Al leer varios de los comentarios anteriores se puede comprobar hasta qué punto los prejuicios dominantes en un momento histórico dado incapacitan por completo para juzgar una obra artística de otra época. El tono de farsa caricaturesca es tan evidente, desde la primera escena, que solo ello debería ser más que suficiente para que nadie quiera encontrar en ella un "mensaje". Por lo demás, si algún "mensaje" hubiera que sacar de su argumento, este sólo podría ser que hasta los más recalcitantes misóginos (como el mayordomo) están de antemano condenados a renunciar rotundamente a sus prejuicios ante la simple vista de una mujer. En cualquier caso, y frente a lo que creen muchos y muchas comentaristas, en ningún momento se plantea siquiera la posibilidad de un asesinato "real": el asesinato sólo se produce en el argumento de una historieta que dibuja el protagonista.

Si podemos dejar de lado los prejuicios ultrafeminstas hoy dominantes, podremos disfrutar de una comedia que combina magistralmente la sutileza con la caricatura más grotesca.

Un drama pretencioso con todos los defectos y ninguna de las virtudes de aquellas películas "de arte y ensayo" de los años sesenta, que confundían el "arte" con el aburrimiento. Por cierto, no sé cómo en la calificación de "género" puede aparecer el adjetivo "comedia".

Lo mejor de la película es cuando se termina y uno puede salir corriendo del cine.

Una obra peligrosísima: no puedo dejar de verla una y otra vez. Las primeras veces no me podía dar cuenta de los detalles, porque estaba demasiado absorbido por la risa. Después no he dejado de encontrar, cada vez que la vuelvo a ver, nuevos elementos para sorprenderme de cómo Wilder cuida hasta los más mínimos detalles.

Una mirada irónica, pero optimista, a la guerra de generaciones, combinada con episodios de guerra de sexos. También están presentes, cómo no, las dificultades de un americano para comprender las sutilezas italianas. Un montón de situaciones muy divertidas y unos actores (principales y secundarios) excelentes. Recetando películas como ésta, la Seguridad Social podría ahorrar mucho en antidepresivos.

Un acelerado recorrido turístico de Londres a Roma. El entorno de la Europa post 68, que en aquel momento sería de gran interés para el público norteamericano, ya casi nos puede resultar también interesante a los europeos que no conocimos aquellos años míticos. A lo largo del viaje, como no podía ser menos, entre los viajeros se van produciendo cambios, amoríos y desengaños, aunque son demasiados personajes para que se pueda profundizar mucho en todos. La película aún resulta agradable, sobre todo si se mira con cierto espíritu arqueológico.