Ayer tuve la oportunidad de ir a ver al cine el nuevo trabajo del director argentino Damián Szifrón, conocido por haber rodado la galardonada "Relatos Salvajes", y la famosa serie "Los Simuladores", entre otras. La corta pero celebrada lista de trabajos de éste realizador ahora se nutre con Misántropo, que podemos afirmar pertenece al género policial, aunque también reune suspenso, acción y, por qué no, algo de gore. La experiencia de vivir esta pelicula en una sala de cine ha sido personalmente muy grata en muchos sentidos.

Por un lado, visualmente está muy bien hecha, y considero que se acerca a lo máxima calidad que hizo el director. Lo mismo en sonido, y arte en general. Se nota mucho el salto de cualitativo que ofrece haber realizado esta historia en una de las mecas mas importantes del cine mundial.

En cuanto al trabajo de actores tambien vi una profesionalidad a medida de lo que la historia proponía. El casting estuvo acertado en ese sentido. Además de Woodley (¡qué extraño fue verla haciendo este papel de policía retraída!), es para destacar el trabajo de Ben Mendelsohn, que personalmente me gustó muchísimo en el rol de agente especial. Añado una pequeña mención al sombrío personaje que caracteriza Ralph Ineson.

Por su lado, el guión (escrito entre Szifrón y Wakeham) está bien diseñado en el sentido de que no tiene vicios narrativos ni excesos dialógicos: basicamente los personajes dicen lo que tienen necesidad de decir. No obstante, esto no significa que la construcción de cada caracterización sea simplona, al contrario: cada personaje posee capas y subcapas que complejizan la construcción misma de esos personajes.

Por ello, vale señalar que además del nivel de la trama central, que es la intriga y suspenso alrededor de los asesinatos en seguidilla en la ciudad de Baltimore, tenemos como componente complementario -pero necesario- subtramas que a la vez que enriquecen la historia, explora los territorios de la ambiguedad y, por momentos, la incorrección política. Por dar algunos ejemplos abordados en Misántropo: las rencillas en torno al poder entre la policía y el FBI; los intereses y tiempos políticos que se inmiscuyen -y entorpecen- en las investigaciones; el pasado turbio del personaje de Woodley; el entretelón geopolítico EEUU-terrorismo; la escandalosa legalidad de la portación de armas; etcétera.

Para concluir, quisiera hacer una mención al trabajo de dirección. Tal vez no se trate de un éxito de la taquilla en la industria actual. Sin embargo, considero que Szifrón ha demostrado suficiente pericia y habilidad para desarrollar una historia con clara pretensión artística, pero que desborda ese plano, convirténdose además en una película que también aborda la manipulación política y mediática de los asesinatos.

Por otro lado, también aborda la decadencia de la sociedad del hiperconsumo (tremendamente evidente en la escena del basurero) y de la desintegración social sin freno, que pueden verse como multiple causa-efectos de la anomia, la misantropía, el odio fascista, entre otros. En esta peli pude ver por momentos a "The Wire", en la elaboración de las redes de poder corrompidas; a "Mindhunter", en la construcción de personajes ambivalentes, traumados por un sistema cada vez más deshumanizante y perverso.

En este sentido, el largometraje colmó mis expectativas. Sí, lo digo como argentino, pero también como amante de las buenas peliculas, de las que se nota que fueron hechas con experticia, con conciencia de sí misma y de sus propias implicancias. Y yo creo que mucho se debe al trabajo fino, meticuloso y equilibrado del director que, valga señalar, no dudó en arriesgarse en pos de sus pretensiones estéticas. Ojalá este trabajo le sirva de plataforma al mundo. Pasta le sobra.

Me acuerdo que era chico cuando fue el caso de M.M. García Belsunce (tendría unos 10 años). Recuerdo que el caso ocupó varias tapas de diario revistas y programas de TV durante muchos meses, en Argentina todos hablaban de eso. Misterioso, intrigante caso sucedido en un fastuoso e hiper vigilado barrio privado de San Isidro, tan ajeno a la realidad argentina. Los crímenes en las familias del poder despiertan ese no sé qué. Esa confesión turbia de los tejes y manejes propios de esa casta acomodada, en la cual vale casi todo con tal de mantener un estatus de vida tan refinado (lavar dinero del narcotráfico, estafar en la bolsa de valores, y un largo etcétera).
Muy buen documental y mini serie producida por Netflix. Cuatro episodios en el que se exploran y explotan muchas aristas sobre el tema, con notas a casi todos (pero no todos) los involucrados en el crimen y en la posterior investigación, reflejando la dinámica corrompida del sistema judicial y a los pequeños héroes solitarios que cada tanto aparecen para develar la verdad a pesar de los que la intentan tapar con dinero, testimonios falsos y adornar con dinero.

Los delincuentes, de Rodrigo Moreno, es una obra notable. Producto argentino para el mundo. Una película de 3hs, con ambiciones artísticas (eso es de recalcar y celebrar hoy en día) y sobre todo con una buena historia que desde el inicio te mantiene en suspenso.

La historia transcurre entre Capital Federal y las Sierras Cordobesas. Aquí me detengo para comentar que las locaciones y paisajes escogidos están representadas de una bella manera, coloridas y los planos -sobre todo los grandes planos generales- son manejados con una habilidad notable: da cuenta desde el agobio urbano y anónimo de Buenos Aires, hasta las yermas ondulaciones que se dibujan en aquellas sierras solitarias del centro del país. Un universo de contrastes que bien describe la ambigüedad argentina.

Así se desarrolla esta narración, que involucra a dos empleados de un banco que se ven arrastrados por un delito, pero también por un dilema: trabajar 25 años más para jubilarse, o cumplir tres años de condena y a vivir la vida sin ocupaciones, sin estrés. En esa discusión se irá entretejiendo una trama pendular entre el encierro carcelario, el buró propio de la banca, los páramos cordobeses y los encantos de una muchacha del interior, que es la revelación actoral de la cinta.

Me gusta cómo el director maneja los tiempos y los ritmos en la película, sin vergüenza de introducir silencios y de jugar por momentos con la paciencia del espectador que, compenetrado en el desarrollo de la historia, espera con calma pero cierta inquietud el desenlace.

También me gustaron mucho la banda sonora, los ejercicios literarios tras las rejas, los vinos y charlas entre amigos y la pedantería emborrachada del cineasta chileno. Es que me sentí un poco identificado.

En conclusión, es para celebrar películas como esta, dada los pocos recursos económicos con que suelen contar e ingeniárselas los directores de estas tierras. Pero además es digno de festejar obras como Los delincuentes, no solo en el sentido de sus ambiciones artísticas, sino también en sus implicancias filosóficas y políticas: la lucha del individuo contra el yugo del trabajo alienante, y la búsqueda de libertad en la naturaleza.

Le agradezco a Moreno muchos de los logros de esta pieza. Por generar la posibilidad de hacerme soñar, reír y emocionar mirando una película.

Anoche tuve la posibilidad de mirar este documental; me pareció llevadero de a ratos, presuntuoso en otros. Al empezar ya se sabe de qué va, atravesando tópicos ya discutidos como la adicción, la alienación y la manipulación de la tecnología sobre las personas y las poblaciones del mundo entero. Es interesante ver cómo funcionan las técnicas de persuasión-sugestión tan sutiles -o aveces groseros- de estos medios, parecido al manejo de títeres. Eso choca un poco y se convierte en una contra del documental, ya que ve a los sujetos demasiado pasivos frente a este aparato vigilador-capitalista con ilimitados fines para controlar y manipular los deseos, los sueños y las ambiciones de todos. A costa de todo y a favor de la ganancia económica. Quizás sea cierto, pero ver a los mismos sujetos que construyeron este imperio ahora arrepentirse de ayudar a ello y encima proponerte cambiar todo (eso sí, sin cambiar el sistema económico global) en una entrevista quita el interés. Conclusión: sentis que se habló de todo pero terminas con una sensación a NADA.

Muy buen film judicial y político sobre un pasado muy presente de la sociedad norteamericana. No sé si sea casual, a menos de un mes de las elecciones presidenciales de EUA, que esta película haga mella en el publico. Pero creo que está mas destinada al mundo progresista, demócrata. Un republicano lo aborrecería, claramente. No creo que eso le importe al director, que muestra muy bien qué teclas hay que tocar para generar intriga e interés.
Es la primer película que miro de Sorkin, y me pareció muy bien hecha. Los diálogos, entre ingeniosos y desternillantes, imperdibles para esta época de vacío argumental que corre. El montaje, espectacular. El artificio de cámara, planos y trucos especiales, bien usados.
Tal vez, a modo de conclusión, para uno que no es yanqui, ni es pro norteamericano, peca de aquello que se le ha machacado históricamente a estos films, ese patriotismo innecesario del final, esa supuesta "verdad absoluta" de la que pretenden hacer gala, como si intentaran enseñar al mundo cuáles son los valores, los principios legítimos de los que los pobres del tercer mundo debiéramos aprender. Y no creo que sea así. Para mí, latinoamericano, creo que ellos deben aprender más del resto del mundo. A no meterse en terreno ajeno, no matar para controlar los recursos naturales, no controlar ni colonizar los pensamientos divergentes.
Solo eso no me gustó. El resto, más que bien.