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Críticas de philelvrum
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
2
16 de enero de 2008
404 de 712 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta cosa es la comedia indie de rigor que todos los años EEUU exporta con más o menos éxito (véanse los casos de Napoleon Dynamite o la agradable Pequeña Miss Sunshine) y casi siempre mega-hinchada por la crítica que confunde la supuesta frescura de la propuesta con lo rancio de sus resultados.

La principal artífice de estos insufribles 90 minutos es una tal Diablo Cody, afamada bloguera alternativa de esas que se hacen tatuajes hasta en el clítoris y que trata el guión del film como si fuera una entrada de su bitácora. Es decir, sarcasmo impostado y referencias pseudo-cools para que todo el mundo sepa lo oscuros que son sus gustos culturales y el gran conocimiento de la cultura pop que posee. Un ejemplo: en un momento de la película el personaje de Jason Bateman, que guarda una especial conexión “indie” con Juno (Ellen Page), está enseñándole discos y películas a ésta. Saca “El mago del gore” de Herschell Gordon Lewis y le pone un fragmento a Juno. Asombrada , Juno suelta: “Wooow! Esto es mejor que Suspiria!”. Ante esta patochada, alguien con un mínimo de dignidad se saldría de la sala escupiendo hacia la pantalla o borraría el DivX directamente. Pero los hay masocas o poco exigentes. Y el viaje no ha hecho más que comenzar.

Hay algo en esta película, aparte de su autocomplacencia de producto guay, que me enerva profundamente. Son los diálogos. Todos y cada uno de ellos están profundamente construidos con la intención de pasar a la posteridad y formar parte del refranero popular que manejan los asistentes a los conciertos de grupos como L-Kan o cualquier fotologuero que cuelgue fotos de sí mismo a contraluz mientras suelta unas líneas ininteligibles con propósito poético. Además, son tan tremendamente forzados y “graciosos” que compiten en calidad con los de cualquier serie de ficción española de esas que ponen en prime time.
Ellen Page limitándose a ladrar las líneas y poner pose de niñata con actitud. Michael Cera corriendo el peligro de encasillarse en su personaje de “Supersalidos” por siempre jamás y un elenco de actores que cumple correctamente con su papel de monigotes de cómic alternativo e irónico. Uso de la música (claro está: indie folk) desquiciante y continuo, ni los Farrely se atreven a meter tanta canción en escenas de transición. Encima, el tema del embarazo no deseado estaba mil veces mejor planteado y resuelto en Knocked Up. Resumiendo, todo apesta a prefabricado y lo peor de todo: es totalmente inofensiva. Carne de domingo por la tarde y a olvidarla, si tienes estómago.

Le pongo dos estrellitas porque salen 20 segundos del cover de Superstar por Sonic Youth, que me gustan mucho. Ahora me largo al Starbucks a charlar sobre la influencia de J.D.Salinger en las canciones de The Arcade Fire con mis Converse y mi flequillo postizo. El fantasma de Diablo Cody me ha poseído.
philelvrum
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4
30 de diciembre de 2007
176 de 287 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno no puede evitar sentirse engañado después de haber sido partícipe de esta experiencia cinematográfica tan brillante a nivel técnico como fallida en su estructura narrativa. Es una lástima, porque los primeros 50 minutos, toda una pieza de orfebrería fílmica, fluyen aparentando ser una simbiosis perfecta de todos los elementos audiovisuales al servicio de una narración concisa que atrapa y promete dar muchísimo más de lo que demuestra tener en la siguiente hora.

A partir de ese momento, la película cae en la más absoluta indeterminación y empieza a consumirse en su propia estilización. Véase como ejemplo paradigmático el inmenso, lírico y precioso plano secuencia de la playa, momento cinemático sublime pero totalmente innecesario para el avance de la historia y que queda al descubierto como un vehículo de lucimiento para Joe Wright y su equipo técnico.

Cuando parece que la historia se queda sin balas para mantenernos despiertos, remonta un poco el vuelo, para engañarnos como a chinos en un “sorprendente” final del cual me queda claro que si la Briony fuera una escritora de verdad, desde luego las editoras de baratas novelas rosa tendrían un nombre más que engrosar a sus listas, justito al lado de incompetentes como Danielle Stelle. En ese momento, la música de Marianelli (que acumula un acierto tras otro desde la magnífica “In This World” de Michael Winterbottom), la excelente fotografía de Seamus McGarvey (jugando en la misma liga de Kaminski respecto a la sobreexposición y balanceándose en la fina línea que separa al cine del anuncio de perfumes), el (por momentos) audaz montaje y las correctas interpretaciones del elenco principal pierden toda su importancia, puesto que la historia se ha desvanecido en la nada. Una reflexión sobre la necesidad de los finales felices intenta dotar al conjunto de una supuesta trascendencia metalingüística que no consigue más que maquillar el entuerto sin más consecuencia que un sonoro “MEH” por parte de un espectador cabreado por haberse quedado con el agrio regusto de un mal caramelo maravillosamente envuelto.
philelvrum
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