Aún no se si me ha gustado o no; me quedo con el gusanillo de verla otra vez, por romper este estado meditativo en el que me ha dejado. Quizás sea por haber oído/leído tantas y tantas opiniones destacando la repugnancia y el asco extremo que desata, el caso es que no me ha parecido tan asquerosa ni me ha producido arcadas incontrolables. Justamente, lo sorprendente es su capacidad para mostrar la belleza de un amplio espectro de fluidos corporales humanos, generalmente catalogados como 'sucio, caca, eso no se toca' sin adentrarse en el gore gratuito.
Pero que quede claro que aquí TODOS cagamos, vomitamos, sudamos, sangramos, y nos masturbamos; y además es muy sano hacerlo (y disfrutarlo. si si, he dicho disfrutarlo). Lo enfermizo es considerar el cuerpo y sus fluidos como una parte a esconder, e incluso a erradicar (ya basta, llevamos siglos de progreso de la ingeniería del tabú y la vergüenza): la mierda acaba desbordando, lo queramos o no. En cuanto a la taxidermia o el arte de embalsamar, lo hacían los mayas, lo hacían los guanches, lo hacían las ordenes religiosas (ahí están las reliquias), lo hacían los egipcios y los vikingos, e incluso hoy en día hacemos algo parecido (pero en vida) gracias a los 'avances' de la cosmética.
La mezcla de realidad histórica/social y fantasía le da un aire de cuento al film, aunque el hilo de la historia es un poco aleatorio y sin interés aparente. Eso si, la realidad que plasma, un tanto parodiada y surrealista, es, en mi opinión, mucho mas repugnante que las cacas y los pises que tanta polémica han traido. Quizás, en definitiva, no se trata más que de una película pretenciosa; aunque quizás lo pretencioso sea querer sacarle significado a todo, y además querer que sea El Significado que quería darle El Artista.
Le doy un seis porque describe mejor la película que cualquier otra nota. Ni buena, ni mala; ni obra maestra, ni bodrio: "Interesante".

Si les da asquito, pues no la vean.
Y si quieren pasar un mal rato de verdad y acabar con el corazón en el estómago, y viceversa, alquílense "Itchy the killer" de Miike, o "Braindead: tu madre se ha comido a mi perro"; la primera por su protagonista esquizofrénico con cuchillas en las extremidades, que se dedica a destripar sin ton ni son, ni belleza alguna; la segunda por sus escenas gore que, aunque en clave de parodia, resultan realmente asquerosas. Eso sí que es casquería, y no muy fina.