Me he animado a escribir una crítica al ver que la película no es muy popular.

En este mundo del espectáculo en el que vivimos y al que nuestra sociedad parece que se ha acostumbrado rápidamente, la dignidad de las mujeres (madres y esposas) es abiertamente defendida a través de los mismos medios que sutilmente la ultrajan. Y digo sutilmente porque nos tienen tan sumamente entretenidos que no nos damos cuenta lo machista y patriarcal que sigue siendo nuestra cultura.
En esta película, la violación a la dignidad de la mujer es mucho más explícita y por ello es más fácil conectar los mecanismos que el mundo del entretenimiento realiza y que mantiene a la figura de la mujer en sus corsés habituales.
A través de un programa de televisión que quiere premiar a la mejor madre, las protagonistas enfrentan directamente sus valores a la necesidad de ganar el concurso. Y debido a la gran necesidad que existe (la mayoría provienen de clases pobres) la lucha es todavía más cruel.
La puesta en escena es sencilla, el trabajo de las actrices es excelente, si bien no todas logran el aire dramático que sostiene el argumento. El ritmo es adecuado, no redundando en escenas del concurso que poco tienen que ver con el eje principal.
Me gustó e hizo replantearme muchas de los valores a los que ya no damos importancia en este occidente globalizado.

Autenticidad es lo que me queda después de haber disfrutado de esta obra de arte. Rostros y paisajes que hablan por sí solos, silencios llenos de emociones y un andar eterno que ni las montañas ni las ciénagas ni los océanos ni los encuentros desafortunados pueden parar... como el viento que lo recorre todo.
Un viejo no tan mayor y un muchacho no tan joven se conocen y nos dan a conocer la vida de otros y la suya propia.
El muchacho, un Sancho Panza, un acompañante fiel, curioso y voluntarioso. Su personaje, pasivo al principio, hace la función del espectador, indagando en lo que queda por descubrir del misterioso juglar. Poco a poco va tomando su lugar, ya no es un niño y quiere demostrarlo.
El viejo, un loco sin rumbo, con el corazón roto, va dejando poco a poco desvelar su alma, a través de su andar, su mirada y sobre todo de su música.
Juntos inician un viaje sin fin, aventurado y desventurado, largo y silencioso. Los paisajes llenan de sentido su marcha. Las casas solitarias, los pequeños pueblos, las aldeas abandonadas, los campos de cultivo infinitos, lar cordilleras verdes, los desiertos blancos, los inmensos mares...
Y el coraje y la tristeza, deambulan también juntas acercándose y alejándose, bailando al son de los sonidos del acordeón.

La película se desarrolla lentamente explorando momentos claves de la vida que normalmente pasan desapercibidos.
La película resulta lenta, pero necesita ese tiempo para lo que cuenta.
Hay escenas de emotividad muy forzada y elementos comodín muy usados en el cine convencional, para mi gusto le resta valor al mensaje que quiere transmitir sobre la espiritualidad, la trascendencia y el por qué de las personas que nos encontramos en la vida.
El conjunto deja buen sabor de boca y logra transmitir la importancia del perdón, el amor, el propósito... aunque en ocasiones puede parece algo artificial y rellena de tópicos.