El realismo descarnado y la cuidada estética de la película original son probablemente los aspectos más destacables que elevaron a Wolf Creek como uno de los títulos de culto del género a tener más en cuenta. Tras una segunda entrega que, pese a mantener el nivel, no aportaba nada esencialmente nuevo, llega esta miniserie de 6 capítulos destinada a los que ya conocen de antemano las películas en las que se basa.

Si bien la propuesta de Greg McLean se centra más en la forma que en el contenido, la serie ofrece nuevos puntos de vista y cierta complejidad que ayuda a comprender mejor el universo de la obra. El hecho de disponer de más metraje permite profundizar más en los personajes, sobretodo en el caso de la protagonista, la cual experimenta una evolución radical, potenciada por el ambiente hostil que la rodea: el machismo y la pobreza del lugar están recreados de manera muy lograda. Se nos presenta también un backstory del antagonista, que evidencia la trivialidad del mismo pero ayuda, a su vez, a potenciar esa idea del mal innato por la que se caracteriza este personaje aterrador. Respecto a la estructura, es una serie bastante correcta: el comienzo es vertiginoso, la parte central resulta demasiado reiterativa en ocasiones pero se entiende que es necesario dentro del contexto, y los dos últimos capítulos son, sin duda, lo mejor de la serie. La principal novedad en relación a las películas la encontramos a nivel temático: la narración presenta un trasfondo espiritual que se comienza a intuir con la aparición del personaje del “mentor” y se acaba volviendo palpable en el último capítulo, adaptándose a los arquetipos del “viaje del héroe”. La protagonista se sumerge, de este modo, en un terreno desconocido en el que deberá lidiar con personajes faltos de empatía, aprendiendo a distinguir la sutil diferencia entre aquellos que practican el ojo por ojo sin remordimiento alguno de los que se ven inevitablemente arrastrados a hacer uso de él con tal de sobrevivir, enfrentándose a sus miedos y aceptando su nuevo destino.

Lo mejor: La fidelidad a la idea original y como su creador ha sabido sacarle partido. La evolución de la protagonista.

Lo peor: Fuera del contexto de la ficción, tantos asesinatos sin resolver resulta demasiado inverosímil. El final tramposo de uno de los capítulos.