El Cubo se convirtió en un inesperado éxito en video gracias a las recomendaciones de los freaks que la proclamaron como una excelente película de ciencia ficción. Un ejemplo de esto es la revista británica "Empire" que la incluyó en su lista de las mejores películas de ciencia ficción de todos los tiempos.

El debut de Vincenzo Natali es francamente sorprendente. El film contagia la tensión y desesperación de los protagonistas. Con un presupuesto bastante modesto, unos actores no demasiado conocidos y acostumbrados a hacer papeles secundarios (la más conocida era Nicole de Boer, por su papel en la serie Star Trek: Deep Space Nine) y una escenografía que se limita a un enorme cubo (cuya iluminación se cambia para simular distintos habitáculos), se realiza uno de los mejores films de ciencia ficción de los últimos años. Sitges, Toronto o Bruselas son algunos de los festivales donde el film fue merecidamente premiado.

Estamos ante un thriller psicológico de ciencia ficción, de finales de los años noventa, basada en la novela homónima de Michael Crichton. Una nave espacial es encontrada en el Océano Pacífico tras estrellarse hace tres siglos (deducido por el crecimiento del coral), y es enviado rápidamente un grupo formado por un psicólogo (Dustin Hoffman), un matemático (Samuel L. Jackson), una bióloga (Sharon Stone) y un astrofísico (Liev Schreiber) para investigarlo. Los cuatro se enfrentan al poder de la esfera encontrada en la nave hundida y a lo largo del film nos irán explicando la procedencia del artilugio y sus poderes. Pronto comienza una cadena de extraños acontecimientos y muertes que llevará a los protagonistas a pensar que la esfera tiene algo que ver.

Primeramente conviene destacar que, en el plano técnico, la película es muy correcta con alguna escena destacable en cuanto al realismo visual. La película no tiene en general buena crítica como adaptación ya que parece ser que tiene muchas diferencias con la novela (no la he leído). En cualquier caso, la idea es original y la película hace lo necesario para mantener en suspense al espectador. De hecho, el director sabe mantener el interés y la intriga a lo largo de dos horas aproximadas de película que no llegan a hacerse pesadas. En este sentido, a mi parecer, el comienzo es muy bueno, y conforme la trama avanza, se vuelve más interesante, y va creando expectativa en el espectador. Tal vez, la parte final no es tan buena como podríamos esperar, pero en todo momento se mantiene la expectación. Justamente este motivo hace que no quede totalmente satisfecho y no pueda decir que la película encarne el perfeccionismo que sugiere el título: el sólido de revolución tan importante en las matemáticas.

Recomiendo este film para pasar una agradable tarde de domingo, pero que nadie vaya al cine a ver esta película con la intención de disfrutar de una trama argumental, o de un guión adecuado, simplemente para reírse un rato.

Tomar la decisión de realizar una secuela de “Esta abuela es un peligro” resultó sumamente fácil para los productores. No sólo es que la película original recaudara más de 200 millones de dólares a nivel mundial en su estreno cinematográfico, sino que además a los espectadores les encantó el adorable, inteligente y extravagante personaje al que Martin Lawrence daba vida, y por lo tanto estaban deseosos de ver que podía traerse entre manos esta oronda septuagenaria.

Lo mejor:
-Divertida comedia para disfrutar en familia, tanto los peques de la casa como los mayores pueden pasar un rato agradable y entretenido con este film.
-Las acciones del pequeñajo tirándose cada dos por tres y del perrito son de lo más divertido.
-Magnífico maquillaje.
-Correcta realización de Raja Gosnell (Solo en casa 3, Nunca me han besado).

Lo peor:
-Salta mucho a la vista que el bombo de la protagonista es una almohada, lo podían haber disimilado un poquito mejor.
-Quizás tiene muchas groserías para una película en la que los niños van a representar un gran número de espectadores.
-Tampoco añade casi nada nuevo de la primera parte.

Con un escaso presupuesto, "Pi" es una película plagada de imágenes evocadoras y que logra reflejar de forma magistral una existencia enfermiza, obsesiva y autodestructiva plasmada en un contundente blanco y negro y acompañada de una banda sonora que, combinada con las imágenes, funciona como un fármaco sónico.

Este film es elogiable por muchos motivos, pero en especial hay que reconocer la temeridad de su creador a la hora de poner en imágenes un tema tan árido como puedan ser las relaciones de un matemático desequilibrado con el medio que le rodea y su progresiva e irremediable obsesión con la teoría de los números.

He de reconocer que algunos fragmentos de la película pueden resultar muy psicóticos, muy rallantes, pero es increíble la cantidad de simbolismos que pueden sacarse. Además aparecen elementos relacionados con las matemáticas que, en muchos casos, lo hacen con un sentido metafórico. Así por ejemplo, hablando del protagonista, Max Cohen es un ser obseso, perseguido por ser el portador de la verdad, pero también condenado por su propio cuerpo a pagar el precio de tan valioso objeto. Cada vez que se encuentra cerca de la solución, su mente se resiste, se ciega, y como ha hecho de su vida un universo cerrado, controlable, manejable y predecible, la migraña no sólo lo ataca a él, sino a todo lo que le rodea. La migraña es la resistencia del cuerpo y la realidad a dejarse controlar por esquemas numéricos, en donde la imaginación no tendría lugar.

Aparecen en escena dos sectores de la sociedad con interés en poseer en exclusiva esta dichosa serie numérica. Por un lado los poderes religiosos, representados por los miembros de una secta judía, que ven en este conocimiento el medio para alcanzar a Dios, y por otro lado los poderes económicos, representados por un grupo de financieros de Wall Street que necesitan el número para asegurar sus ganancias.

En cierta manera, la posesión del número representa obtener el poder absoluto, tanto a nivel espiritual como material. Lo que en mística sería conocer a Dios, en ciencia sería poder predecir resultados de fenómenos caóticos, que es lo más parecido a la omnisciencia divina.

También hay que decir que hay muy pocas ocasiones en las que las matemáticas son utilizadas y simbolizadas en el cine, y es que las referencias matemáticas son siempre puntuales y vinculadas a biografías de científicos famosos (como en "Una mente maravillosa"), o bien son documentales hechos a propósito para la enseñanza de conceptos concretos (como la serie "Más por menos"). Por eso, como matemático que soy, encontrar una película cuyo argumento sea en sí mismo matemático es todo un lujo que no hay que desaprovechar (realmente hay muy pocos caso: “Cube”, “Pi: fe en el caos”, “Moebius”...).

"Moebius", fidelísima adaptación del estupendo cuento de A. J. Deutsch, es el ejercicio efectuado por un conjunto de estudiantes de una escuela de cine bonaerense bajo la dirección del profesor Gustavo Mosquera.

Se trata de un thriller de ciencia ficción en el que la acción comienza cuando un tren del metro con más de veinte pasajeros desaparece en el circuito cerrado de las vías subterráneas de Buenos Aires. El oficial a cargo, incapaz de ofrecer explicación alguna a las autoridades ni a los parientes de los pasajeros desaparecidos, recurre a la empresa que diseñó el sistema. Se inicia entonces una búsqueda angustiosa dirigida por un joven topólogo, a partir de ciertos mapas y datos técnicos que va reuniendo poco a poco. Todo parece que va a resultar inútil cuando, por una circunstancia fortuita en la que casi pierde la vida, se introduce en un tren que marcha a una velocidad inverosímil y allí se enfrenta con la sorprendente revelación final.

Realizada con un presupuesto mínimo, el film sorprende por su estilo e imaginación. Supone una excitante cinta de intriga con un fondo de ciencia-ficción que no precisa de efectos especiales para cautivar al público, manteniendo la atención continuamente y logrando casi una obra maestra.

Posee un conjunto de detalles en los que prima un talento inusitado y una potencia determinante en sus imágenes. En particular, las metáforas visuales son espléndidas, la más patente de las cuales sería esa montaña rusa que reproduce la figura de una cinta de Moebius, plano al que sigue de inmediato un calendario que muestra un inmenso 8 (otra representación de la cinta) que inclinado ofrecerá el emblema del infinito. Otro sugestivo juego visual que propone el film al espectador implicado, es un plano en contrapicado de una carretera escindida, rota, que no conduce a lugar alguno.

Se trata en definitiva de una obra de coleccionista que ha recibido varios premios, esperemos que este grupo de estudiantes realicen más trabajos. Os animo a visionar este film, en especial a aquellos que estén intrigados en conocer a fondo qué es una banda de Moebius.

Nota: La banda de Moebius o cinta de Moebius es un objeto que tiene una sola cara y no es orientable. Para construirla se parte de una cinta cerrada de dos caras. Se hace un corte, se gira uno de sus extremos y se vuelve a pegar. Este objeto se utiliza frecuentemente como ejemplo en Topología. La banda resultante sólo tiene una cara, lo que se puede comprobar tratando de pintar un lado de un color y el opuesto de otro: se llegará al momento en que los dos colores choquen.