Producción de serie C, mezcla de ciencia ficción y terror, que bebe de referentes de la época como La Cosa (1982) o Lifeforce (1985), con ciertamente peor fortuna.
Se puede ver esta película desde dos ópticas: desde la del aficionado al cine en general y desde la del aficionado al cine de terror. En el primer caso, el espectador comenzará a mirar su reloj hacia el minuto 15 de proyección, preguntándose si sacó de la nevera el caldo del arroz del día siguiente, porque la puesta en escena televisiva, las malas actuaciones y el flojo guion invitan a pensar en otras cosas. En el segundo caso, si bien el aficionado de terror también reconoce los tics comentados, la entrada en acción desde los primeros minutos del villano de la película, un supuesto alien, y especialmente, el apartado técnico, con mucha hemoglobina, carne purulenta y seres resultantes de experimentos de laboratorio con mucha mala hostia, harán que el visionado resulte entretenido.
Pero el resultado final es flojo. La falta de presupuesto lastra el conjunto y parece que fue el guionista el que menos cobró. Los personajes del responsable del laboratorio y los dos matones que contrata rozan el ridículo. Y la subtrama de las hijas del vigilante en busca del padre, supuestamente creada para atraer a los adolescentes a ver la película, resulta poco creíble.
Hay que agradecer a los productores su honestidad en querer hacer un producto para los aficionados al cine de terror, pues buena parte del presupuesto del film se gasta en efectos especiales, que resultan bastante dignos.

En el apartado Género de la ficha de esta película en filmaffinity la describe como comedia, drama, terror e intriga. En mi humilde opinión, no se trata de una comedia ni de un film de terror. Podría decirse que las vivencias del niño se aproximan a un relato dramático y que existe una cierta intriga por saber, a medida que avanza la cinta, lo que nos quiere contar el director. Porque la verdad es que la película aburre soberanamente debido a un ritmo inexistente y a una dirección torpe. En este sentido, y a pesar de tener un metraje corto, se nos muestran escenas repetitivas, como las de las cenas de los tres miembros de la familia o la del momento de acostar al niño en su cama.
El guion crea a unos padres repelentes por los que el espectador no puede mostrar interés y un hijo con un comportamiento semi-autista, que penaliza al ritmo de la película (tampoco ayuda la elección del actor que interpreta al hijo, que no cambia su expresión en prácticamente todo el metraje).
Las referencias al sexo marital y el punto de vista del niño respecto a este hecho producen sonrojo. Al igual que la utilización de la banda sonora del film, a mi juicio, poco apropiada en determinadas escenas para mantener un mínimo de intriga.
Además, la película presenta cortes y tránsitos entre escenas abruptos, lo que parece dar a entender que en el montaje se eliminaron escenas, algo que se nota en la cohesión de la cinta.
Todo ello conforma un film aburrido, falto de interés, con un torpe desarrollo para desgranar los motivos por los que el niño se siente incómodo con sus padres y un final precipitado y convencional.
Bastante floja.

Producción de serie Z pergeñada por dos guionistas, uno de ellos el director, que sabe Dios por qué pudieron dedicarse a esto del cine. La trama se desarrolla en todo su metraje en un único espacio, una nave-almacén abandonada o algo parecido (la película es muy oscura y no se acaba de ver bien, se ve que no había dinero ni para iluminación), en la que unos porretas pretender organizar una rave. Pero lo que no saben es que allí vive alguien… y después de muchos minutos de presentación de unos personajes que tienen un interés nulo para el espectador, empiezan las hostilidades.
Unos actores-amigos del director con un talento interpretativo inexistente, unos diálogos sonrojantes y una estética de video doméstico hacen que la primera media hora sea un reto para el espectador aficionado a las películas de terror y acostumbrado a ver de todo. Pero una vez entra en escena el señor del martillo, la cosa tiene su gracia, entre otras cosas, porque tienes ganas de que se los cargue a todos. Y, por otra parte, porque hay que reconocer que las muertes son originales y el tipo actúa con contundencia, sin tonterías.
Cinematográficamente hablando, este film es un truño que flipas, pero los aficionados al género hemos visto ya muchos de estos y no sé qué es lo que nos pasa, que siempre queremos más. A pesar de ello, le doy un 3 porque pasas un rato divertido cuando el martilleador entra en acción.
No busques explicaciones o motivaciones de los personajes, no las hay. Me da que la realización de esta película, si se puede llamar así, fue un divertimento de los que la idearon.

Si este film hizo llenar las salas de cine en Tailandia, se me escapan las razones. Supongo que la distancia cultural tendrá algo que ver.
Se dice que se trata de una película de terror con toques de comedia. Terror tiene más bien poco y comedia sí que tiene el tono, pero con un sentido del humor tontorrón rayano en lo pueril. Más bien parece un film para todos los públicos al estilo de las últimas propuestas de Santiago Segura en los veranos españoles.
Además, el guion es repetitivo y tramposo, pues la pareja principal tiene comportamientos variables dependiendo de lo que crean de ellos en ese momento del film los amigos del hombre.
Los 107 minutos que dura la producción se hacen largos...
Un detalle llamativo de la película es que todos los personajes aparecen con la dentadura negra o prácticamente inexistente (!?). No sé qué es lo que se quiere representar con esto.

Lamentable producción que no se acerca a conseguir nada de lo que persigue, fundamentalmente debido a un incoherente guion y a una dirección enormemente desmañada. Lo que podía ser una nueva muesca en el cine de bichos, con “Tiburón” como faro guía, se convierte en una ridiculez mayúscula. Y no porque los “malos” de la película estén poco o nada conseguidos (de hecho, los reptiles protagonistas están bastante correctos), sino porque el argumento va de absurdo en absurdo, hasta tal punto de que el espectador siente ganas de que los bichos acaben con todos los personajes del film.

En el primer acto de la película, donde le ocurre al protagonista la desgracia que conduce el resto del film, ya se intuye que esta no era la película que uno esperaba. Se pueden disculpar elipsis, obligadas por tratarse de una producción de bajo presupuesto, pero se debe exigir al menos un mínimo rigor narrativo.

Caracteres planos, personajes y escenas que no aportan nada a la trama, guion confuso y poca credibilidad son algunas de las características de esta filmación, que te hace mirar al reloj no llegada la media hora de metraje.

No es extraño que este director no tenga carrera conocida en el séptimo arte.

No pierdan el tiempo.