No suelo escribir reseñas ni críticas, pero la alarmante falta de atención que ha recibido el film debut de este prometedor director me obliga a hacerlo.

Spa Night es, simultáneamente, liviana e intensa. Es ligera en su forma: los acontecimientos no se precipitan, siguen un buen orden y nada parece pasar que podamos observar, pero ahí es donde entra su intensidad. El punto fuerte de la obra es involucrarnos mentalmente en las fantasías y paranoias del protagonista, ambiguo emocional y sexualmente, que jamás son reproducidas en pantalla y sólo cobran vida e intención en nuestra imaginación, donde el espectador decide en qué piensa el protagonista. Todo en el film se reduce a miradas y gestos más que a palabras, como un puzle sobre la mente del jóven que podemos intentar descifrar.

De manera similar a L'inconnu du lac (2013), pero mucho más sutil y menos explícita, Spa Night consigue a menor escala (quizá podría haber sido todavía menor y quedar mejor) retorcer las bases de su género, ya sea drama social, thriller o coming-of-age.

Ahn nos muestra otro onírico intento de conseguir el sueño americano en un Los Ángeles hiper-multicultural. ¿Funciona? Sí. ¿Es Spa Night un film queer genérico irrelevante? No. ¿Podría haber sido mejor y estar más pulida? Totalmente.
Espero impaciente más obras del director.

"A Bride for Rip Van Winkle" es una película indiscutiblemente fantástica por tres razones:

En el plano formal, es impecable. Iwai demuestra su buen gusto eligiendo unos colores que encajan perfectamente con la película y que se mimetizan con las emociones de los personajes. Sus planos se llenan de texturas y la progresión de la cinta es casi perfecta. Además, como acostumbra el director, el uso de la banda sonora es magistral y complementa mucho con el lenguaje no verbal de las actrices principales (una modosita Haru Kuroki y una explosiva Cocco), fenomenales en sus papeles.

En cuanto al plano argumental, ofrece un drama peculiar y original. Nuestra heroína es una tímida joven japonesa que, como muchas otras, recurre a internet para encontrar pareja. Lo consigue. Y prepara su boda. Pero ahí se acaban sus expectativas: su familia, su entorno, la sociedad en la que vive... todo parece ponerle trabas. Se trata de una película, que sin llegar a lo lacrimógeno, impacta en tanto que nos sentimos conectados, independientemente de nuestra situación, con la protagonista.

Pero donde más destaca es en el plano ideológico. Iwai nos tiene acostumbrados a descubrir nuevas visiones sobre los temas más controversiales de la actualidad y a criticar la aparentemente perfecta sociedad nipona. En un principio, se centra en la representación de internet como un método de evasión autodestructivo (que ya había ofrecido en previas obras) pero que a la vez se trata de un medio que ofrece oportunidades de ser feliz hasta a la persona más desamparada. Es también una dura crítica al patriarcado imperante en Japón, las exigencias machistas que se les hace a las mujeres y su conversión en muebles tras el matrimonio. Pero sobretodo, es un comentario sobre la falta de honestidad y sinceridad emocional de unos de los países con más tasa de suicidio, y como las nuevas generaciones son capaces de cambiar esto con nuevos ideales y maneras de ver el mundo.

Un toque de atención a una sociedad idealizada tanto por japoneses como por occidentales, un insulto a la moral represiva y una patada al conservadurismo. Que ya era hora.

En contadas ocasiones, duele un poquito el alma (o, para los escépticos, la ausencia de esta) al contemplar una obra de arte, ya sea una novela, una pieza musical, o un largometraje de Shunji Iwai.

Occidental en su formato, asiática en contenido. Pero, al alejarnos de esa dicotomía, lo que podemos asegurar es que "Vampire" es puro Iwai. Situada en la Canadá contemporánea, el filme nos habla sobre un joven y solitario profesor de biología, Simon, que soluciona sus cuestionables y severos problemas de hematofilia convenciendo (o directamente, engañando) a mujeres suicidas que encuentra por la red para aprovechar su sangre.

Durante sus dos horas, pude apreciar que el director trata tres temas simultáneamente. Por un lado, la soledad propia de la vida en sociedad, la complejidad de internet (ya explorada en la gran Todo sobre Lily Chou Chou) y el suicidio, la muerte y sus opuestos, el amor (y la sexualidad) y la vida. Eros y thanatos. A través de un periplo de jóvenes debilitadas emocionalmente y trayectos en coche, Simon, y el espectador, analiza constantemente la moralidad de sus acciones.

Que quede claro que en ningún momento se nos presentan vampiros reales, a la antigua usanza, y no provoca miedo ni desagrado: es más, la fotografía es simplista y MUY preciosa, así como la música y la caracterización.

Muchos la podrán tildar, no sin razón, de sosa y falta de vitalidad. Y aunque es cierto, diré en su defensa, que "Vampire" es una película que sufre de hematofilia, hemofilia, vampirismo clínico y palidez. Y le sienta genial para transmitir. Y esto es, que duela un poquito el alma, sin pasarse, y recordar que seguimos vivos, y que la sangre fluye en nuestro cuerpo.