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Críticas de pikyturiellos
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Críticas 38
Críticas ordenadas por utilidad
8
26 de marzo de 2018
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wajib se desarrolla en Nazaret en la época actual. Eso podría hacernos pensar en el conflicto palestino-israelí llenando la pantalla, en sus múltiples vertientes, con tesis políticas, situaciones violentas, argumentaciones históricas para explicar la legitimidad de las acciones y las reivindicaciones del bando elegido. Podríamos pensar así porque con frecuencia es así, y además en ocasiones así se han confeccionado excelentes películas (verbigracia, “Los limoneros”). Pero no. En Wajib están presentes algunos elementos de “el conflicto” (lo contrario sería imposible; estupenda la secuencia del perro) pero el conflicto principal es el generacional, el que surge entre un padre y un hijo de la comunidad árabe cristiana de Nazaret. El primero, profesor de una escuela primaria, representa la tradición, el orgullo por lo local. El segundo, arquitecto emigrado a Roma que vuelve para la boda de su hermana, representa el cosmopolitismo, la apertura al mundo. Ambos nos conducen por las calles de la ciudad llevando las invitaciones de la boda de casa en casa mientras nos muestran personajes variopintos y discuten acerca del modo que cada uno tiene de ver la vida.
Unos pantalones rojos, la entrega o no de determinada invitación o una lona tapando una fachada, se convierten en elementos simbólicos muy potentes que Annemarie Jacir maneja con talento en la representación de la ruptura/reconciliación de los dos personajes principales. La continua presencia de la ausencia de un tercer personaje, también está muy bien tratada.
Su tono costumbrista, su absoluta falta de grandilocuencia, benefician un conjunto en que ninguna de sus partes resulta sobresaliente pero que logra ser consistente y agradable.
pikyturiellos
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7
9 de marzo de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tuve la ocasión de asistir a un pase en Oviedo de El rayo con presencia de sus directores que, tras la proyección, explicaron diversos aspectos de la gestación y el rodaje de esta pequeña joya. Fue un placer.
La historia nos sitúa en una localidad andaluza en el que un trabajador marroquí compra un tractor con intención de conducirlo hasta su pueblo al otro lado del estrecho, donde pretende trabajar unas tierras que acaba de heredar. La película nos cuenta el viaje, lo que le va ocurriendo al protagonista mientras recorre pueblos y carreteras secundarias, sus problemas en la aduana, las averías mecánicas del vehículo; la ayuda de unos, el desinterés de otros, cuando van surgiendo dificultades. La curiosa manera que tiene el protagonista de abordar esas dificultades, su capacidad para relacionarse con los demás desde su -sólo aparente- limitación de recursos y habilidades, su visión de la realidad, del futuro, su convicción de que la vida es igual en todas partes (si eres trabajador y hay trabajo saldrás adelante, si falla una de las dos premisas habrá problemas), nos acercan a un Hassan Benoudra al que le tomamos cariño desde las primeras secuencias y con el que viajamos la mar de cómodos en el viejo Massey Ferguson. Benoudra, agricultor que se interpreta a sí mismo, que vive su propia historia y conduce su propio tractor hacia Marruecos mientras unos chicos le graban con una cámara (una sola cámara) y le sugieren diálogos que él interpreta como le parece, es, por supuesto, un tipo alejado de cualquier referencia cinematográfica, pero resulta tan convincente como sólo resultan serlo los más grandes intérpretes o los no actores con talento natural para comunicar sensaciones al espectador, cuando se interpretan a sí mismos. Por cierto, todos los demás personajes también se autointerpretan.
Si pueden, no dejen de ver esta curiosa película en la que la ficción, basada en la realidad, tiene aires de documental y sabor a vida.
pikyturiellos
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8
18 de noviembre de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Puede llegar a ser el realismo, sucio y entrañable?
¿Casan bien lo tierno y lo andrajoso?
¿Es posible el maridaje entre una ensalada de palabras malsonantes y los dulces caldos del amor romántico?
¿Pueden resultar convincentes la depresión y el vitalismo como rasgos básicos de un personaje en una historia que se desarrolla en apenas veinticuatro horas?
La respuesta a todas estas preguntas es sí, y la prueba del 9 es esta película pequeña, barata, urbana y muy atractiva en la que un Holdridge de 32 años parece querer parecerse al mejor Cassavettes; eso si, menos trascendente - tanto que al espectador le parece despojado de pretensiones -, sin excesos de intelectual brillante, ni ramalazos de enfant terrible.
Estética naturalista de cine independiente, sin maquillajes ni aditivos, Los Ángeles en blanco y negro una noche de fin de año. Una historia sencilla (Holdridge, también guionista) filmada con buen pulso Personajes creíbles, cercanos, en situaciones cotidianas, el punto justo de comedia sin perder la perspectiva del drama de cada día.
Actores convincentes, buena química entre los dos protagonistas (Scoot McNairy y Sara Simmonds). Y un buen final.
Aplausos.
pikyturiellos
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7
3 de marzo de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su debut tras la cámara, Steve Buscemi también se pone delante y firma el guión de esta evidentemente pequeña y decididamente interesante película.
La mediocre cotidianeidad de un tipo zarrapastroso y muy poco de fiar, que se pasa las horas en el bar que da título al film, da para hora y media de cine más que digno, en la que se exploran las miserias del personaje principal y algunos de sus vecinos de barra. Eso sí, con una mirada indulgente y acaso cercana a la simpatía por esa clase de personajes entre la marginalidad de medio pelo y la gamberrada sin consecuencias graves que tan bien le casa a eso que todos llamamos desde hace tiempo "cine independiente americano".
pikyturiellos
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6
13 de marzo de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el espectador español medio piensa en cine indio imagina imágenes de coreografías espectaculares acompañadas de canciones en medio de tramas románticas, y le viene a la mente la palabra Bollywood. El que ya tira a cinéfilo puede recordar un cine más ligado a la realidad en las películas de Satyajit Ray, el gran referente del cine indio de todos los tiempos.
La opera prima de Tamhane está más cerca de las películas de Ray que de las danzas y canciones bollywoodianas, aunque el protagonista de la historia que se nos cuenta sea precisamente, entre otras cosas, un músico que compone e interpreta temas de estilo tradicional. La trama de "Tribunal" gira en torno a la acusación de incitar al suicidio que recae sobre él. Una acusación sin pruebas y basada en fundamentos tan endebles como ridículos. A partir de aquí, Tamhane acomete una feroz crítica al, por lo que se nos presenta, obsoleto, lento, ineficaz e injusto sistema judicial indio.
La cámara se aleja del protagonista de la historia para contar ésta a través de los tres personajes que intervienen en su caso. Primero el abogado defensor. Joven, progresista, paciente, trabajador, occidentalizado y racional; se expresa en hindi y en inglés. Luego la fiscal. Mujer de mediana edad, tradicional, inflexible, de lengua maratí. Y por último el juez, apegado a los abstrusos procedimientos que eternizan las causas y de una simpleza desarmante a la hora de abordar asuntos de la vida cotidiana; todo lo contrario a la racionalidad.
Esta curiosa manera de acercarnos al cantautor protagonista y su causa, alejándose precisamente de él, funciona bastante bien. Por otro lado, la crítica al sistema judicial -y policial- resulta demoledora y ahí radica el punto fuerte de esta obra. Sin embargo en ocasiones el espectador pierde interés por lo que ocurre en pantalla: algunos tiempos muertos, más de una secuencia prescindible, el recurso de la reiteración mostrándonos una y otra vista del interminable juicio acaba resultando excesivo.
"Tribunal" como queda dicho no es una película redonda pero merece la pena. Sobre todo para todos aquellos que tengan interés en acercarse a cinematografías poco habituales en nuestras pantallas.
pikyturiellos
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