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España España · Sevilla
Críticas de Bukowski
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
8
24 de octubre de 2006
89 de 112 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver la última película de Richard Linklater, basada en una (otra) novela de Philip K. Dick, que ya diera obras maestras del cine como Blade Runner. En general, lo más destacable de la película es el efecto rotoscopio con el que ha sido rodada, de una belleza extremada, que hace que te pases la hora y media larga de película simplemente observando cómo se mueven los dibujos. Algunos planteamientos del film también son interesantes, y hacia el final de la película nos estaremos preguntando quiénes son los buenos y los malos, qué hay detrás del juego de las apariencias, de las máscaras, de las sombras chinescas, de ése gran teatro del mundo que apuntó Calderón. Sin embargo, hasta llegar al asunto central y realmente importante de la trama, ha pasado más de una hora en la que ha ocurrido menos que en Esperando a Godot, llena de diálogos sin sentido de drogadictos (porque ésta es una película de drogadictos en toda regla, sí señor) y de bajones de ritmo apabullantes (cosa que también ocurría en Walking Life, la anterior película de Linklater), de la que se salvan sólo la belleza estética de las secuencias (muy bien rodadas, por otra parte), algún que otro rompimiento de gloria en los diálogos, y poco más.

El guión en este punto es bastante inconsistente, y el hilo conductor que lo mantendrá vivo serán algunos detalles, muy de novela de K. Dick, que conseguirán mantenernos interesados gracias a una aparente confusión. También ayudan las interpretaciones Robert Downey Jr. (en su salsa, gran papel), Keanu Reeves (está bien pero sin grandes alardes) y Winona Ryder. En todo caso, la trama ganará muchos puntos a partir de que pasa la primera hora, donde toda la gran tela de araña se va destejiendo poco a poco y empezamos a ver lo que hay detrás del juego de nombres y de disfraces, donde por fin entenderemos de qué va A Scanner Darkly. Y entonces, cuando abramos los ojos, y sobre todo, cuando lleguemos a las secuencias finales, y cuando salgamos del cine (por cierto, escuchando la estupenda canción Black Swan extraída del último disco de Thom Yorke, The Eraser), cuando nos demos realmente cuenta del regusto agradable que la película deja en nosotros. Que lleva a pensar que, aunque no sea una obra maestra, sin duda sí es una obra muy digna de ver. Y no sólo por el preciosismo estético.
Bukowski
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9
27 de julio de 2007
30 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es como cada una de sus acciones: serena, pero decidida. La lentitud es algo subjetivo y que queda fuera de valoraciones. La forma en que se cuenta una historia es parte de la historia misma. A través de la conversación -casi monólogo, que recuerda a ratos a Persona de Bergman-, y de un obstinado silencio, y de pequeñas grandes piezas musicales, Alexander hará su particular -y extraño- camino del guerrero, en el que lo dejará todo por una Verdad mayor, de la cual está convencido. A pesar de Nietzsche, hay cosas más importantes que uno mismo, que están fuera de uno pero que son más parte de sí que cualquier otra. A veces merece la pena borrarse de un viejo mapa para que no se destruya. Crecerán nuevos árboles bajo las cenizas de la casa rota.
Bukowski
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8
27 de junio de 2009
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que yo sepa, El cuarto poder (Deadline USA) es la primera película de Richard Brooks. Una película que, como muchas otras a lo largo de la historia del cine negro, trataron de una forma u otra el tema del periodismo. La película, que no llega a la hora y media de duración, narra la historia de un periódico serio, The Day, cuyo redactor jefe, Mr. Hutcheson, está interpretado por Humphrey Bogart. Este periódico está a punto de ser comprado por una cadena de corte más amarillista y que Bogart desprecia, ya que las hijas del dueño no quieren saber nada del asunto de las noticias.

Bogart está tremendo, como siempre, con sus frases lapidarias y su sonrisa sardónica y su capacidad empática. Pero, dirá el avispado lector, esto no es suficiente para salvar la película. Pues no, supongo que no. A pesar de los defectos que tiene, que los tiene (un final un poco extraño, el protagonista femenino metido medio con calzador, …), El cuarto poder es una gran película.

Y lo es no sólo por poder mirar con cierta nostalgia el amor que la industria del cine de EEUU sentía por el periodismo. El cuarto poder es una película que te mantiene completamente atrapado, cuyo guión de ritmo está perfectamente planificado. Y más allá de los motivos técnicos, porque ésta es una de ésas películas que animarían a cualquiera a ser periodista. En esta cinta se nos habla de la cohesión de los miembros de una redacción, de la amistad, del honor, del deber en el trabajo pero, sobre todo, de lo que es sentir amor por un oficio y un compromiso por contar la verdad, que debería hacer suyo cualquier periodista, pero que lamentablemente está muy venido a menos. Aderezado con su mijita de investigación, de mafiosos italoamericanos dedicados oficialmente al ladrillo (¿a alguien le suena?) y su chica inocente asesinada. Y Bogart.
Bukowski
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5
16 de febrero de 2007
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película, a pesar de tener una soberbia fotografía, una decente dirección y alguna que otra actuación bastante buena, no pasa de mediocre. Shyamalan es un tío que sabe hacer cine, eso es algo que quedó claro cuando salió El Bosque. Sin embargo, El Bosque tenía un argumento y una idea de fondo muy salvadora, que en La joven del agua no existe. La fábula que se nos cuenta en la película, simplemente, no es creíble. En parte, por la actuación de Paul Giamatti, que a pesar de haber hecho interpretaciones más que decentes en películas como Entre copas, no da el pego en ésta; la protagonista femenina sí está un poco mejor. En general, los asuntos del guión salen prácticamente de la nada, la gran amalgama de personajes están dispersados por la película, y algunas lagunas de guión son absolutamente impresionantes.

Por otra parte, la película tiene un ritmo terrible. Los primeros veinte minutos los ves con interés; luego, empieza a decaer. Después de una hora vuelve a subir la intensidad dramática del film, para luego volver a caer hasta el infinito y más allá hasta el final de la película, con escena buscando la lágrima fácil por medio; un final que deja absolutamente indiferente, con la sensación de haber desperdiciado dos horas de vida en ver un experimento visual que no es nada más que eso: un cuento para dormir, y de los malos.
Bukowski
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9
17 de octubre de 2006
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente la mejor película de Lumet, y probablemente también una de las mejores películas de toda la historia del cine. Con un cierto regusto teatral (que no deja de ser eso, porque lleva un cuidado cinematográfico impresionante en cosas como la fotografía), uno de los mayores aciertos de la película es el rápido planteamiento del nudo. En poco más de dos minutos, nos hemos enterado de todo: los “doce hombres sin piedad” son los miembros de un jurado popular, cuyos miembros no se conocen, que tendrán que decidir si enviar a un chico de dieciocho años a la silla eléctrica por, presuntamente, haber matado a su padre, o declararle inocente y libre, siempre que exista “una duda razonable” (elemento importantísimo en la justicia que a veces olvidamos). Así, toda la restante hora y media de película se desarrolla dentro de una habitación, donde esos doce hombres discutirán acerca de muchas cosas, pero sobre todo de justicia, de humanidad, de vida, y de muerte. Juzgando al acusado acabarán juzgándose a sí mismos, y a través de una impresionante actuación de Henry Fonda descubrirán que no es oro todo lo que reluce, ni toda la gente errante anda perdida; que una motivación aparentemente banal puede tener consecuencias terribles. Que la Justicia es mucho más que una palabreja que llena periódicos, que merece unos leones alados que la custodien.

En fin, tratando de no ser demasiado pesado, simplemente quiero recomendar muy efusivamente esta película a todo el que le guste el buen cine. Atención especial a la fotografía, a los pequeños detalles (a veces la importancia de éstos me recuerda a Frank Capra), y a los primeros planos.
Bukowski
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