación grande de piso de madera, constituyente más, de una de una gran casa vieja que había pertenecido al amargado y la maníaca; mujer muy sufrida ella, que decidió suicidarse en esa misma habitación años atrás. Tenía una cama central tamaño matrimonial, un televisor de antena al frente y grandes ventanales a la derecha que daban a la calle . La hora, creo que debía ser la 1:00 a.m de la mañana y yo por esos tiempos sufría de un extraño insomnio como si quisiera quemarme las retinas pegándome a una pantalla de tono azulado toda la noche de largo.

Por la tarde del día anterior durante los comerciales había escuchado que le harían tributo esa noche en un programa titulado "Cine Arte" a una “película de culto” y vi como pasaban frenéticamente algunas imágenes de la misma (Un muchacho rubio sonriendo como arlequín en celo con una boca de colmillos de foca y sangre chorreando) que me parecieron muy interesantes, aunque no por eso-consciente mente, y digo consciente porque no fue una decisión adrede- decidí trasnochar para verla.

Solo pasó y ya.

Entonces era la primera hora de la mañana, una fría mañana bogotana que me escaldaba hasta los huesos y un silencio silencioso de aquellos que te hacen escuchar ese silbido agudo.

(sigo en el spoiler por falta de espacio)