Si somos sinceros, el texto original de Muñoz Seca es un poco regular. Pero por algún motivo Fernán Gómez usa un humor del absurdo y unos recursos que no sólo empastan bien con el texto, sino que recuerdan a cómicos posteriores y desde luego más modernos; en mi caso, que igual nadie lo comparte, me pareció una película muy MonthyPythoniana.

Esta película es algo más que llevar teatro al cine y tiene ese punto oculto y de frescor que la hace distinta. Recomendable para los amantes del teatro, precisamente por no ser teatro.

Es la pregunta que me guardo al final de la película. Dziga Vertov se plantea un objetivo claro, y es hacer cine usando sólo el código del cine y evitando, principalmente los del teatro y literatura. Como objetivo es ambicioso y no sé si consigue hacerlo realmente. Intentaré explicarlo.
No podemos ver esta película como se vio en 1926. Simplemente no se puede, han pasado 81 años y los códigos de los que quiere huir Vertov no son los mismos. Quicir (quiero decir), puede que donde ahora veamos contaminaciones de teatro o literatura Vertov sólo viese su innovación. Los códigos han cambiado y digamos que a día ed hoy el objetivo propuesto no se consigue del todo.
Siendo justos, sólo se nota este pequeño fracaso en los primeros compases de la película... luego consigue y holgadamente lo que se propone.
Y efectivamente, es una excelente película con una fuerza visual impactante y un manejo del montaje que te deja patidifuso.

Por lo demás desrecomendar la edición que yo tengo de la película (de una colección que se llama "Orígenes del cine") porque han intentado traducir algunos rótulos introduciendo intertítulos (cosa que a Vertov gracia no le haría). Intertítulos que parten el ritmo porque están en pantalla 5 segundos para traducir una imagen de apenas unos cuandos frames. Con lo útiles que son los subtítulos...

Sólo de pensar la de cosas que se podría hacer con el dinero invertido en esta bazofia, me entran ganas de llorar.

No sé si deberían destruir todas las copias de esta película (y matarnos a los que la hemos visto) o pasarla en los colegios como material didáctico de qué no hay que hacer. Y no me refiero a sólo cinematográficamente.

Es demasiado pobre, incluso para lo que era de esperar.

Quizá lo más interesante de esta película es cómo Leni Riefenstahl sienta las bases de lo que será el comportamiento de los políticos ante las cámaras durante ya más de 70 años.

Hay que tener en cuenta que es uno de los primeros filmes que muestra a un político en acción ante el pueblo y por supuesto con fines propagandísticos. Ahora tengamos en cuenta que esta película establece el código de "Cómo filmar a un político para que quede bien". Y ahora tengamos en cuenta queeste código es el empleado desde entonces. Ese es, en mi opinión, el verdadero aporte de esta cinta.

Cada vez que veáis a un político coger un niño de entre la masa y darle un beso y a su madre mirándole con arrobo acordaos de Leni Riefenstal.

¿Qué es el amor? ¿Qué son las apariencias? ¿Qué es la amistad? ¿Qué es arte? Estas y muchas otras cuestiones plantea Neil LaBute en clave de fina comedia romántica (o no tanto, pero sí comedia).
Diálogos muy rápidos, unas muy buenas interpretaciones de todos ellos y un sentido de la estética muy desarrollado por el director, esta película destaca sobre todo por haberse resistido al boca boca (no hablemos ya de la promoción mediática).
Y es que tiene de todo esta película y en dosis de buena calidad. Grata grata sorpresa.