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Críticas de Álvaro Garrido
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
9
19 de julio de 2023
237 de 328 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por un lado siempre suele resultar fácil comentar y encontrar las palabras para una película de Christopher Nolan por todo cuanto nos ofrece. Pero, por otro lado, su complejidad nos exige un esfuerzo titánico por describir, sintetizar y valorar sus obras de relojería. Vamos a intentarlo.

Oppenheimer, por si algunos se habían perdido y todavía no lo sabían, es el último producto de un Christopher Nolan más maduro que nunca, en el que nos relata pormenorizadamente con todo lujo de detalles la historia de cómo se elaboró la primera bomba atómica en el llamado “Proyecto Manhattan” como arma de destrucción masiva.

Cillian Murphy interpreta magistralmente (en la que probablemente sea la mejor interpretación de su carrera en el cine) a un personaje extraordinariamente complejo, cargado de matices (como el propio filme), profundo y con una mirada que pocos más actores tienen la suerte de poseer, la cual aporta toda la credibilidad necesaria a un ser intelectualmente superior como lo fue Robert Oppenheimer, que tuvo la oportunidad de pasar a la historia y que, cuya vanidad creó el caldo de cultivo para liderar un trabajo que duraría años, sabiéndose acompañar de los mejores físicos del momento : Richard Feynman, Enrico Fermi o Albert Einstein, entre otros.

El elenco es de una densidad de calidad mayúscula, semejante a la de un agujero negro. En él podemos disfrutar de Matt Damon, Robert Downey Jr., un casi desaparecido de este tipo de filmes Josh Hartnett, al cual agradecí mucho de volver a ver en un papel relevante, Casey Affleck, Florence Pugh, Rami Malek, Kenneth Branagh, así como de una aparición estelar de Gary Oldman interpretando a Harry S. Truman, el presidente de los Estados Unidos de América al final de la Segunda Guerra Mundial. En la gran mayoría de esta constelación de bestias actorales, Nolan demuestra la habilidad de encontrar un momento de despliegue de talento interpretativo para cada uno de ellos, aportando la gran profundidad necesaria en quienes deben tenerla, llamándome especialmente la atención la soberbia y explosiva interpretación de Emily Blunt como Kitty Oppenheimer, mujer de Robert Oppenheimer; y un Cillian Murphy omnipresente durante toda la cinta, ejerciendo como el director del proyecto en el que quizá Nolan se estuviese viendo como un ser homólogo, ese director en el que tanto reflejo de genialidad y vanidad se pudiera ver, gustándose hasta más no poder.

Desde mi punto de vista de fan acérrimo de Christopher Nolan, y teniendo como auténticas referencias cinematográficas auténticas obras maestras como El Caballero Oscuro u Origen, “Oppenheimer” no se queda muy lejos de lo más brillante del aclamado director londinense. Durante tres horas que pasan volando, Nolan tiene la capacidad de construir el guión mediante un eje no estrictamente cronológico, pero siendo más comprensivo y eficaz que en otras ocasiones. Introduce elementos que parecen insignificantes para recogerlos de manera sutil, con maestría y enlazarlos en puntos narrativos clave. Como siempre, hay que hacer cierto esfuerzo por estar al hilo del guión, pero en “Oppenheimer” Nolan consigue exponer, a pesar de su rapidez habitual en el transcurso y explicación de la trama y sin la pretenciosidad que a veces se le ha achacado, el guión más realista y preciso que le recuerdo para mostrar algo excepcional en un momento crítico y clave de nuestra historia.

La película nos expone magistralmente la extraordinaria relevancia de este acontecimiento y cómo entonces dibujó un mundo nuevo en el que actualmente nos encontramos.
Durante el largometraje, hay especial espacio para la reflexión, para la fascinación y la decepción por el cariz humano, para la incomprensión de la genialidad y de la estupidez; y para la confirmación (si aún fuera necesario) de Nolan como uno de los directores de nuestro tiempo.

Si no hay nada que nos sorprenda en los próximos meses, estamos probablemente ante la mejor película del año.
Álvaro Garrido
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3
14 de junio de 2023
158 de 190 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el panorama cinematográfico actual, resulta difícil que el cine de autor aparezca de entre tanta franquicia y, sobre todo, que tenga la capacidad de consolidarse e incluso de construir un público fiel admirador de tu propio arte. Podríamos decir que Wes Anderson es de los pocos que pueden presumir de tener cabida en este sentido. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce.

Wes Anderson nos ofrece un nuevo producto fiel a su estilo : peculiar, extravagante y de una estética reconocible y persistente. Es la segunda película que veo de este director. La primera fue “Grand Hotel Budapest” (2014). Esta me pareció fantástica. Creí haber descubierto un nuevo cineasta capaz de maravillarme en un mundo nuevo, con direcciones artísticas sensacionales más cercanas a lo teatral que a lo cinematográfico. Así esperaba este Asteroid City.

Inicialmente, la aparición de un blanquinegro Bryan Cranston (Walter White en Breaking Bad) y su inquebrantable voz (en forma de presentador de televisión esta vez), supuso el primer atractivo de una película que esperaba con notable expectación y curiosidad, para reafirmarme en el descubrimiento de un nuevo autor que introducir en mi olimpo de directores. Me equivoqué rotundamente.

Toda la trama principal se encuentra ubicada en un páramo desolador de los Estados Unidos de los años 50, una ciudad ficticia (Asteroid City), en la que se produce una especie de reunión en la que concurren profesores, padres e hijos para un concurso escolar dedicado a la observación de fenómenos astronómicos. Asimismo, hace millones de años un asteroide cayó en aquel páramo y se rememora dicho acontecimiento. Lástima que no se retrasara millones de años su impacto. Habría supuesto algún punto de inflexión en el argumento, y habría agilizado la trama y reducido el metraje.

En este film, Anderson recurre de nuevo a hacer uso de un reparto extraordinario (Scarlett Johansson, Tom Hanks, Edward Norton, Adrien Brody, Margott Robbie, Bryan Cranston…). Podría seguir y preguntarme : “¿cómo es capaz que uniendo todo este elenco (que me pongo a pensar de dónde saca el dinero para pagarles) el resultado sea un producto tan pesado y sin sentido? Una inmensidad de elementos interpretativos de altísimo potencial que no dejan de ser una mezcolanza desperdigada y sin conseguir un rumbo común. No exprime a ninguno de los personajes ni consigue que les comprendas mínimamente (a diferencia del depurado conserje de El Gran Hotel Budapest, interpretado magistralmente por Ralph Fiennes). Estos elementos unidos no consiguieron nada más que un considerable letargo en un servidor, quien escuchaba atónito una única risa solitaria en toda la sala, absolutamente escandalosa y desproporcionada, que obedecía a los aislados ‘gags’ básicos y exagerados, y de quien no juzgo su disfrute e incluso me habría gustado comprenderlo para unirme a él, aunque pocos espectadores más lo hicieron. Me cuesta creer que sea comedia.

Tampoco nos ofrece la carga dramática del guión que sí pude apreciar y disfrutar en “Grand Hotel Budapest”, capaz de construir con emotividad y, sobre todo, con un relato narrativo estructurado, una historia de anhelo nostálgico lírica y efectiva; no ponerse a pintar un cuadro en el que creer que todos los colores arcillosos del rojizo desierto estadounidense, así como todos los componentes de la parafernalia yankee de los años 50 pudieran tener cabida.

Así pues, la película esencialmente me ha resultado eso : un popurrí aleatorio, forzado y exagerado de numerosos ingredientes sin unión aparente en el que Anderson simplemente se limita a elaborar una mera exposición de otro mundo elaborado por él, con absoluta autocomplacencia, pomposidad y caos narrativo e interpretativo.
Álvaro Garrido
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7
21 de junio de 2023
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película basada en la novela autobiográfica homónima de Emma Becker, de 2019.
El argumento es el siguiente : Emma, una joven de 27 años, se encuentra en Berlín y en una noche como otra cualquiera, a mitad de un pasaje, descubre un burdel enfrente de una consulta de psicología. Irónico, ¿verdad? En ese momento, le invade la curiosidad y a partir de ahí, inspirada también por su escasa inspiración creativa (como buena escritora), decide adentrarse en el mundo de la prostitución para obtener nuevas ideas de cara a su escritura. No obstante, no todo queda ahí.

El relato nos descubre todo lo necesario por saber de un mundo totalmente tabú desde tiempos inmemoriales, que la sociedad ha asumido que es la posición que le corresponde. La película se nos ofrece de un modo extraordinariamente explícito en lo sensorial, desde la exhibición y el aperturismo, como no podía ser de otro modo en un género eminentemente erótico pero con un alto componente sociológico y político, con gran profundidad y complejidad en el contenido.

La dirección tiene la capacidad de encontrar el momento de la carga visual más impactante y superficial, y también de introducirnos los momentos de autorreflexión que va teniendo la protagonista sobre su propia situación de manera que la atención por la historia es permanente.

Por otro lado, a nivel de reparto, Ana Girardot (Emma, la protagonista) interpreta a la perfección los diferentes registros expresivos que se les exige a la “profesión tabú”. Cabe destacar también, sin duda, la aparición estelar de Rossy de Palma, que interpreta a una de las compañeras de la protagonista, con la autenticidad y la sabiduría popular que se le presupone a un personaje interpretado por la afamada actriz, dándole un toque cómico puntual desde una posición algo maternal sobre el resto de trabajadoras.

Por tanto, la película se expone con una postura absolutamente reivindicativa y visualizadora del ejercicio de estas trabajadoras del sexo, poniendo sobre la mesa un debate extraordinariamente complejo y controvertido (que sin duda me habría gustado abordar con alguien al finalizar el visionado) y que evoluciona a medida que se van desenvolviendo las diferentes experiencias de la protagonista en este mundo oscuro del que todos formamos parte : directa o indirectamente.
Álvaro Garrido
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8
13 de junio de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como primera crítica para Filmaffinity, si hubiese tenido que elegir entre todo el abanico de oportunidades, difícilmente habría empezado por una comedia romántica que tiene más drama que comedia y que el ruido lacrimógeno de la sala me hizo saber a medida que avanzaba la trama.

Michael Showalter nos presenta “Spoiler Alert” (Quédate a mi lado), película basada en el libro autobiográfico del periodista Michael Hoziello quien, interpretado por un majestuoso Jim Parsons (‘Sheldon Cooper’ en ‘The Big Bang Theory’), nos narra su relación con el fotógrafo Kit Cowan (Ben Aldridge).

Siempre he sido extremadamente cuidadoso en las lecturas de sinopsis para evitar spoilers por lo que, en este caso y con más razón si cabe aludiendo al título original de la película, trataré de desengranar la película sin incurrir en el mayor temor de cualquier cinéfilo y procurando no olvidarme de aquello que suelen llamar “estilo propio”.

La trama empieza de un modo agresivo, a un ritmo alto de presentación de los personajes, en el que son expuestas sus motivaciones e intenciones. Esto me hizo adentrarme aún más en la duda de si mi primera experiencia en un pase de prensa estaría a la altura. Todo parecía estar acorde a lo establecido : chico conoce a chico (aunque chica habría sido lo establecido por lo que yo sé), y existe la química suficiente que un elocuente Jim Parsons y un embaucador Ben Aldridge se encargan en construir en apenas 15 minutos de película.

El guión comienza de manera sencilla y ligeramente atropellada. Sin embargo, más adelante se adentra en una pausa adecuada y con unos tempos sosegados que permiten entrar en la trama con interés y preocupación por la historia real que vivieron Hoziello y Cowan. Por lo que, el argumento, no resulta ser más que eso : un permisivo acceso a la intimidad personal y sentimental de una historia de amor normal, que cuando ves que está especialmente maquillada (como el 90% de las películas hollywoodienses de género romántico), introduce elementos desmitificadores que otorgan el realismo necesario de un filme basado en hechos reales y que, como decía al principio, el objetivo principal no debe ser olvidado : soltar alguna lágrima esporádica; o frecuente, según el caso (no diré el mío).

Si bien la dirección es sencilla y sin un sello claro, permite la brillantez de otros elementos como el de un reparto más que solvente. Jim Parsons le da un plus de calidad en la interpretación, especialmente en la expresividad emocional permanente; acompañado de la veterana e infalible Sally Field, la cual ya ha ejercido todos los papeles maternales habidos y por haber (‘Forrest Gump’, ‘La señora Doubtfire’ o tía May en ‘The Amazing Spider-Man’), y aquí no iba a ser menos, personificando a la madre de Kit Cowan, interpretado por Ben Aldridge. Este fue una agradable sorpresa que me permitió olvidarme de su personaje vulgar y cómico de la mini-serie ‘Fleabag’. En este caso, colaboró activamente en el ejercicio lacrimógeno generalizado de la sala.

En definitiva, la película da lo que pretende : una comedia romántica exponencialmente dramática muy por encima de la media. Si quieren ahorrarse la terapia, esta es una buena opción.
Álvaro Garrido
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8
18 de marzo de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entrada, “La casa” comienza con un contexto familiar que en más de un hogar se ha debido plantear : ¿qué hacer con la casa de nuestros padres? En este caso, lo que parece una decisión aparentemente sencilla entre los tres hermanos de esta historia, a medida que avanza el encuentro familiar, se comprueba que no hay herencia fácil, que no hay herencia que no conlleve una discusión, independientemente de lo sana o perjudicada que pueda estar la familia en cuestión.

La película, con una dirección sencilla (Álex Montoya) y eficiente, nos expone con tranquilidad, de un modo pausado y contemplativo, ese espacio rural familiar. Nos presenta la casa que levantó el progenitor de los tres hermanos (interpretado por un omnipresente Luis Callejo) con el sudor de su frente y la convicción de construir un hogar al que pudieran acudir siempre que lo desearan.

La dirección y la fotografía se detiene en la trivialidad del hogar : en esa manguera goteante, ese huerto descuidado (que antaño fue diseñado con pasión y dedicación por un padre ansioso y motivado por legar un hogar), esa sierra como paisaje que se siente casi exclusivo, como un paisaje sencillo contrapuesto al cuadro que todo apartamento urbano aporta a su pared para crear una falsa ilusión de naturaleza, un lugar menos artificioso. En definitiva, considero que se hace un ejercicio de transportación a la calidez de un hogar que, irónicamente, ya se encuentra vacío y en descomposición, pues son los tres hermanos y sus (ahora) ineludibles responsabilidades las que deben trabajar, y no su antecesor.

Asimismo, se aprecia un gran esfuerzo por plasmar los detalles retrospectivos : Por un lado, la historia principal se desarrolla en esa llegada al hogar. Inicialmente, llegan a la casa el hermano mediano (David Verdaguer) y su pareja (Olivia Molina), quien le acompaña honestamente. Y, posteriormente, comenzará a llegar el resto de miembros de la familia. Todos y cada uno de los miembros, a su llegada y durante su estancia en esos pocos días (donde apremia tomar una decisión : si vender la casa o quedársela) experimentan esos flashbacks permanentes, con quien fue el protagonista de esa casa : el padre. Un padre que brindó de recuerdos y enseñanzas a todos ellos. La película nos brinda todos esos pasajes retrospectivos a modo de conexión con el pasado, facilitando una mirada nostálgica compleja ; la cual no está reñida con la amargura por el dolor vivenciado, ni con la satisfacción por una trayectoria vital plenamente imperfecta; lo que es vivida, al fin y al cabo. Estos sentimientos conviven transitando con complejidad en el interior de los personajes y son transmitidos al espectador con suficiente adherencia, por lo que alguna lágrima puede fluir sin vergüenza alguna. Me atrevo a decir, que en primera persona, las lágrimas que en mí provocaron, iban conectadas a un pasado que añoro y que, por desgracia, mi mejorable memoria olvida, ya que me fue arrebatado más pronto de lo debido.

Me debo detener también en una interpretación que me ha atraído especialmente : David Verdaguer. Este señor, de quien recientemente me maravilló su magistral e y clavada representación de Eugenio , el mítico cómico “que no quiso ser cómico”, en Saben Aquell de Fernando Trueba; en esta nueva entrega fluye como pez en el agua con esa serenidad perfectamente acorde al paisaje, al contexto y al desenvolvimiento de la trama ¿Quién sabe lo que esa casa podría ofrecerle para la inspiración creativa del escritor al que interpreta?

Por otro lado, la aparición de Miguel Rellán eleva aún más el nivel del elenco (que ya era bueno), aportando, con su veteranía, un mayor calado de la conexión con el pasado que nos transporta a donde estamos.

A modo de conclusión e incluso de reflexión : A veces (o me atrevería a decir que a menudo), el cine no exige de elementos excesivamente complejos y rebuscados, sino que con captar con sencillez la belleza de lo cotidiano consigues emocionar al espectador; y “La Casa” de Álex Montoya lo hace sin despeinarse. El cine es eso : emoción y pasión.
Álvaro Garrido
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