Al comienzo de esta película, la voz de Ada nos cuenta cómo se siente. Es una voz dulce, una voz que no tiene. Según avanza el metraje nos vamos dando cuenta de que sin voz, nos transmite mucho, incluso más.
Se trata de una trama que bien podría confundirse con una telenovela. Un casamiento forzado entre dos personas desconocidas e incompatibles y la presencia de un tercero generan un desenlace previsible, aunque totalmente distinto y novedoso al mismo tiempo.
Se trata de una historia contada cientos de veces pero con unos matices que la diferencian del resto.
Un guión complejo pero salvado es digno de mención. La dificultad de hacer del personaje principal un personaje sin voz es paliada con un lenguaje gestual y una comunicación no verbal lo suficiente expresiva para crear una protagonista con personalidad, vida y voz propia.
Aunque a veces es auxiliada por su pequeña hija, se consigue crear una configuración totalmente única y palpable en el personaje de Ada.
Por otro lado, esto también trae consecuencias que van en contra de la obra. Un silencio siempre presente, hace que en ocasiones se cree una pesadez que no todo el público podrá soportar. Increíble final digno de ver, con unas imágenes con naturaleza metáforica que hablan por sí solas.
Una banda sonora sublime junto a la interpretación magistral de Holly Hunter dotan al filme de una calidad exquisita.

War story es una película en la que pesa más lo que no se dice que lo que se dice. Casi parece que aquellos silencios son mensajes claros y precisos, logramos entender casi más al personaje principal cuando enmudece que cuando habla.
Un film sobre el aislamiento, la incomprensión, la muerte y el miedo al recuerdo. El peso de la guerra por la experiencia de Lee cambia su visión del mundo, aunque no por ello deja de tomar fotografías, casi guiada por la propia locura.

Tiene escenas memorables que acompañadas de la genuina banda sonora despiertan sensaciones muy potentes: El misticismo y el misterio se convierten en la tónica que agita al espectador.