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Críticas de camargo rain
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
9
3 de diciembre de 2009
46 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo colocado a Stanley Kubrick entre los grandes, al lado de Ophüls, de Renoir, de Ford y de todos los demás, y lo he colocado ahí por sus más que evidentes méritos. Excepto esa etapa final en la que aparentemente enloqueció –producto de la cual son las tres últimas películas–, el conjunto de su obra merece estar en los más encumbrados y sobresalientes altares, y "Lolita" (en mi opinión y salvando la monstruosidad de "2001", que ya no es una película, sino "la película") es la mejor de sus obras. ¡Y mira que es difícil escoger entre títulos como "Senderos de gloria", "Espartaco" y demás...! Bueno.

A Kubrick siempre le gustó tratar universales y controvertidas cuestiones, como el pacifismo en "Senderos de gloria", la libertad en "Espartaco" o la cosmología en "2001", y en esta ocasión nuestra "Lolita" habla de la libido, la más ardiente de las pasiones humanas. No se asoma ni un tobillo, aviso desde aquí, pero esta película es el más completo discurso que nunca vi sobre semejante asunto, la concupiscencia, y la que mejor retrata los estragos que el tercero de los pecados capitales (la lujuria) causa entre las personas. Un maestro, el señor Kubrick.

La película, que narra la enrevesada relación de un señor con su hijastra (pero, insisto, que nadie busque aquí escenas subidas de tono pues no hay ni atisbos, y es que ya se sabe que es mucho mejor lo que se sugiere que lo que se ve...), es una mezcla de cine negro y road movie, y nos mantiene embebidos y expectantes durante la totalidad del metraje. Rodada en blanco y negro y con una fotografía que es como para quitarse el sombrero (Kubrick todo lo hacía a lo grande, y su meticulosidad era extrema), cuenta con los mejores actores imaginables para los personajes que desarrolla: James Mason como el hombre común a quien vuelve loco la citada pasión (un poco al modo de Edward G. Robinson en "La mujer del cuadro"); Sue Lyon, maravilla de chavala, da vida a una Lolita intachable; Shelley Winters está que se sale en su papel de ama de casa desenfrenada, y qué decir de Peter Sellers, haciendo de loco verborreico que aparece y desaparece y nunca sabemos lo que significa, aunque represente el contrapeso a la irrefrenable locura de los humanos... La sociedad occidental (la película se rodó durante 1962, y la sociedad que aparece es la de la época, pero la de hoy se asemeja a aquella por completo), agazapada desde el fondo lo observa todo...

En fin, que el cinéfilo que no haya visto "Lolita" no tiene perdón, y los demás no saben lo que se pierden.
camargo rain
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9
28 de noviembre de 2009
29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a descubrir ahora el genio de François Truffaut, sobradamente reconocido ("Jules et Jim" está entre las mejores películas de la historia), pero sí diré que este es uno de sus filmes más conseguidos. (Casi todos lo están, pero éste, de los que más). Cuenta la historia de un niño que a principios de siglo XIX fue encontrado viviendo como un salvaje –solo en el monte–, y cómo fue "reeducado" por la sociedad de su tiempo en la figura de un maestro que le fue asignado (a quien interpreta el mismo Truffaut, que se lo debió de pasar en grande con este papel).

Película en blanco y negro y amable donde las haya, no sólo te hace pasar un magnífico rato sino que te lleva a pensar en cosas sobre las que habitualmente no se cavila, como el verdadero significado de la educación (enseñar a dominar las pasiones...) y la autoridad en sus más amplias acepciones.

Una obra de arte que te entra por los sentidos como un chorro de vida (encima, hecha con cuatro duros, que la cosa tiene mérito), a lo que contribuyen los maravillosos escenarios naturales, las geniales interpretaciones de cuantos aparecen en la pantalla (realmente, parece que la película está hecha a principios del XIX) y la enmascarada música de Antonio Vivaldi (es el larghetto de uno de sus conciertos para flautín, el RV 443).

Para acabar añadiré que una de mis hijas, cuando tenía dieciséis añitos y sólo había visto Matrix y cosas por el estilo, se la topó por casualidad, se la tragó hasta el fin y se quedó tan deslumbrada que me dijo: ¿cómo nunca me habías dicho nada acerca de esto...? Ni que decir tiene que luego ha visto otras películas del "gran cine" y le gusta hablarme de ello.

Gracias, Truffaut.
camargo rain
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10
28 de noviembre de 2009
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una película nada común, con detalles de documental (documental del espíritu, podríamos decir, aunque el escenario sea la India) perfectamente ensamblados en la trama. Cuando la vemos nos sorprende, pues no es habitual encontrar obras de esta enjundia y que en cuatro palabras (la película es muy sencilla) nos retraten buena parte de las emociones humanas.

Jean Renoir, que es uno de los más completos directores que ha dado el planeta Tierra, va mucho más allá de lo que podemos imaginar. ¿Qué se puede hacer con un río (el Ganges) como único hilo conductor de una historia de amor de adolescentes...? Y del más puro amor, además, que nada tiene que ver con la codicia, el sexo y todos esos añadidos que el alma suele agregar tardíamente a tan elemental sentimiento.

La protagonista, una chica inglesa de catorce años (el tipo es perfecto, al menos para mi gusto: pelirroja rizosa llena de pecas y de inquisitiva mirada en sus ojos azules), nos va llevando de la mano –con su voz en off– de secuencia en secuencia, recurso narrativo que se me antoja muy adecuado al tono general de la historia. Sus amigas, una niña india y otra norteamericana –y por lo tanto pertenecientes a diferentes civilizaciones y maneras de ver la vida–, le dan la réplica en esta fábula que, de forma virgiliana, narra el continuo e inevitable transcurrir de la existencia (del tiempo) apoyándose en el fluir de las aguas de un río.

La puesta en escena es perfecta, pero me llamó sobre todo la atención la secuencia en la que las niñas, de una en una, persiguen por el bosque y ocultándose tras los árboles al objeto de su amor (que el "objeto de su amor" sea un lisiado de guerra es lo de menos y no cambia nada). Ninguna de ellas ve a las otras, y todas creen estar solas y percibir en soledad lo que es el mismo e idéntico sentimiento, y es únicamente el espectador quien contempla el cuadro en su totalidad. ¡Qué recursos narrativos los de Renoir y qué cosas se le ocurrían!

Anécdota curiosa: no sé si será verdad, pero en alguna parte he leído que a Renoir y a su operador (Claude Renoir, sobrino del director y, por tanto, nieto del pintor) no les gustaba el color de los prados de la India, y ni cortos ni perezosos arrojaron sobre ellos gran cantidad de pintura verde hasta conseguir dejarlos a su gusto.

En resumidas cuentas: una obra maestra que habla de la vida y del amor de la más sencilla y sorprendente de las maneras, que seguramente chocará (y en algunos casos desagradará) a quienes estén acostumbrados a la gramática parda propia del cine de estos tiempos, los primeros años del siglo XXI.
camargo rain
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8
28 de noviembre de 2009
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que la película tiene gracia. La vi dieciocho veces cuando era pequeño, hace muchos años, porque estaba totalmente enamorado de Hayley Mills, y de mayor pensé que aquello habían sido arrebatos de juventud, pero la he vuelto a ver ahora y me he quedado sorprendido: es cierto que uno se puede enamorar de esa niña encantadora (que no tiene nada de cursi ni de otros aspectos deleznables del cine actual) que te lleva a su antojo durante el desarrollo de la cinta; y por partida doble, además, lo que le añade bastante gracia al asunto.
En el aspecto técnico se maneja perfectamente, y el guión está estructurado como Dios manda. Que esté catalogada como "comedia familiar", más si es una producción de Walt Disney, puede llamar a engaño, pues no es una comedieta del montón, un relleno propio para las tardes de Navidad, sino una película muy divertida y que deja un magnífico sabor de boca.
camargo rain
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7
2 de enero de 2010
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraña (más bien, atípica) película de Elia Kazan, que parte de una obra de teatro de Tennessee Williams (quien también escribió el guión). Describe el inusual emparejamiento (Karl Malden y Carroll Baker –chica guapísima–, que lo bordan, por cierto) de un señor mayor y una niña que se niega a dejar de serlo, y retrata de manera accidental y muy acertadamente (a modo de pequeños flashes e imágenes neblinosas) ese "sur" de los Estados Unidos que inmortalizó Faulkner. Esto no es "Lolita", a pesar de lo que he dicho, pero quizá haya momentos que se mueven en parecidas coordenadas.

La película resulta un poco desigual, con momentos magníficos (la persecución por los pasillos y habitaciones, por ejemplo, que firmaría Buñuel, sin ir más lejos, o Renoir) y otros (los menos) no tanto. Sin embargo, el balance final es positivo, y a ello contribuyen la fotografía en blanco y negro y la magnífica puesta en escena, propia de un maestro como Kazan; también la presencia de Carroll Baker (a la que da gusto ver) y el tono general de la historia, entre el esperpento y el melodrama (cosa que nos puede resultar muy familiar a los españoles).

Yo se la recomendaría a todo el mundo, pues hoy en día no es nada fácil encontrar historias como estas (sobre todo, tan bien filmadas), por más que piense que con un guión más "cinematográfico" (y más currado en su estructura temporal) la película habría ganado un par de enteros y merecido un nueve. Bueno, no todo va a ser perfecto.
camargo rain
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