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España España · BARCELONA
Críticas de DUKITO
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
8
10 de septiembre de 2011
56 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me ha parecido injusto el sistema de puntos que tiene el tenis para situar en el ranking. Pero ese sistema es una metáfora de las relaciones de pareja. Un día eres el número uno, has ganado todos los torneos habidos y por haber, eres el único, tienes tantos puntos que hasta te sobran. Iluso. Pasa el tiempo, los torneos siguen jugándose. Y claro, si el año pasado ganaste Wimbledon, como ahora llegues a la final y no triunfes, ya pierdes puntos. ¿Por qué? porque no partes de cero, sino que defiendes los del año anterior, o sea, todos. Cuando estás en la cumbre sólo puedes caer, nunca ascender, y mantenerte es una quimera. Lo más gracioso es que hay otros jugadores, que incluso puede que tuvieran 15 puntos frente a tus 19456, y estuvieran perdidos en la tabla, pero que, amigo, precisamente por eso tienen todo a ganar. Cada golpe que a tí se te da por descontado, en ellos es un drive fuera de serie. Ahí estás muerto. Suben 500 puestos de golpe al ganar el trofeo de la galleta, y tú vas caminando hacia atrás irremediablemente. Y si se te ocurre lesionarte tres mesecitos...adiós. Cuando te quieres dar cuenta, has pasado a ser un segundón pasto de la compasión ajena en el mejor de los casos. Y tienes dos opciones: o te retiras asqueado del sistema, o sigues en él peleando trofeos, intentando ganar el máximo posible para recuperar prestigio, honor y gloria.
Me gusta mucho Hannah y sus hermanas, y me gusta porque Woody, a su inteligente y mordaz forma, nos muestra el amor tal y como es, hermoso y fugaz, divertido y triste, cambiante. Y él lo acepta así, con ese irrepetible Caine adúltero enamorado como un chiquillo, con gente que deshace y rehace sus relaciones de forma a veces dolorosa pero con una soltura de la que muchos no somos capaces. Porque todo sistema tiene sus inadaptados, que no son capaces de integrarse, y eso les lleva a una infelicidad permanente, a tener un poso de tristeza incluso en los momentos más dichosos. Por eso me encanta la película, porque me sirve de espejismo mientras dura, me veo en ese mundo y me veo sin tanto drama, no pasa nada porque la vida sea una rueda donde nadie es imprescindible, ni siquiera uno mismo, que se cree tan único, en la que la persona que te quería con devoción ahora hace el amor con otra y le mira igual y le dice las mismas cosas. Incluso tú mismo puedes llegar a hacer lo mismo. Mejor, ¿no?, sin esa capacidad de mutar el ser humano estaría anclado en la tristeza de los amores pasados. Hay que seguir viviendo, dicen. Y seguro que tienen razón. Todo Allen es un poco eso, es romántico, es nostálgico, pero sus personajes viven al día, se enamoran, se desenamoran, sufren, ríen, se encuentran y desencuentran....Es un conocedor del ser humano, de las cualidades buenas y malas que tiene, y las plasma en la pantalla, no haciendo un juicio sumarísimo a nadie, al revés, todos son tratados con cariño, todos deberíamos ser tratados así, tan imperfectos, tan a la intemperie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
DUKITO
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10
17 de marzo de 2011
33 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo contar 30 o 40 años de una vida? años de dolor porque Hallie no está, ni estará, un dolor a menudo insoportable sólo atenuado por el alcohol y por amores fugaces sin principio ni fin, años sin motivo, de Ulises que huye a no se qué batallas sin Penélope que le espere, de resentimiento porque le robaron lo que amaba...¿o fue él mismo quién lo perdió?. Sí, joder, tendría que haberle pedido que se casara con él mucho antes de que llegara ese hijo de puta con sus libros y sus principios, tendría que haber dejado que Valance le...no, eso no, el recuerdo de su sacrificio es lo único que le mantiene en pie, hizo lo que tenía que hacer, un acto de amor sin recompensa...para terminar podrido en un pueblo irreconocible, tan irreconocible como es él para los demás, que ya no son ni amigos ni enemigos. Una vida llena de tristeza, de esa que no se va, que forma parte de tí, vida de nostalgia y de amor y de rencor, de desesperación y finalmente de desesperanza. Hasta irse dejando morir poco a poco, seguramente susurrando su nombre un millón de veces, añorando, como siempre, lo que nunca tuvo.
¿Cómo explicar una vida tan compleja, una vida entera de un hombre? supongo que hay dos maneras, una con horas de metraje detallando pasajes con mayor o menor interés, y la otra la que escoge Ford, una imagen, casi un instante, una casa quemada desde hace una eternidad en un desierto rodeada de cactus en flor.
DUKITO
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10
13 de mayo de 2011
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
La memoria me lleva al salón de mi casa (la casa de papa y mamá siempre lo es), con una mirada inocente a la que hoy apenas le queda un hilo de vida, clavada en la pantalla desde los primeros acordes de la cítara, asombrada con esos encuadres, esa fotografía en blanco y negro con infinita gama de grises (ese Pumares de madrugada...), esos diálogos de intriga in crescendo, esos amores cruzados libres de cursilerías y lugares comunes, esa noria, esas alcantarillas...el niño mira al padre buscando complicidad...¿qué buena, no? ¿o me lo parece sólo a mí?..la cara del progenitor Quintero seria, mirada nada inocente la suya. Conociéndole, si no bosteza, ni mira el reloj, ni se ha largado al "camaso" es que debe de tener su aquel el film. Hoy la veo, o pienso en ella, y la emoción se me escapa empezando por donde sólo una persona sabe, y creo que no hay una mejor, ni más redonda, historia de dolor que la de este hombre de mirada impasible en Viena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
DUKITO
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8
13 de agosto de 2011
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo haberle visto llorar una vez, yendo en un coche, varios familiares, yo en mi ventanilla, supuestamente ajeno a todo. Desconsolado, gemía, de camino a un hospital, "ya no la volveré a ver más", y mi tío le trataba de consolar torpemente, " que no, padre, verá como no es así". Pero ella se fué, y él nunca volvió a ser el mismo. De casa en casa, tres meses aquí, tres meses allá, siempre dando esa sensación de estar fuera de lugar aunque nos quisiera y le quisiéramos. Su hábitat, el pueblo, no era lo mismo, el hombre no deja de ser un animal, un rinoceronte sin su llanura. Sin embargo, su crepúsculo fué mi felicidad. Era un acontecimiento recibirle en casa, tres meses para disfrutar, para correr hacia él al salir del colegio (si van tus padres, te averguenzas, si van tus abuelos, te enorgulleces....cosas de críos, ¿no?), para largos paseos por el campo que te parecen expediciones emocionantes, fogatillas que se tornan hogueras, la búsqueda de un palo, una rama, que haga de bastón para nuestro capitán. Las fábulas leídas en el sofá, los dichos y refranes impresos en su memoria que le hacíamos repetir una y otra vez. Las sopas de leche para desayunar, con Los Porretas, por supuesto, antes de llevarnos al cole. Las nocheviejas tomándole el pelo y abusando de su infinita paciencia. "Qué guapa es esa mujer, y qué blanca, y casada con un negro como el tizón", admirador de la belleza y descubriendo un mundo de ciudad que no era el suyo. Eso y mil cosas más. Un día mis padres se van, está ingresado, nebulosa infantil provocada por la ignorancia y por la falta de información. Preguntaba si podía ir a verle. "No pasa nada, pronto volverá". Protección al menor, no podemos ver el dolor, no sea que nos demos cuenta demasiado pronto de que el jardín se puede convertir en pesadilla. Pero yo eso ya lo sabía desde hacía mucho tiempo, cuando lloraba sólo la muerte de mi abuela en una casa del pueblo con mis hermanos dormidos al lado. La soledad de un niño se parece mucho a la de un anciano. No volvió, claro. "Ya está con Dios". ¿Quién es ese Dios que se lo ha llevado?¿por qué?. Ahora, mil años después, agradezco el haberle tenido, en realidad está conmigo siempre. Está, pero no está. No puedo cobijarme a su sombra y sentir que nadie puede hacerme daño.
Adoro esta película, rareza donde las haya en el cine americano, que no en otros como el japonés, me hace llorar por lo que cuenta y por lo que me hace recordar. Por el respeto, el amor y la admiración que demuestra hacia lo que muchos llaman "nuestros mayores". Qué ingenuos somos. Nosotros somos, hemos sido y seremos siempre sus pequeños.

A mis abuelos, con todo mi amor.
Y a Ra, nieta de tantos.
DUKITO
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Gomaespuma (Serie de TV)
SerieAnimación
España1994
6,3
1.917
Juan Luis Cano (Creador), Guillermo Fesser (Creador)
Animación
7
3 de enero de 2012
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
...de la esperanza de otros, que no de la mía. Cuando la cadena amiga, amiga de otros por supuesto, todavía se molestaba en dar alguna oportunidad a programas que asomaban la patita entre la basura, emitió éste, me enganché como no hacía desde los tiempos de V (con perdón). Y claro, sucedió lo irremediable: fue bonito mientras duró, o sea, dos telediarios. Descanse en paz.
A Wyoming, héroe superviviente de tantos años de plató en plató acumulando despidos.
A Buenafuente, refugiado en las madrugadas de las bombas fétidas del amo de la tele JJV.
A Los Simpsons, que sobreviven incluso a Antena 3 y sus millones de repeticiones de cada capítulo.
A la 2, la gran evasión ante interminables sagas de películas de terror y de acción, auténticas tomaduras de pelo para tontos que se lo dejan tomar.
A La Sexta 3, que nos regala ratitos de calidad entre tanta cantidad.
A Sobera, hombre, claro que sí, por poner inteligencia al servicio de un concurso.
Y a algún programa o serie más que ahora no recuerdo pero que estar, está.
Y a aquellos tiempos en los que había cabezas pensantes que intentaban que los demás hiciéramos lo mismo. Lo de ahora es más práctico, claro, es mucho más fácil gobernar un país de incultos. Así cualquier salvapatrias podrá hacerlo.
Qué tiempos aquellos, me reía con mi padre y mi hermano con las parodias aparentemente sencillas pero llenas de detalles, de matices, en las palabras y en los gestos de aquellos muñecos todos iguales, y sin embargo, todos diferentes.
La edad de la inocencia termina cuando uno intuye, para luego saber, que ya nada será igual.
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DUKITO
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