Contando con la esplendorosa y regia fotografía de Gabriel Figueroa -quien también trabajó para John Ford-, Emilio “El Indio” Fernández nos entrega una cinta de gran madurez y acierto directoral, de argumento muy simple pero absolutamente coherente, hermoso y con una explosiva carga de tensión dramática que las actuaciones de Antonio Cañedo y Columba Domínguez vehiculan con absoluta verosimilitud y enorme talento actoral. La ruralía que sirve de marco para contar la historia, retrata el paisaje, atuendo y carácter de Mesoamérica, así como las miserias y el talante de sus gentes. Sin duda una obra maestra del cine iberoamericano, a la cual el paso del tiempo le agrega cada vez más valor y vigencia. MONTEBRUJO.

Cinta inteligente, maguer con presupuesto exiguo su guión es exhaustivo y su puesta en escena muy entretenida. Fusiona con coherencia y muy solventemente varios géneros muy populares en México y Centro América como el paquín (comic), la lucha libre y el cine clase B, y hasta se atreve con el pseudo documental, conduciéndolos con eficiencia en orden a generar un relato "noir" muy intrigante y bien acabado. Las actuaciones no descuellan pero son muy creíbles y eficaces dando vida a personajes infaltables en una peli de esta laya (el enmascarado, el entrenador, el chulo, el empresario, la esposa, la diva, el asesino, el regente del cabaret, etc.), con lo cual consigue intensificar el fin último perseguido por este sabroroso relato cinematográfico que difumina los límites entre la realidad y lo narrado, a saber: hurgar en los factores que crean un mito que trasciende tanto al héroe como a sus admiradores para tomar vida propia. Un film de culto excelentemente dirigido que anuncia cintas como el Mariachi y Desperado de Robert Rodríguez.

Para demostrar que su histrionismo no se agotaba en la comedia pura ni en las risas simples o de gags improvisados y frescos, Germán Valdés Tin Tan aparece "desconocido" en su mejor papel haciendo un Pito Pérez más que verosímil, burlón, cínico, sentimental, pragmático, desencantado y por encima de las convenciones burguesas. El guión elocuente y fiel a la novela de José Rubén Romero, la dirección de Bustillo Oro muy sobria y profunda y el riguroso blanco y negro de la excelente fotografía hacen de esta cinta un clásico de la literatura picaresca de todos los tiempos. Acertadísimo el secundario de Andrés Soler en su papel de interlocutor de Pito Pérez, a quien admira sinceramente y con quien se siente hermanado pese a su atuendo cutre y a su carencía de todo trapío.

Cinta que sabe usar la gramática del cine, con la que su director aprovecha el registro profundo de Quinn para encarnar un personaje creíble y audaz que se echa la peli a la espalda muy bien secundado por Franco Nero. Calificación: 8.90 de 10, bien puede figurar en una buena crestomatía del western gringo.