The Wire es una serie para los amantes del cine. Tiene alma. Vida propia. Es real. Es tangible y verosímil. Sin adornos ni estridencias. Algunas de las frases que se pronuncian en los diálogos de esta obra maestra son aplicables a la vida de cualquiera, pero los silencios, eso ya es otra cosa. Los silencios en The Wire son la prueba de que todavía hay alguien ahí. Todavía existe gente con gusto por el audiovisual y el producto de calidad, que no trata al espectador como un necio llenando cada segundo de metraje con frases que intentan ser más o menos lapidarias o memorables. Gente que entiende que, en la vida, no siempre decimos algo gracioso, o definitivo, u ocurrente en el momento preciso. De hecho, casi nunca sucede así.

Muchos de los capítulos de The Wire terminan con escenas tan normales que despistan. No intentan que acabes mordiéndote las uñas en esos 2 últimos minutos. Te las muerdes porque el guión es tan poderoso y atractivo que no puedes dejar de pensar en él. Porque da la impresión de que todos esos personajes existen, y tienen que vivir en Baltimore todos los días de su jodida vida, así que para qué mostrarte a un personaje nuevo en el final de un capítulo, o dejar a medias una persecución. The Wire se paladea, y agradezco a HBO el haber hecho 5 temporadas de ésta, la mejor serie que yo haya visto jamás.

Gran día en el videoclub, aquel en el que, un poco jarto de rebuscar siempre entre novedades que no me acababan de llamar la atención y supuestos "imprescindibles" que no me apetecía nada alquilar, me topo de frente con una carátula que esboza estética cómic y cuyo título me llama la atención. Se trataba de OLDBOY, la mejor peli que he visto en 2007 y la que me dió a conocer a Chan Park Wook, un director talentoso, visual e innovador; que sabe contar historias y llevarme en volandas a su mente con cada título que he visto de su filmografía. Tras ver por completo la "trilogía de la venganza", he visto JSA, y he de decir que se trata de un film que está a la altura.

Narra la historia de amistad que surge entre 4 soldados, 2 + 2, que viven separados por una línea no imaginaria que separa las 2 Coreas. Sus creencias son distintas, e incluso sus rangos en sus respectivos ejércitos, pero debido a que uno de ellos una noche cruza la línea, se conocen. Toda su historia es contada para tratar de esclarecer el asesinato de 2 oficiales en una de las Coreas, cuyo autor se conoce pero se desconocen las causas. El uso del flashback y la no linealidad de la historia es racional e inteligible, a la par que muy justificado, ya que de otra forma no existiría el interés en la trama. El talento visual de Chan Wook es acojonante, no complementaré esta afirmación con comentarios sobre escenas que me fliparon del film, sino que la hago para animar a cualquier amante del cine a descubrir una visión muy particular del mundo.

El trabajo de los actores es sobrio y contenido, y la fotografía muy buena. El guión, sin fisuras de ningún tipo, como siempre. Cabe añadir que es la típica historia sobre un hecho concreto en medio de una guerra (o guerra fría) ante el cual hay que depurar responsabilidades para evitar conflictos mayores. Solo diré que me alegro de que los protas sean esos desconocidos coreanos tan afanados en hacer bien sus papeles, y no el carapala de Tom Cruise. Espero que Chan nunca deje de trabajar con buenos actores, aunque lo fiche Hollywood.

Por último añadiré que esta es mi primera crítica en Filmaffinity, portal que visito mucho desde hace un año y del cual me fío muchísimo a la hora de hacer mis elecciones cinematográficas, y que he disfrutado mucho haciéndola, así que espero que no sea la última.

No señor, no los regalo. Tampoco le ha hecho falta al señor Chan Park Wook ya que ésta es la mejor película que yo he visto en 2007. También es la primera que ví del surcoreano y os aseguro que merece mucho la ¿pena? acercarse al videoclub (de la mula no salen las cosas con caidad de audio-video, además considero que destinar una parte de la renta a promover un medio que me encanta nunca está fuera de lugar) y alquilar esta maravilla del cine moderno que entra a saco por los 5 sentidos y te deja realmente marcado.

Oh Dae Su es secuestrado.
Oh Dae Su despierta en una habitación.
Oh Dae Su no entiende nada, hace cábalas, pero no tiene ni puta idea de quién le ha hecho algo así.
Oh Dae Su es liberado, y aún entiende menos...

Esto que acabo de contar podría ir por unos derroteros anteriormente vistos en "n" películas de buena factura, o ser solo una historia de venganza que mostrase los ires y venires de Dae Su hasta encontrar a su enemigo, pero el guión de Oldboy no es así. El guión de Oldboy no habla sobre la venganza, es venganza en su estado más puro y primitivo. Es la venganza la que mueve a los 2 personajes antagonistas y es la venganza la que proporciona las increibles imágenes que veréis si os decidís por este título.

Chan Park Wook es un puto crak, a mi entender. Narra con delicadeza y precisión, cual cirujano, y disecciona a los personajes de una forma completamente objetiva. No se posiciona. Es un druída que cuenta la historia que otro druída vertió en su oreja, pero no añade ni quita nada. Contiene escenas de una belleza plástica increíble, así como otras de total desubicación para el espectador (ese calamar, impresionante) pero totalmente adictivas, no puedes dejar de verlas. La pelea con los secuaces del amo del edificio en que estuvo retenido, por mentar algo, debería proyectarse en escuelas de cine, para enseñar a hacer parecer real lo irreal, y convincente lo que, en manos de otros directores, parecería irrisorio.

Destacaré el trabajo del trío protagonista: CHOI MIN SIK (Dae Su) WOO JI TAE (Lee Woo-jin) y GANG HIE-YUNG (Mido). Los tres están de quitarse el sombrero, pero es Choi Min Sik quien, os lo juro, pone la piel de gallina, sobre todo en la versión original en coreano (recomiendo el visionado en esta versión, ya que la voz del doblaje es mala y, además, a más de uno le recordará a un personaje que poco o nada tiene que ver con Oh Dae Su).

Y ahora pulso intro y escribo la primera letra en mayúsculas, vamos que cambio de párrafo, porque voy a hablar de algo que yo recordaré durante el resto de mi vida. El final de Oldboy. El final de Oldboy es, como decirlo, inmenso. Os envolverá en un manto frío que os hará pensar que estáis desnudos en posición fetal, pero no en el vientre materno, sino solos en el mundo. Y si no, por lo menos os pondrá la carne de gallinácea y pensaréis ¿CÓMORL?

Y lo digo en serio, ya que toda la belleza del film de la que hablan el resto de las criticas se puede omitir por una cabezada mal dada. Ayer por la noche fue mi caso y, he de reconocerlo, me costó no cerrar los ojos por momentos. La historia es bonita, pero está contada con un ritmo que, aunque por momentos es válido, generalmente adolece de lentitud y linealidad.

La historia de Masao es así más o menos como la de "Marco", aquel niño de los dibujos que los que llevamos un cuarto de siglo comiendo TV recordamos con cariño, y poca más trascendencia tiene que ser la excusa perfecta para mostrarnos a Kikujiro, papel que interpreta Takeshi Kitano, de manera un poco artificial a mi entender. Kikujiro es el verdadero protagonista de la película. Se trata de un ex-miembro de la Yakuza gruñón y malmetedor, que insulta sin motivos y desprecia a la vez que muestra su afecto a todo aquel que se le acerca. Este apartado de su carácter logra en ciertos momentos ser cómico, pero al final se hace previsible y repetitivo. El niño, por otro lado, interpreta bien su rol, tratando de ser lo más entrañable y lastimoso posible, y lo logra. Ambos se embarcan en un viaje que nos muestra que, ni Kikujiro es tan capuyo, ni masao tan pusilánime.

He de decir que esta película no me ha dejado poso alguno, salvo algún momento de delicadeza/compasión para con el niño, y escenas que rozan el absurdo resultando, en el fondo, ligeramente graciosas. Pero nada más.

Recomendada para fans de Beat Takeshi, y amantes del cine emotivo porque sí.