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España España · Valverde del Camino
Críticas de Fleming22
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
8
16 de junio de 2015
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suenas las campanas, amanece en París. La Luna y el Sol representan su crepuscular baile, de la misma forma en que los noctámbulos vuelven a casa y la ciudad se levanta para restablecer el orden. El cielo y el infierno se encuentran en Montmartre; los rótulos se apagan. Es hora de limpiar las calles, de encharcarlas de tal forma que Bob, ese viejo y joven hombre, pueda ver el reflejo de su cara de golfo en el asfalto.

Con esta bohemia y romántica atmósfera comienza el inspirador film. Guiado por la voz en off, el espectador conoce a Bob (Roger Duchesne), figura legendaria de un pasado reciente, un gangster venido a menos que agota sus últimos francos entre partidas de cartas y tiradas de dados. Ante esta situación, el vetusto delincuente, advertido por unos y apoyado por otros de sus colegas, se verá envuelto en el que será su último gran golpe: atracar el casino de Dauville.

Jean-Pierre Melville firma esta magnífica película en 1956, suponiendo ésta su primera incursión en el cine negro y policíaco, género que representará gran parte de su carrera y de sus éxitos en obras como ‘El confidente‘ (1962), ‘El silencio de un hombre‘ (1967) y ‘Círculo rojo‘ (1970), entre otras.Cartas y dados al amanecer de Montmartre.

El director francés juega con los elementos propios del género noir y los moldea a su gusto en un film que se sale de la regla. La película versa sobre el destino de los personajes en lugar de centrarse en el atraco. Del mismo modo, la genial y atractiva Anna (Isabelle Corey), femme fatale del entramado, es prácticamente ignorada por el protagonista, y pasa a repartir sus amores por otros personajes del film.

La cinta cuenta con una magnífica ambientación, fruto del gran blanco y negro, los juegos de luces y sombras, el minimalista y acertado acompañamiento musical y la gran reproducción de la atmósfera propia de los bajos fondos del bohemio barrio de Montmartre. La profundidad que se les da a los personajes, piezas angulares del film, es una de las principales bazas del trabajo de Melville, haciendo a Bob casi familiar para el espectador.

Fantástico film de género proveniente de un director de culto en ciernes que seguiría desarrollando su carrera por el sendero trazado en ‘Bob el jugador‘. Película a reivindicar, ya que permanece a la sombra de otras, a priori, consideradas superiores, pero que a nuestro juicio no tiene nada que envidiarles. No duden en perderse, al menos una vez, por la calles de Montmartre al alba, quizá coincidan en una mesa de cartas con Bob, o puede que acaben en las sábanas de Anne.

Reseña de mi blog -> http://lacintablanca.com
Fleming22
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6
25 de noviembre de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los autores destacados de la Nueva Ola Checoslovaca de los años 60, la década más prolífica del cine de la antigua república centroeuropea, Jan Nemec, dirigió esta peculiar y evocadora obra acerca del holocausto judío basándose en la historia escrita por Arnost Lustig acerca de sus propias vivencias en el horror del genocidio.

Dos jóvenes judíos (Ladislav Jánsky y Antonín Kumbera) huyen por el bosque tras escapar del tren que les llevaba hacia algún escenario de la barbarie nazi. Mientras tratan de ponerse a salvo y buscar algo que llevarse a la boca se pierden entre recuerdos del pasado: breves escenas y destellos de su vida en Praga, la marcha del tranvía, ansias de libertad y reflejos de sensualidad.

La ópera prima de Nemec, más allá de algún cortometraje como ‘Sousto’ (1960), se sustenta en su forma minimalista de eterna e incansable huida, solo interrumpida por retazos evocadores y oníricos presentados en formato de flashback. Es en esta sencillez dónde el director encuentra la manera de trasmitir las sensaciones de sufrimiento y agobio al espectador, que asiste a una impetuosa búsqueda de la supervivencia por parte de los protagonistas.

Técnicamente, los largos travellings y las sugerentes escenas como las que muestran a hormigas invadiendo algunas partes del cuerpo de uno de los muchachos, imagen que nos refiere al onírico Buñuel de ‘Un chien andalou’ (1929), son los aspectos más llamativos del film.

Un relato de apenas una hora de duración pero peculiar e interesante, que intenta ahondar, quizá por el camino más sobrio y remoto, en la razón del espectador mostrando sólo lo que hay en el interior de la mente de los personajes, sus anhelos, sueños y miedos, todo ello envuelto por una gruesa capa de oscuridad, maldad y sufrimiento.

Blog -> lacintablanca.com
Fleming22
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Fight (C)
CortometrajeAnimación
Hungría1977
6,0
150
Animación
6
1 de junio de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa metáfora de lo que no siempre se aprecia en una obra de arte.
El autor comienza a esculpir una obra que a su vez esculpe también a su autor, haciéndonos pensar quién es realmente el esculpido. Y es que muchas veces no apreciamos el verdadero proceso de cambio y desgaste que sufre un artista mientras emplea su tiempo en crear las obras que llevarán su nombre.
Pero, ¿quién es el autor de quién?, ¿sufre mayor transformacion el lienzo en blanco que el autor previo a una obra importante?
No se, pero el corto consigue que me pare a reflexionar, y es lo que buscaba antes de verlo...
Fleming22
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8
8 de enero de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Postergada obra, pese a ser ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes 1958, del también olvidado director Mikhail Kalatozov, que abandera la ola de cine soviético inmediatamente posterior a la caída del régimen de Stalin.

Adaptación cinematográfica de la obra teatral 'Eternamente vivos' de Viktor Rozov, narra el dramático romance vivido por Veronica (Tatyana Samojlova) y Boris (Aleksei Batalov), dos moscovitas enamorados que se ven forzados a separar sus caminos por el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Lo primero que nos llama la atención del film es la extraordinaria labor de realización que lleva a cabo Kalatozov, muy adelantada a su época en lo que a fotografía (Sergei Urusevsky) y dinamismo visual se refiere. Dan buena muestra de ello numerosas escenas en las que se utilizaron sofisticados e innovadores mecanismos para conseguir fantásticos movimientos de cámara, entre las que podemos señalar: el desplazamiento de grúa en la subida de Boris por las escaleras en espiral, el montaje en la huida de Veronica hacia el tren, o el fantasmagórico torbellino de árboles que acompaña a una de las muertes mejor representadas en la historia del cine.

Este estilo y poderío visual se ha citado ocasionalmente como semilla de la Nouvelle vague francesa, donde encontramos títulos poseedores de un blanco y negro realista o unas imágenes dinámicas y vivas, con autores como Jean-Luc Godard cuyo estilo bien nos puede recordar al de esta cinta.

Por otro lado, destacar la estupenda demostración interpretativa que realizan los actores, con una excelente Tatyana Samojlova en lo que significó su primer gran papel, y un notable secundario Vasili Merkuryev en el rol de padre de Boris, entre otros.

Reparando en el guión, comentar la peculiaridad de dejar en un segundo plano la acción de la contienda bélica para centrarse totalmente en los acontecimientos sentimentales que tienen lugar alrededor de la vida de Veronica, donde ya si apreciamos un enfoque clásico para la tradicional historia melodramática. El principal lastre que posee la película es su propagandístico final, formado por la ideología soviética (comunista) de la prioridad colectiva.

El film recibió excelentes críticas en Europa y Estados Unidos, donde se distribuyó en plena Guerra Fría entre ambos países. Y, como señalamos, se alzó con la Palma de Oro del Festival de Cannes, además de recibir dos nominaciones a los BAFTA británicos.

En definitiva, una triste historia donde se narran los altibajos emocionales que sufre una pareja en estado de espera, mientras el mundo a su alrededor vive una gran guerra. Un film cargado de virtudes que encuentra en su adoctrinado final al principal enemigo, y del que, como rezaba ese gran clásico, nos despedimos con una frase que muy bien podrían haber dicho estos protagonistas: "El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos".

Reseña de mi blog -> http://lacintablanca.com
Fleming22
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7
25 de junio de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la mano de los Hermanos Coen (Joel & Ethan) se presenta este film sobrio y melancólico que se centra en el renacimiento de la música folk estadounidense en los años sesenta.

New York, 1961. Llewyn Davis es un joven cantautor de folk que malvive y subsiste como puede en Greenwich Village. Con su guitarra a cuestas, sin residencia estable ni apenas dinero y sin abrigo para protegerse del frío invernal, pelea por ganarse la vida como músico, actuando en bares y buscando algún mánager que le permita dar el salto definitivo. Relato de la lucha en busca de un sueño que no resistirá eternamente las múltiples embestidas del destino.

La película está parcialmente basada en la vida de Dave Van Ronk (1936-2002), cantante neoyorquino de música folk, apodado como ‘el alcalde de la calle MacDougal’. Su mote es debido a que, al igual que la de Llewyn, su música se desarrolló en cafeterías y bares de la gran manzana, donde conoció, inspiró y ayudó a varios artistas como Bob Dylan, Phil Ochs o Jony Mitchel, entre otros.

La vida de Llewyn nos conduce en un periplo de escenario en escenario para actuar, de sofá en sofá para dormir, y de puerta en puerta buscando ayuda. Los productores musicales no le prestan atención y, en el mejor de los casos, le proponen trabajos insustanciales o formando parte de grupos, de los que el protagonista huye pues hace poco formó un dúo y su compañero se suicidó. Con este lastre carga todo el metraje, lo que le provoca ciertos estados de ansiedad que acaba pagando con los que le tienden la mano.
La película, como una canción folk, no suele obtener un resultado de entusiasmo en el espectador, pero su toque melancólico y desventurado hace que se cree un sentimiento de satisfacción que lleva a disfrutarla. La dirección de los Coen es excelente, y su narración uno de los aspectos a destacar, guiándonos por ese ambiente gélido, errante e inestable para un viaje en busca de mejor suerte.

Las actuaciones de los actores son muy buenas, destacando la de Oscar Isaac (Llewyn) que además de dejarnos un personaje capaz de transmitir con la mirada, interpreta varias de las canciones de la estupenda BSO folk que nos lega el film. Y es que cada una de las escenas musicales consiguen que nos sintamos realmente sentados en el bar, entre humo y oscuridad, en silencio, solos frente a Llewyn con el único afán de degustar su voz. En lo que a cantantes tan únicos como olvidados se refiere, nos recuerda a Rodríguez, protagonista del fantástico documental ‘Searching for Sugar Man’ (Malik Bendjelloul, 2012).

En definitiva, los Hermanos Coen nos regalan una obra con una ambientación única, como de costumbre, en la que perdernos acompañando a Llewyn Davis por ese viaje nómada en busca de su sueño: vivir su la música. Como decimos, no es un film que entusiasme pero si permite pasar un buen rato y nos acerca de paso al mundo del folk americano.

Reseña de mi blog -> http://lacintablanca.com/
Fleming22
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