Adaptación del "best seller" del mismo nombre que cuenta las aventuras de Joffo y su hermano Maurice, niños judíos, para huir de su París natal tomado por los nazis. La película se embebe del naturalismo francés de la época de los Truffout o Goddard y transtoca el tono inocente del relato original. Se interpreta un despertar sexual que no aparece en la novela y cambia la mirada inocente y esperanzada del libro por una visión más pesimista de la familia, de los hermanos, de los amigos. Llega a ser desagradable, para el que ha leído el libro, ver como el padre es retratado en la película como un cobarde cuando es todo lo contrario.

Una vez que empieza la primera canción, te mentalizas. No estoy viendo Pixar. No estoy viendo Pixar. Esto es como la Sirenita, como la Bella y la Bestia, no te preocupes. Si no funciona... ala, te levantas buenas noches y a dormir. Pero, funciona bien. Te enamoras de la protagonista porque es buena, guapa e inteligente y piensas que ojalá queden muchas chicas así y disfrutas de la historia de amor.

Desde la primera que vi La Ventana Indiscreta -tendría unos 10 años- tuve la sensación de estar viendo algo prohibido. No porque la película contenga escenas de adultos, sino porque las vidas que observa James Stewart desde su postración sabes que no le pertenecen y que se volverán contra él. La grandeza de la película es hacer creíble a dos actores de esa altura, en un patio de vecinos. No en un patio cualquiera, sino en el de tu propia casa. Porque a todos nos gusta saber qué hacen nuestros vecinos; jugar a ser espía y descubrir secretos inconfesables, aunque habitualmente, no descubramos más que lo que ya sabemos. La brillantez de Alfred Hitchcock se expresa en crear de una situación cotidianan, de andar por casa, por la que cualquiera de nosotros puede pasar una historia de intriga y suspense.

Acostumbrados a las películas americanas sobre boyscauts, que nos muestran unos adolescentes de cartón piedra: frases geniales sobre la amistad, el espíritu de equipo, absurdas competiciones que siempre acaban con " el malo" embadurnado de barro, ligues y beso de triunfo final. Acostumbrados a todo esto, la película de J.F. Davy, nos muestra un grupo de adolescentes totalmente creíble. El fracaso y riesgo de una excursión que se convierte en verdadero paso de la niñez a la adolescencia para un grupo de scouts franceses y la maduración de su jefe de patrulla a través de una carta que le escribe su novial . El director no idealiza la agrupación católica, pero muestra su labor de formación de toda una generación de franceses que pasaron por sus filas. Si algo se le puede achacar es del abuso de las tomas del águila que sobrevuela al grupo de excursionistas. Los actores están más que brillantes en una película que gustará sobre todo a educadores.

He visto esta tarde El Show de Truman con los alumnos de la ESO y hemos debatido al acabar sobre el valor de la intimidad y la manipulación en la que pueden caer en las redes sociales. De la misma manera que la publicidad sustenta la supuesta serie que narra las anadanzas de Truman, la publicidad es la industria que enmarca su vida en el tuenti. La película plantea bien la cuestión y denuncia la pérdida de la intimidad y su utilización en una sociedad mercantilista como la nuestra. Pero Jim Carrey es incapaz de aguantar un primer plano y conseguir que lo que sucede a su alrededor tenga visos de verosimilitud. Una lástima porque con un buen guión como el que la película tiene, se podría haber hecho una interesante cinta... con otros actores.