La historia gira alrededor de tres personajes tan disímiles como homólogos: un ex-convicto ya entrado en años y con un vasto historial a cuestas, una adolescente conflictiva -típica y no tanto- y un joven inefable y, por lo mismo, súper-interesante y de lo mejor que "The Yellow Handkerchief" tiene para ofrecer (atención a esta joven promesa del cine y teatro británicos, Eddie Redmayne).
Quizás el azar, o tal vez el destino, hizo que tres desconocidos unidos en la adversidad (quizás este término resulte exagerado) o en su cotidiana desgracia, emprendieran un viaje que los haga escapar de su realidad. O emprendieran la búsqueda de lo más parecido a la felicidad. Pues de qué más se trata la vida sino es aquella constante afición por cargar de significado a un simple pañuelo amarillo.
La mayor parte de la película es un bagaje de escenas extrañas que hacen de la trama un recorrido irregular, desde el inicio hasta buena parte del desarrollo. Pero es probable que este sea el único camino para llegar a un descenlace cuanto menos interesante, cuanto más, conmovedor.
Buenas actuaciones (sobresalen, como ya lo he señalado, Redmayne y un siempre correcto Hurt), una exposición de paisajes soñados y una banda sonora que no sólo acompaña, sino que construye y resignifica cada escena. Todo, en definitiva, contribuye al entretenimiento. No deja de ser una película simple, mas es absolutamente recomendable.

Siempre que leo algunas críticas acá me gusta pensar: ¿y vos cómo lo harías?

Después de ver Saw, prometí nunca más dejarme llevar por prejuicios.

Tardé 16 años en verla, y hoy, 2020, después de haber visto la decadencia del género y el severo agotamiento de ideas (salvo algunas perlas como Hereditary), esta película todavía es un soplo de aire fresco, aún hoy sigue aportándonos novedad, sorpresa, angustia, temblor en el cuerpo. Así y todo, hay quienes la van de críticos acá que pretenden clasificarla como serie B, lo cual es absolutamente inmerecido para este film que aún hoy se recuerda y conserva, bien ganado, su sello de clásico.

Me reí de una que dijo que después de verla, nadie se acordaría. Pues mira, te cuento, no. El tiempo sólo la mejoró, porque entre tanto contenido insípido y hueco de emociones, "Juego del miedo" me las devolvió. A montones.

Tanto Oscar tribunero y yo a Riz Ahmed le daría mil, así de una.
No se trata sólo de la calidad de un actor para la interpretación. Es alguna otra palabra que todavía no se inventó, algo que sale de las entrañas y las vísceras y te suspende, te causa un efecto hipnótico ante lo majestuoso.
El cine es un arte, y Riz Ahmed en esta película es un arte que interpela hasta sangrar.
Gracias por esto. Gracias de verdad.