Película que nos presenta los albores de la adolescencia de un grupo de amigos, especialmente de Pep y Sara, en un pueblo rústico en los años 80.

Es una pequeña gran película. Es sencilla, nos presenta su propuesta sin ningún tipo de alarde pero con todos los elementos que la hacen especial. Se nos presentan a los dos protagonistas, Pep y Sara. Jugando al escondite, que a ella no le gusta, él le pregunta que por qué juega si no le gusta. Eso da el inicio a toda la trama.

En ella, se nos presentan, desde varios puntos de vista, esa etapa de la vida en la que todo son dudas, inseguridades, distorsiones de la vida, conflictos. El inicio de la adolescencia.

Pep es una persona que ama a Sara, que siempre ha estado prendado de ella. Y cuando la oportunidad acontece, afloran una serie de sentimientos que le condicionarán de por vida. Se siente especial (y lo es) y se entrega en cuerpo y alma hacia ella.

Sara, en cambio, es una persona más decidida, más echada para adelante, más madura y más femme fatale si se le quiere considerar así. Muestra una seguridad y un carácter fuerte, pero impostado, pues dentro suyo todo se derrumba. Su familia jamás le ha apoyado y ha sido el causante de su fuga. No se siente querida, como el resto de gente, y no encuentra su lugar en el mundo. Solo desea escapar, como en el dibujo en la pared de su habitación.

Al fin y al cabo, ambos se necesitan mutuamente. Ella lo necesita a él para tener ese tipo de cariño continuado, de amor, que carece en su familia. Él la necesita para descubrir la vida, para formarse como adulto. Para tener una confidente y una pizca de vida que le falta en su vida en la ciudad.

Lo que destaca en este film son los pequeños detalles. Las miradas entre el grupo de amigos, los juegos que hacen, las lecturas de Sara y la mirada de Pep hacia ella, llena de inseguridad y de temor al inicio. Y la abuela y el retrato de la vida en el pueblo, imperdible.

Después del que muchos suponíamos fin de la saga con la tercera entrega, llega la continuación de la saga más aclamada de animación de las últimas décadas.

Una vez visto el film uno se pregunta. Era esta película realmente necesaria? Es decir, si no existiera, hubiera ocurrido algo? Absolutamente, no. Esta película no cierra de mejor manera la saga de lo que lo hacía la anterior. Pero, no por ello, debemos menospreciarla.

Porque una cosa es que no sea necesaria, y otra que no aporte nada. En este caso, nos encontramos con un film de animación más enfocado a la comedia, con un sinfín de gags y personajes, tanto antiguos como nuevos, que nos hacen sonreír y partirnos de risa durante casi todo el metraje.

Es impresionante como una película de animación puede contentar de una manera tan solvente tanto a los críos como a los adultos. Hay infinidad de matices en los personajes, de su carácter, de su forma de actuar, de relacionarse, cada uno a su manera, con sus puntos positivos, bloqueos, etc. que solo cabe rendirse ante tal trabajo. Ya le gustaría a la mayoría de películas trabajar temás tan complicados como el abandono, la autoestima, la dependencia como hace Toy Story 4.

Por desgracia, hay personajes icónicos de la saga que caen en el olvido y, aunque las nuevas incorporaciones resulten graciosas, se echan en falta la presencia de Mr. Potato, Rex y demás.

En resumen, a pesar de ser una película poco necesaria, no por ello resulta prescindible y carente de valor. Toda una joya.

Antes de Amanecer define el amor. Al oír esta palabra, a todo el mundo se le viene a la mente cierta persona. Y sobre esa persona, se le vienen momentos, experiencias que pasó a su lado. Seguramente, los momentos de mayor pasión, de enajenación mental y todo lo que conlleva el amor se presentan al inicio de una relación. En esta película, y en un trayecto fugaz, como de efímera suele ser nuestra fascinación loca por otras personas, se nos presenta lo que todos anhelamos y nos hace vivir, el amor.

Un encuentro fortuito, en un tren, junta a la pareja protagonista que, sin conocerse previamente, deciden pasar la noche en donde para el tren, Viena. Nada más pisar la ciudad, ésta se convierte en una especie de Celestina, entregando personajes que, a través de ellos, definen la personalidad del dúo protagonista, viendo como reaccionan ante cada nueva experiencia que se les presenta. Lidiando con estos desconocidos, se crea una especie de atmósfera de ilusoria intimidad, ya que, sin apenas conocerse, congenian perfectamente. Esto es el amor. El hecho de que a primera vista, sin apenas saber nada de la otra persona, haya una completa compenetración, como si uno estuviera hecho para el otro. Con el paso de las horas, ésto se acentúa y la ciudad cada vez más se convierte en una especie de cobijo para ellos, hecha a su medida, fusionándose todo en conjunto para crear lo que perdurará, el momento. Es eso lo que se mantendrá intacto ante el paso del tiempo, ese recuerdo pasajero, que podría inmortalizarse con una mera fotografía.

Pero como todo en la vida, el amor también se acaba. Esa pasión que en algunos durará unas horas y en otros años, está irrevocablemente destinada a desaparecer por la propia fugacidad que la caracteriza. Después de este tour de amor de una noche, nada puede volver a ser igual. El amor ha matado el amor.

Querido lector, note que no he nombrado ningún aspecto técnico ni el papel del director. Fíjese que esto es debido a que en ningún momento vemos su acción patente, somos simples espectadores del amor que se da en las calles de miles de ciudades en este instante, y ante tal lección de realismo, dudo si veo cine y no acaso la vida misma.

En esta película se nos presenta la siguiente situación: dos vecinas con sus respectivos hijos se llevan muy bien. Tienen sus diferentes estilos de crianza, pero sus vidas parecen estables, sólidas y afianzadas. Un accidente es el desencadenante de un cambio en esa situación, que trastoca esa supuesta seguridad.

A partir de entonces, en mi opinión, empieza a decaer la película.

Uno, cuando se dispone a ver una cinta de Wes Anderson, ya sabe dónde se mete. Le espera un viaje hacia un mundo propio, con sus normas ajenas a las del nuestro, y con unos personajes de lo más carismáticos.

Eso sigue estando en Life Aquatic, pero, a diferencia de otras de sus películas, aquí todos los elementos no acaban de casar bien.

Intenta resultar graciosa, cómica, y no lo consigue mucho. Si bien es cierto que los personajes están bien construidos y resultan carismáticos, la trama y las situaciones por las que pasan, no tienen una coherencia interna suficiente. Es cierto que esta película no intenta que te la tomes en serio, pero en mi opinión, eso no perdona que se pase de incoherente.

A destacar la ambientación del grupo y sus personajes, que es original, y que, aunque me haya gustado más o menos, rompe con lo esquemático que resulta el 95% del cine actual. Eso no se le puede reprochar.

Y que, como siempre, el cine de Wes Anderson es novedoso, así que causará choque entre detractores y defensores.