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Críticas de Roberto H Roquer
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
3
2 de septiembre de 2022
434 de 771 usuarios han encontrado esta crítica útil
Invicta era una pequeña marca suiza de relojes de gama media que en los años noventa, estando al borde de la bancarrota, fue adquirida por unos empresarios norteamericanos que decidieron darle todo un nuevo rumbo a la empresa y hacer copias de los diseños de los relojes de lujo más importantes del mundo (como los Rolex y Daytona, o el Omega Speedmaster), por precios infinitamente menores a los relojes a los que copiaban y alcanzables para cualquier bolsillo. Para ello Invicta no tuvo otra opción que recortar en prácticamente cada aspecto de su producción, ya fuera usando maquinarias internas baratas de una calidad pésima, acabados toscos y poco refinados o materiales de penúltima categoría. Todo esto llevó a que Invicta se convirtiera, dentro del mundo de la relojería, en una broma que nadie se quería tomar en serio, relojes que se quedan en un quiero y no puedo, que imitaban a las mejores piezas de la historia de la relojería pero sin entender que es lo que hacía especial a aquello a lo que pretenden imitar.

Esto es la mejor metáfora posible de lo que Los Anillos de Poder supone par la obra de Tolkien. Una serie que utiliza el nombre del Señor de los Anillos pero sin saber qué es lo que la hace especial, dando como resultado un producto que se siente precocinado, genérico y flojo. Los valores de producción son buenos, pero a diferencia de lo que se observa en la trilogía de Peter Jackson, en esta ocasión esta ambición artística no aporta nada interesante a la trama. Si, los vestuarios y los diseños de arte se sienten caros, pero fallan a la hora de contribuir a la historia y la narrativa. Tampoco ayuda a esto un guion que, quizá por todas las cosas que quiere contar, salta constantemente de un personaje y de un lugar a otro sin nunca darse suficiente tiempo para centrarse en una narrativa en concreto, haciendo que al final se sienta como una mezcla de subtramas en lugar de una historia coherente. Cuando la serie deja de lado las escenas grandilocuentes hechas por ordenador y se centra en los momentos más íntimos, los diálogos entre personajes, la cosa hace aguas por todos lados. No es ya que no exista ningún personaje particularmente carismático, sino que los diálogos son tan planos (reflejando seguramente lo plano de los personajes que los pronuncian) que terminan siendo poco más que un trámite con frases cortadas y pegadas the The Witcher, la Rueda del Tiempo o cualquier serie similar.

En lo tocante a los personajes, si bien es pronto para juzgar (solo 2 capítulos), estos adolecen de una marcada falta de personalidad. La mayoría terminan sintiéndose como personajes de cartón piedra que están ahí únicamente para cumplir con los mínimos de lo que se espera de una serie ambientada en este universo. Destacan únicamente Galadriel y Elrond. Por desgracia, Galadriel está escrita de una forma no ya totalmente diferente al personaje de los libros, sino también genérica, poco inspirada, carente de matices y profundidad y en ocasiones antipática que hace difícil tomársela en serio. Algo así pasa con Elrond, un personaje totalmente diferente a la visión de Tolkien que no termina de aportar nada original o interesante al mundo del Señor de los Anillos.

Si bien la factura técnica es impecable, como es de esperar dado su presupuesto, estamos ante una serie tan anodina en su interior que difícilmente va a generar pasiones de la misma forma que lo hicieron hace 20 años las películas de Peter Jackson. Si bien tiene momentos interesantes (y si tuviera otro nombre quizá llegaría a ser disfrutable) por desgracia no está ni de lejos a la altura que se espera de una producción que lleva sobre los hombros el nombre del Señor de los Anillos. Dada su desconexión con el material original, tal vez incluso hubiera sido más interesante crearla como una serie de fantasía original ya que el nombre de El Señor de los Anillos le pesa demasiado, pero esto hubiera significado más dificultades de cara al marketing. En resumidas cuentas, una versión del Señor de los Anillos hecha por y para personas a las que no les gusta El Señor de los Anillos.
Roberto H Roquer
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3
23 de septiembre de 2022
112 de 177 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasa con ciertos géneros cinematográficos que, a rebufo de algún título exitoso, surgen varias películas que imitan a estas obras, en ocasiones de forma descarada, y con menos de un ápice de su originalidad o calidad. Pasó con Star Wars y la space opera, Blade Runner y el ciberpunk, Matrix y la ciencia ficción, Get Out y el terror de prestigio u Origen y el thriller futurista. Lo más triste es que, como en el caso de la cinta que hoy nos ocupa, esas películas parecen estar hechas por comité, como si las decisiones creativas fueran tomadas en un hilo de twitter en el que cada persona puede dar ideas de otras películas para crear un monstruo de Frankenstein cinematográfico.

Empieza esto en el propio casting. Mientras que Florence Pugh tiene una interpretación excelente, Harry Styles forma parte del elenco únicamente por su popularidad como cantante, pero sus escasas dotes interpretativas son un lastre en todo momento para la película. Mientras que Nolan fue lo suficientemente inteligente al darle un papel en el que apenas tenía que hablar en Dunkerke (para así ocultar sus limitaciones actorales), aquí ha de cargar con el peso de ser un personaje principal sin saber dar una actuación en absoluto interesante. EL resto del reparto está ahí con piloto automático, seguramente sólo para cobrar el cheque, a excepción quizás de Chris Pine, que parece no tomarse la película demasiado en serio y al menos parece se lo pasa mejor actuando en ella que los espectadores viendola.

Si el elenco presenta ciertos problemas, estos son mínimos en comparación con un guion que, pareciendo nuevamente ser no más que el primer borrador de una sinopsis hecha por un par de twitteros en una tarde, fusila ideas de otras películas pero sin entender en ningún momento dichas ideas o los temas detrás de ellas que las hacen especiales, pero de eso ya hablaremos más en la zona de spoilers porque vaya tela...

Otro aspecto donde la película patina más de lo que debería es en su faceta de comentario político. Últimamente, el cine ha traído muchas películas que tratan de una forma interesante el tema de la opresión de la mujer en cuestiones que van desde el aborto, como la excelente "El acontecimiento" o "Nunca, casi nunca, a veces, siempre", hasta la violencia sexual, como la serie "I may destroy you" o la opresión social en cintas como "Retrato de una mujer en llamas". "No te preocupes querida" pretende ir en la misma línea, pero con el problema de no saber qué decir, de ser una película hecha por alguien que da la impresión de conocer estas discriminaciones únicamente de oídas y es, por lo tanto, incapaz de plasmarlas en la pantalla de manera coherente, quedándose reducidas a un mensaje simplón de "el machismo es malo" que parece existir más para alimentar el ego de la directora que para aportar algo útil a la conversación. Olivia Wilde aseguró en una entrevista haber basado los antagonistas de esta película en la comunidad Incel (para quien no lo sepa, un grupo de hombres en internet, generalmente con problemas diagnosticados pero no tratados de salud mental, que guardan resentimiento a las mujeres por no ser exitosos sexualmente) sin embargo, la elección de Styles o Pine, dos de los hombres más sexis del planeta, no ayuda a que esta narrativa funcione, mientras que la visión involuntariamente caricaturesca, deformada y poco realista de la masculinidad que la cinta presenta hace que el mensaje sea difícil de tomar en serio. Al final del visionado parece que, como a buen ofendido de Twitter, a Olivia Wilde lo que le indigna es que existan personas que no piensan como ella.

Igualmente pobres y poco inspirados son los personajes, que no pasan de ser meras caricaturas sin nada que los haga particularmente interesantes. Ningún personaje va a suponer ninguna sorpresa ni mostrar una evolución mínimamente compleja, sino que se limitan a ser arquetipos tachados de una lista de personajes que el guion necesita para avanzar. A nivel visual tiene un look interesante, cortesía de la brillante fotografía del siempre talentoso Matthew Libatique, director de fotografía de confianza de Darren Aronovsky y, junto con Pugh, única persona de todo el equipo artístico de esta película que demuestra tener talento. Por desgracia, la dirección totalmente plana y poco interesante de Wilde, que se pierde entre metáforas que pretenden ser inteligentes y se quedan en pretenciosas sin llegar a tener nunca anda claro que decir (como la presencia recurrente de un avión rojo que parece tener un significado metafórico pero nunca se explica bien) y que parece querer mezclar varios tonos prestados de otros directores, desde cierto estilo de horror a lo Jordan Peele al thriller de ciencia ficción tipo Nolan, pero nunca llegando a manejar de manera sólida ninguno de ellos, lo que hace que la película se sienta más como un pastiche de otras películas mejores que como una propuesta cinematográfica seria.


En la zona spoiler destripo el final
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Roberto H Roquer
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8
6 de septiembre de 2022
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante la película más clásica (pero a la vez más original, si es que eso tiene sentido) de Albert Serra, que en esta ocasión nos traslada a la Polinesia para seguir las aventuras de un Alto Funcionario francés en Tahití. La película se caracteriza por una narrativa que si bien, a diferencia de trabajos previos del director, está más definida, no escatima en meandros y momentos pausados (en especial en su parte inicial) que en ocasiones pueden pillar al espectador con el pie cambiado, pero que funcionan a la hora de empapar a la audiencia del microcosmos que el director pretende crear.

Es esta quizá la mejor forma de comprender lo que esta película busca ser, una historia en ocasiones casi onírica que busca crear una sensación en la audiencia más que contar una historia y, por consiguiente, no está conducida por su historia sino por sus personajes, y en particular el protagonista, interpretado por un Benoît Magimel excelso que sabe plasmar a la perfección la decadencia de su personaje como europeo desubicado en una isla del pacífico y que fácilmente remite a temas relacionados con la realidad social de las sociedades coloniales.

A todo esto ha de sumarse la buena mano de Serra en la dirección y su enorme capacidad para crear escenas que, más allá de los diálogos, funcionan visualmente. Es aquí donde brilla la decisión del director de usar cámaras de película en lugar de digitales (si bien sospecho que un efecto relativamente parecido podría haberse logrado mediante etalonaje digital) ya que se dota a cada plano de una textura vintage que encaja a la perfección con el tono de la película.

En resumidas cuentas, quizá estemos ante la mejor obra hasta la fecha del controvertido director catalán y sin duda, a la más popular y accesible para el gran público. Una película que no siempre es de fácil digestión y que puede hacerse larga a causa de su duración y de su ritmo pausado y guion difuso, pero que brilla por su capacidad de crear todo un universo visual y lleno de pequeños detalles que hace de su visionado una experiencia cuanto menos interesante.
Roberto H Roquer
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10
7 de noviembre de 2022
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
De un tiempo a esta parte las películas sobre la IGM se están popularizando, algo que no ha de sorprendernos teniendo en cuenta que este conflicto encaja relativamente con el panorama político de pesimismo que impera en la actualidad.

En esta ocasión, nos ponemos en la piel de un joven recluta alemán para experimentar de primera mano los horrores de la guerra en una película que mezcla a la perfección momentos de introspección y quietud en los que exploramos la psicología de los personajes y el impacto emocional de los horrores de la guerra con secuencias absolutamente brutales y trepidantes de combate. Todo ello con una cinematografía excelente y unas actuaciones atrozmente realistas.

Sin lugar a dudas una de las mejores películas de lo que va de año y una perspectiva interesante y refrescante de la gran guerra que nos lleva a ver el conflicto desde el punto de vista de los alemanes.
Roberto H Roquer
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Cyberpunk: Edgerunners (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón2022
7,5
4.312
Animación
10
23 de septiembre de 2022
1 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cyberpunk Edgerunners, adaptación del mundo del videojuego Cyberpunk 2077 así como de los juegos de rol homónimos, supone ante todo un regreso al anime de la vieja escuela del tipo Akira y, en menor medida, Ghost in the Shell que popularizaron la estética ciberpunk en los años 80 y 90. En primer lugar, es necesario aclarar que, al igual que en el caso de la maravillosa Arcane, no es necesario en ningún caso haber jugado al videojuego para entender esta serie.

Sin duda, el gran punto fuerte de esta serie es sin duda el guion y los personajes. El protagonista, David, un joven de clase baja de Night City que se une a una banda criminal y se enamora de Lucy, una misteriosa netrunner, presenta uno de los mejores arcos de personaje dentro del género, y vemos en el a un personaje con motivaciones muy complejas y profundas. Algo similar se puede decir de todo el resto de personajes, en particular de los variopintos miembros de la entrañable banda de criminales de la que David forma parte.

Además de una historia excelente, es de destacar también lo bien contada que está, con escenas visualmente brillantes (como la ya icónica escena de la neurodanza de los dos protagonistas en la luna) y un acompañamiento musical totalmente excelente que toma muchas canciones del videojuego (un agradable homenaje para los jugadores que vengan a la serie habiendo jugado a Cyberpunk 2077). La animación, algo tosca, encaja a la perfección con el tono violento y áspero de la serie y el apartado artístico es sublime, captando todos los matices de Night City.

En definitiva, uno de los mejores animes del año y una serie totalmente imprescindible.
Roberto H Roquer
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