Una comedia divertida, con buen ritmo, que explota todos los clichés habituales, pero incluyendo giros inesperados. Los gags se van hilvanando de inicio a fin.
El guión trata, tangencialmente, temas profundos como la corrupción, la ecología y las necesidades del tercer mundo, pero sin golpes bajos.
Para pasar un rato entretenido y comentar largo rato a la salida del cine.
Muy recomendable.

El film que Hirokazu Koreeda rodó en 2018 ha sido objeto de interpretaciones diametralmente opuestas. En algunos países se la presentó bajo el nombre Ladrones de tienda (Shoplifters) mientras que en otros se la tituló Somos una familia. Si bien el título de una película no juega un rol determinante a la hora de apreciarla, asombra semejante divergencia.
Koreeda no es precisamente un director desconocido, su carrera se remonta a la década del 90, cuando se dedicaba a documentales, pero ya en 1995 presentó su primer largometraje de ficción Maborosi, la trágica historia de dos jóvenes enamorados. Su temática favorita han sido desde siempre las relaciones interpersonales. Esta tendencia se hizo aún más notoria en sus últimas y más celebradas producciones: De tal padre, tal hijo y Nuestra hermana menor.
La imagen inicial de Somos una familia nos muestra a un adulto y una jovencita, que roban algunos productos en un supermercado, luego compran algo de comida en un puesto callejero y finalmente, ya tarde a la noche, encuentran camino al hogar a una pequeña, llorando sola en su casa. ¿Cuál de estos tres hechos es el más relevante para la historia? ¿Será que quienes titularos la película como Ladrones de tienda sólo vieron los primeros siete minutos?
Koreeda presenta, con gran sensibilidad, una comunidad que no nos es ajena, a pesar de pertenecer a una cultura tan distinta a la nuestra. Una abuela que es crítica con los adultos, pero comprensiva con los niños. Una pareja madura, en la que hay más compañerismo que amor y mucha discusión a la hora de tomar decisiones. Una joven que se ocupa principalmente de su apariencia y un niño introvertido, pero muy inteligente. Son una familia no por el mero hecho de compartir el espacio, sino porque se preocupan unos por otros, se cuidan y ayudan.
Una interesante película, que nos muestra la vida de un grupo marginal, pero sin centrarse en los detalles morbosos, que los hay, sino señalando con vehemencia la calidez de las relaciones interpresonales, los lazos de afecto que los unen y no requieren ser verbalizados para resultar evidentes y las estrategias que el pequeño grupo pone en práctica para sobrevivir con sus escasos ingresos. En este entorno, la nueva presencia viene a desequilibrar el precario equilibrio que arduamente mantienen, eso no es una sorpresa, y sin embargo, la pequeña pasa a formar parte de “la familia” casi automáticamente.

Una película que, a pesar de su falta de originalidad, no deja de ser entretenida. Muy buena actuación del legendario Michael Caine, que a sus 85 años de edad y con más de 110 películas filmadas, tiene una solvencia increíble. El director logra algún efecto interesante, al mezclar imágenes de archivo con las de la película que, además, tiene el clásico encanto de los films basados en hechos reales.
No es un film memorable, pero tampoco el peor que he visto.

Una película bien filmada, sobre una idea sólida, que sin embargo no es capaz de ir más allá de una mirada burguesa culposa, que no ve más que al hombre como lobo del hombre. En todos los niveles hay un cierto grado de abuso y la sempiterna suciedad, que nos impide olvidar que esos niños son pobres y que viven en un lugar detestable. Ya en la primera escena la cámara se regodea con el abandono y la violencia gratuita. Esa mirada sesgada, que oscila entre la conmiseración y la condena, coloca al espectador en una situación artificial, en la que le resulta imposible formar su propia opinión.

La Favorita es, antes que nada, una película sobre mujeres. Sus deseos y miedos, su dolor y sus aspiraciones están en el centro de la trama. Alrededor de este trío formado por la reina Anna y sus dos cortesanas orbitan, ocasionalmente, pomposas figuras masculinas, tan maquilladas y perfumadas que parecen querer mimetizarse con ellas.
La historia transcurre en Inglaterra, en los albores del siglo XVIII, durante uno de tantos enfrentamientos con Francia. Lo minucioso de la recreación de época, tanto en los cuidados vestuarios en blanco y negro, como en los escenarios, que incluyen vastos y fastuosos ambientes, atiborrados de objetos pero carentes de vida, no alcanzan para hacer de La Favorita una película de época.
Tampoco puede decirse que sea una bio-pic, aunque es cierto que el film se centra en el frágil mundo de la última reina de la dinastía Estuardo. Una mujer enferma, que sufría de grandes dolores, había perdido 17 hijos y estaba llena de dudas sobre su capacidad para dirigir los asuntos de estado.
Se trata de una película sobre el poder y las relaciones entre mujeres de todas las clases. Mujeres que saben que deben valerse por sí mismas, porque los hombres sólo pretenden usarlas para concretar sus propósitos. Mujeres que buscan defender sus logros y mantener su posición en un mundo dominado por hombres, que les es hostil.
La imponente actuación de Olivia Colman ya ha cosechado varios premios importantes (Festival de Venecia, Globo de oro, Asociación de críticos de Los Angeles, etc). Rachel Weisz, quien inicialmente no había sido convocada, desempeña su rol con la solvencia a la que nos tiene acostumbrados. Ambas actrices ya habían trabajado con Lanthimos en el film La langosta. Sorprende la versatilidad que muestra Emma Stone, que despliega una rica gestualidad a medida que la película avanza, dando cada vez más fuerza y solidez a su presencia en pantalla.
A pesar de que la película ha sido catalogada por varios críticos como una comedia negra, no creo que los pocos gags (como la escena del baile o los anacronismos en los diálogos) alcancen para quebrar la atmósfera opresiva y los rasgos de crueldad que jalonan toda la película. Este mundo femenino no es delicado o romántico, sino duro e hiriente y las protagonistas, sin mayor grandilocuencia, hacen gala de una ferocidad, que opaca la de cualquier personaje masculino.