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España España · barcelona
Críticas de BeatniK
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
10
9 de noviembre de 2007
131 de 151 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jarmusch borda la definición de cine independiente con esta cinta rodada con medios mínimos.
3 actores y un puñado de figurantes, 8 técnicos, menos de 3 semanas de rodaje y muy poco dinero son suficientes para crear una pieza clave dentro del underground americano.
La historia es tediosa, claustrofóbica, lenta, aburrida... sólo si se ve con los ojos cerrados (metafóricamente), si uno opta por abrirlos se encontrará con un desgarrador relato sobre una juventud perdida, sobre unos ideales olvidados.
Jarmusch junta a 3 jóvenes y sin practicamente profundizar en su psicología nos los muestra diáfanos, como un libro abierto.
La cinta transcurre a modo de road movie episódica en la cual los 3 jóvenes irán estrechando sus lazos poco a poco, conociéndose cada vez más y conociéndose a ellos mismos.
Eva, una joven húngara, llega a Nueva York y se instala por 10 días en casa de su primo Willie, un joven maltratado por el mundo y por el mismo, jugador, desagradable, tramposo y cansado.
El tercero en escena es Eddie, amigo de Willie y ciertamente sometido a la personalidad de este.
Entre los tres surgirá un extraño vínculo afectivo espoleado únicamente por el instinto de acercamiento a aquello que te da una mínima esperanza, un momento de ternura dentro de un mundo seco y olvidado.
No hay nada que contar porque practicamente no pasa nada, es lo crudo de la vida, de la vida diaria, de la verdad.
Jarmusch nos regala este cuento sobre los desheredados, sobre lo oscuro de la vida y sobre el negro futuro que la sociedad va fabricando poco a poco a medida del 99% de la gente.
Hermosa, triste, sobria, con una excelente fotografía y una banda sonora que acompaña perfectamente el metraje, "Stranger than paradise" es una de las grandes películas independientes de la década de los 80, y una obra capital para la filosofía beat.
BeatniK
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9
17 de enero de 2010
19 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la primera imagen estática con la voz en off introductoria, Haneke asusta, impresiona.
Una puesta en escena deliberadamente sobria y hermética nos prepara para lo que se nos va a contar: un relato terriblemente triste que tiene como trasfondo la búsqueda del germen de la maldad en el ser humano, nada menos. La historia disecciona con un ritmo intencionadamente lento y claustrofóbico los extraños sucesos acaecidos poco antes de la I Guerra Mundial en un pueblo del norte de Alemania cuyos habitantes viven sometidos por la nobleza y la moral ultra-religiosa. Haneke va desarrollando la trama llevándonos de viaje por los caminos más incómodos de la condición humana, haciéndonos partícipes de sus miserias, sus más bajos instintos, su doble moral, sus faltas, su egoísmo, su crueldad, sus mentiras… su maldad, al fin y al cabo. El escalofriante retrato que el director hace de una sociedad adulta excesivamente rígida y disciplinada repugna y asusta, pero asusta aún más ver como los niños, a priori meros espectadores pasivos del descenso a los infiernos de la condición humano ejemplificado en sus mayores, van asimilando como esponjas todo lo que ven, oyen, e imaginan, un caldo de cultivo que forjará su carácter y les convertirá, presumiblemente, en terribles adultos veinte años más tarde, con la llegada del nazismo a Alemania. El cásting de actores es fantástico, son una parte más de la excelente ambientación, lo que confiere a la totalidad de la obra un nivel de realismo extremo que provoca que el espectador se mete irremediablemente en la historia. Los personajes son fieles reflejos de la época: su mentalidad, sus costumbres, sus miedos, su manera de hablar y de actuar… La fotografía, de su habitual Christian Berger, es la mejor que he visto en un cine en mucho tiempo. Es un blanco y negro contrastado y pulido, asfixiante, que nos hace viajar directamente a la época y nos mete de lleno en ese clima claustrofóbico y estremecedor. Haneke entrega una obra de impecable estética formal, adulta y profunda y nos transporta al cine religioso de Dreyer o Bergman, con sus escenas exageradamente perfectas. La sobresaliente dirección del austriaco recuerda también, por meticulosidad y exactitud a los mejores Kubrick y Tarkovski. Las escenas abiertas son auténticos cuadros, simétricos y elegantes, en los que los personajes entran y salen fluyendo de manera natural, los interiores, fríos e inquietantes, son una sinfonía de claroscuros y primeros planos, artísticos hasta el academicismo, el recurso del plano/contraplano se usa muy poquito, los travellings no pueden estar hechos con más maestría…
Haneke sostiene la historia a base de sugerir, de no terminar nunca de mostrar, de no categorizar nunca del todo a buenos y malos, de jugar con la ambigüedad obligando al espectador a no despegar los ojos de la pantalla en busca de respuestas y explicaciones.
La mejor película del 2009 y “casi” una obra maestra (habrá que verla otra vez para afirmarlo).
BeatniK
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8
24 de octubre de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Originalísima e inclasificable película del excéntrico Park Chan-wook (Old Boy, Simpathy for Lady Vengeance, Simpathy for Mr. Vengeance).
Divertida, romántica, irritante, loca, colorida, fantástica, hilarante … y buena, muy buena. Cada vez me resulta más llamativa la extrema sensibilidad estética de los asiáticos a la hora de hacer cine. La película tiene un tratamiento del color absolutamente extraordinario, una paleta infinita constantemente asociada a las circunstancias, los cambios de humor de los protagonistas, sus sentimientos… Cada textura, cada pliegue, cada mínimo toque de luz sobre un rostro o un objeto, cada pequeño detalle parece formar parte de un concepto estilístico global que provoca que, durante todo el metraje, la imagen de la película posea una fuerza colosal, que impacte, que toque la fibra cuando tiene que hacerlo y que haga reír en el momento justo. Todo el atrezzo (máscaras, maletas, gorros, objetos…) está lleno de vida y de sentido, y ayuda a caracterizar a los personajes y, sobre todo, al tono de la historia en sí misma.
El sonido también está muy cuidado, los efectos, muy trabajados, están presentes a lo largo de todo el desarrollo del film.
Este concepto lírico del cine tan auténticamente propio (asiático) da la sensación de que estén haciendo constantemente poesía visual, aunque te estén vendiendo una historia ligera y enferma como esta. Los personajes bailan en la pantalla, los escenarios fluyen continuamente como en un sueño en un amalgama de luces y colores y los sonidos contribuyen a crear una atmósfera de ensoñación y abstracción mental que te deja con una sonrisa en la boca.
Los efectos especiales son geniales, dentro de lo surreal de la historia, no son demasiado abundantes ni excesivamente llamativos.
Los actores, histriónicos y convincentes, están maravillosos. La química entre los dos protagonistas contribuye profundamente a que casi termines por creerte todo lo que pasa en ese mundo de locos (nunca mejor dicho).
La historia en sí es maravillosa y tiene de todo, aunque casi podríamos decir que narrativamente es más como una fábula o un cuento. Hay entre los protagonistas una , absurda, ilógica y preciosa historia de amor; tensiones familiares basadas en l tolerancia, la dependencia o la decepción; parábolas médicas que hablan de la relación psiquiatra-paciente; la galería de personajes es divertidísima; el final es magnífico…
En definitiva, un drama/comedia surrealista con el punto justo de romanticismo, una historia atractiva y divertida y, sobre todo, una delicia visual.
Y, en mi opinión, una muy buena película, con una virtud que en esto del cine es cada vez más difícil de encontrar y que cuando se da con ella, es una alegría: la sensación de que la película, más allá de ser una pieza maestra o un bodrio intragable, más allá de ser buena o mala, es, ante todo, una obra única e irrepetible.
BeatniK
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3
1 de diciembre de 2009
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debido a la brutal combinación entre la actual crisis económica y el precio de las entradas de los cines terminé viendo “The Wrestler”, la última película del titubeante Darren Aronofsky (¿alguien más piensa que Pi es lo mejor que ha hecho de lejos?), varios meses después de su estreno.
Y la cruda verdad es que casi habría sido mejor haberla devuelto al videoclub sin abrir siquiera la caja.
Una puesta en escena decente y un tratamiento bastante cuidado del sonido y de la imagen es lo único que separa esta obra de cualquier telefilm de Antena 3. El guión es inaudito, revisando uno tras otro los tópicos de la historia de antiguo héroe caído en desgracia por sus propios excesos, y que obedece a la estructura típica de “personaje hundido en la mierda tiene una revelación, se arrepiente de su pasado y busca la redención, pero fracasa en el intento trágicamente porque es incapaz de cambiar su naturaleza”.
El film no llega a emocionar en ningún momento, y Aronofsky malgasta su talento en pequeños detalles de dirección cómo las escenas de Randy en la charcutería o la firma de autógrafos. Especialmente cargantes resultan las interminables secuencias de lucha, los momentos en que Rourke y Tomei comparten plano y el desarrollo de la subtrama de la hija. La idea de seguir al protagonista continuamente con la cámara en plano medio corto desde atrás, dando la sensación permanente de que este se dirige a uno de sus combates a través del pasillo que lleva hasta el ring, creando un símil entre su vida actual y una lucha resulta convincente e incluso brillante, pero Aronofsky quizá termina por abusar de este recurso.
La foto es buena, pero va a remolque de lo limitado del guión. A pesar de eso mantiene una línea interesante a lo largo de toda la película. Destacaría en la presentación del personaje, una escena en la que Randy con el rostro iluminado y la mirada perdida levanta una lata de cerveza y esta le crea una marcada sombra únicamente en sus ojos. Beber es malo.
El personaje principal es una caricatura de antihéroe y tan excesivo que ofende, pero Rourke lo borda, de lo poco salvable de la película. No se puede decir lo mismo de una Marisa Tomei que aparece aquí cómo una actriz muy limitada.
Todo parece vacío, a medio hacer, y el recurso de la lágrima fácil y la emoción de melodrama sólo les llegará a las amas de casa menopáusicas (que no son, ni mucho menos, y menos sabiendo quién es el director, el público potencial de esta película).

(Un apunte. El bueno de Mickey Rourke tuvo una experiencia cómo boxeador profesional a principios de los 90 que le dejó cómo consecuencias varias operaciones de cirugía en el rostro y el comienzo del declive de su carrera cómo actor.)
BeatniK
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9
1 de diciembre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deliciosa comedia de un Allen en estado de gracia (justo después de “Maridos y mujeres” y "Misterioso asesinato en Manhattan" y antes de “Poderosa Afrodita”).
Un guión más que brillante que no deja de evolucionar y de girar desde prácticamente el primer minuto de metraje es el arma principal con el que Allen deslumbra y enamora, construyendo una delicada comedia de enredo y situaciones digna del mejor cine americano de los años 40-50, con unos personajes absolutamente complejos que de tan perfectamente dibujados se acercan al estereotipo, una ambientación maravillosa que une de modo fantástico dos ambientes y mundos tan apasionantes y dispares como el Broadway de los años 20 y el mundo de la mafia.
Los temas que fluyen en la trama son algunos de los más recurrentes en la filmografía de Allen: problemas de pareja, inseguridad vital, incapacidad creativa, infidelidad… pero todo ello pasado esta vez por un filtro de agudeza, de buen humor y de vitalidad, que dejan la sonrisa en la boca de una manera más inocente que en otras de las cintas de Allen de corte melodramático similar (Annie Hall, Manhattan, La rosa púrpura del Cairo), gracias a que esta vez la acidez, el sarcasmo y la doble moral se cambian por la ligereza, la extravagancia y un tono menos filosófico.
En el reparto nombrar sobre todo a una Dianne West inmensa como casi siempre, bordando su papel de diva histriónica y manipuladora, y un memorable Joe Viterelli. Palminteri está bastante bien y Cusack, protagonista y alter-ego de Woody, bastante mal. El resto, como suele suceder en las obras de Allen, a un nivel muy alto.
En cuanto al aspecto técnico, destacar una maravillosa ambientación, con exteriores en la ciudad de Nueva York, Broadway, el Upper East side… que realmente te transporta a una época que desprende teatralidad y encanto. La fotografía es excelente y el tratamiento de las luces más aún, la banda sonora es excelsa y el montaje sin llegar a ser acelerado acompaña notablemente el frenético desarrollo de la historia.
En definitiva, una de las mejores obras de Woody Allen, director/actor/guionista (casi nada) que, si bien, como suelen defender sus detractores, es autor de un buen puñado de obras menores (¿y cuántos hay de estos?), también lo es de otro buen puñado, seguramente más grande, de grandes películas y de obras maestras de la Historia del Cine (¿Y cuántos, cuántos pueden decir lo mismo?)
Merece la pena verla, y más de una vez.
BeatniK
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