Goliath retrata la solitaria y triste vida del protagonista, interpretado por el mismo director del film, quien se aferra a el único resto de lo que fue su matrimonio. Esta situación, con el añadido de estar trabajando en un lugar en el que sus compañeros “se encienden pedos unos a otros” y “se llaman tetones” le lleva a cometer locuras de las que probablemente no se arrepienta. A mi gusto la historia no daba para un largometraje, pero los Zellner no la llevan tampoco muy mal.

La película fue presentada en Sundance, uno de los festivales norteamericanos indie por excelencia, y por lo que he leído no recibió malas críticas. Es una producción de bajo coste, y hace de la falta de medios una estética, como cualquier película Mumblecore. También cuenta con la aparición del director (director independiente y yankee, como no) Andrew Bujalski, uno de los mas respetables del género.