Película entretenida y amena, más fiel al libro de Beaumont que a la adaptación de Disney de 1991. Los actores principales cumplen con lo que se espera de ellos a pesar de la poca profundidad de los personajes protagonistas, defecto que tiene su origen quizás en el escaso metraje del filme (no es una película especialmente corta, ya que dura algo más de hora y cuarenta, pero quizás no le habría venido mal contar con 30 minutos más) o tal vez en las pocas pretensiones de su autor en ese sentido.

Y es que la protagonista, una jovencita madura, generosa y vital llamada Bella, pasa en dos o tres días de verse encerrada en un castillo que más bien parece un paraíso, pero del que ella huiría gustosa para reencontrarse con su familia y para escapar de una bestia que desprecia, a enamorarse de ella y desear por todos los medios estar a su lado y acompañarla en su soledad. En cuanto a la Bestia, tal vez habría sido preferible que no nos hablara del inmenso vacío que llenaba Bella con su sola presencia (menos aún en su segundo diálogo con ella), y que en lugar de ello nos mostraran cómo y por qué Bella logra hacerse un hueco en su corazón. Porque los protagonistas, realmente, parecen destinados a enamorarse y por tanto se diría que bastan tres o cuatro sueños por parte de Bella sobre el pasado de su carcelero para terminar amándolo. En el caso de la Bestia ni siquiera eso es necesario: que la muchacha se presente en su castillo dispuesta a morir resulta un motivo más que suficiente para volverse loco por ella. Si no fuera porque se trata de un cuento una se preguntaría si la Bestia realmente se enamora de Bella o si más bien se aferra a ella para sentirse menos prisionero de su propia cárcel particular... porque no es lo mismo estar solo en tu encierro que arrastrar a otra persona contigo para que sufra el tormento a tu lado. O peor aún, podríamos pensar que la joven en realidad no es más que una sustituta, aunque ella, cuando conoce a la Bestia, no lo sepa.

Sobre los personajes secundarios no hablaré mucho porque la mayoría resultan meros acompañantes de Bella, cuando no caricaturas como en el caso de sus hermanas, el máximo afán de las cuales es casarse con un rico que las mantenga, todo lo contrario de la pura e inteligente Bella, cuyo mundo interior es tan rico que al lado del de los dos parásitos que tiene por hermanas éstas resultan aún más vacuas y ridículas. Ambas la odian aunque ella no parece darse cuenta, o tal vez es que prefiere ignorarlo.

Para terminar, la fotografía y el guión se esfuerzan en mostrarnos una historia llena de colorido y vitalidad, y aunque son cuidadosos con los detalles (por ejemplo, el color rojo impera en la película: el padre de Bella intenta regalarle una rosa carmesí, ella se corta en la cara y las manos las dos veces que va al castillo de la Bestia, y la última vez que se dirige hacia allí va vestida de rojo, igual que en la primera ocasión que la muchacha aparece en pantalla... por no hablar del momento cumbre en que descubrimos que las rosas que deseaba Bella y que la Bestia tan celosamente custodiaba nacieron a partir de gotas de sangre), la película no pasa de cuento infantil. Quizás era eso lo que buscaba Christophe Gans, pero lo cierto es que salí del cine con la impresión de que si hubieran profundizado un poco más en la psicología de Bella y Bestia (principalmente en la de ella) tal vez habrían conseguido crear un bonito cuento que pudiera llegar a todos los públicos, infantil y adulto, con una intensidad similar.

La verdad es que no estoy de acuerdo con ese tipo de críticas que atacan la "estructura simploide o inexistente" de algunas series para niños. Sobre todo porque si productos como "Las tres mellizas", "Teo" o "Doraemon" están dirigidos a un público infantil (a veces directamente a preescolares y otras a niños de, digamos, entre 3 y 10 años) me parece evidente que no van tener la estructura de los animes -destinados principalmente a adultos y adolescentes aunque también los vean muchos niños- ni de las series para adultos. En lo personal pues, no puedo juzgar un producto como "Las tres mellizas" de la misma manera que juzgaría "Shin chan", "Ranma" o "Candy Candy" o alguna obra similar, las cuales a pesar a ser muy distintas entre sí no están pensadas para ser vista por chiquillos de parvulario. Y si les pongo notas similares a ambos tipos de productos se las pondré teniendo en cuenta aspectos distintos.

También es cierto por otro lado que existen animes como por ejemplo "Heidi", "Marco" o las películas de Hayao Miyazaki que en principio son aptas para todos los públicos y tienen un argumento bastante más complejo que "Las tres mellizas" pero creo que aún así se trata de productos distintos. Hay dibujos animados, como las mismas obras de Miyazaki, que están pensados para todos los públicos y que pueden gustar lo mismo a una persona de 5 años, a una de 9 y a otra de 12 o de 14. Y hay otros que están enfocados de manera distinta, como pienso que es el caso que nos ocupa.

Yendo ya a la serie me parece que es un producto adecuado para el público al que va dirigido, ni más ni menos. Divierte, entretiene a los niños y, además, les cuenta a través de las tres mellizas no uno sino infinidad de cuentos para todos los gustos. Historias como Los tres cerditos, Blancanieves, Caperucita Roja o similares y otras que van más allá, puesto que en no pocos capítulos las hermanas se relacionan con Ulises de la Odisea, Romeo y Julieta de Shakespeare, Don Quijote de la Mancha, Oliver Twist, Frankenstein, Moby Dick, Cyrano de Bergerac, El Rey Arturo, Mozart, Guillaume Tell, Marco Polo, Antoni Gaudí, Agatha Christie, Velázquez, Vincent Van Gogh, Buffalo Bill... incluso recuerdo un capítulo en el que se adentraban en el mundo del cine.

Sí, está claro que los niños de 4, 6 o 8 años no se convertirán en expertos de la pintura o la literatura, ni se harán fans de Homero, Dickens, Shelley, Shakespeare o Cervantes, ni se volverán unos entendidos en la música de Mozart, en la arquitectura de Gaudí o en la vida y obras de Christie tras ver esta serie. Pero los capítulos pueden ser para ellos un primer acercamiento a estas figuras, y también a la cultura universal (pues en algunos capítulos Ana, Teresa y Helena nos hablaron de la leyenda de Sant Jordi y el dragón, de Robin Hood, del tamborilero del Bruc, de Tristán e Isolda, etc.) aunque lógicamente las tramas estaban adaptadas al público infantil. Por otro lado la serie aproxima a los niños a los cuentos clásicos de toda la vida, esos que quizás conocen o quizás no, pero que formarán parte de su universo toda la vida y que, si en el futuro tienen hijos, los transmitirán seguramente a las nuevas generaciones.

¿Que la estructura es repetitiva? Sí, resulta innegable. Pero está bien para lo que quiere ser. Porque a un niño de 6 años desde luego no le vas a poner "Ciudadano Kane" ni la versión del 68 de "Romeo y Julieta" probablemente. Igual que a unos amigos que vengan a comer a tu casa no los enchufarás a ver "Las tres mellizas" durante la sobremesa, a no ser que os apetezca a todos juntos recordar viejos tiempos. Por tanto no podemos en mi opinión comparar "Las tres mellizas" con una producción más adulta o juvenil, ya que no está pensada para eso sino para divertir a los niños y acercarlos a las principales referencias de la cultura de una manera didáctica. A todas esas figuras históricas, legendarias o artísticas de las que no oirían hablar hasta muchos años después en caso de no seguir esta la serie. Repito, no se trata de convertirlos en expertos eruditos sino de darles una primera referencia que más tarde ampliarán notablemente. Si eso lo cumple ¿Para qué pedir más?