A Fabrica de Nada es más que una película, es la narración de millones de realidades que se mueven en el plano de la explotación y la opresión como si esa fuese la única casa habitable.

Aquella que debería llegar a cada nueva generación y a cada conciencia atrapada en la banalidad o la ignorancia. Más que un panfleto y mejor que muchos libros políticos. Por fin política verdadera en la gran pantalla, sin censura, sin sobreactuaciones, con excelente acompañamiento estético. Sumamente natural y cercana.

A destacar el mérito de haber reproducido fielmente las contradicciones internas de la clase obrera y su dignidad, la capacidad de volcar teoría marxista y adentrarnos en el corazón del debate de salón y la marginalidad de una filosofía abstracta, que así escenificada cobra sentido incluso para cualquier materialista que desee un cambio de sistema.

El público tiene risas ultrapacifistas para aquellos barros...pero para estos lodos Pedro Pinho nos demuestra que es posible no dejarse nada en el tintero. Solo fallan música y lo relativo a esto, es la razón por la que no alcanza el diez. Por temática y tratamiento, merecidísimo sobresaliente.

Una película por la que en este orden de cosas dan ganas de gritar ¡¡gracias!!

Ver este documental reafirma para muchos las alertas que se nos han venido despertando en los últimos ocho años atrás, como dijo el pensador y sociólogo Zygmunt Bauman las redes son eso, una trampa, algo así como una tela de araña donde quedas atrapado. Lo que nos cuentan estos ex trabajadores de las mayores compañías de redes sociales y tecnológicas es que estamos en tiempo de descuento, que ya nos persuadieron y efectivamente hemos quedados atrapados. No podemos concebir nuestra realidad, nuestra vida cotidiana sin estar intensamente influenciada, limitada y redirigida hacia el uso de las aplicaciones móviles, interacciones virtuales, testeos, etc
El uso individual de las tecnologías deviene en abandonismo, dejamos de priorizar y cuidar lo que es propio de los valores de nuestra sociedad, familia, de aquello que elegimos nosotros mismos en el pasado y que nos definía, que hasta nos costó desmarcarnos con el sufrimiento que ello conlleva de una mayoría porque tal vez esa mayoría era superficial, hacía acoso escolar, era irreflexiva, etc, etc, etc... o en su defecto priorizamos y cuidamos bajo mínimos y nunca bajo máximos, con garantías, en constancia y calidad.

Es un documental con una fuerte carga filosófica, que en algunos momentos(sí, esto es una pega)hace bailar el reconocimiento de la responsabilidad que recae en cada clase social de todo este desastre de la era de la desinformación y la polarización social y política. La mayoría de las veces se habla claro de que son los que están detrás de la dirección de Facebook, Twitter, Instagram, etc aquellos que deben contraer compromisos éticos pero otras veces citan que es la humanidad(en general) quien ha generado este estado destructivo, juicio además de simplón, espurio y desaconsejable e incompatible si la propuesta es la de concienciar a una gran masa de personas para que exijan a dichas coorporaciones cambios drásticos y profundos en todo lo concerniente a la ética que velaría por los consumidores de sus servicios.

Es importante educar a nuestros hijos y para ello contar con materiales como éste, es importante aplicar los consejos que se dan en él para convertirnos en sus mejores ejemplos y no simplemente por ser coherentes sino para contar con nuestras capacidades reales. Necesitamos reencontrarnos con nuestra propia percepción sin tanta manipulación y despiste, sentirnos felices aunque no podamos estar donde todos están o algunos están, aunque no tengamos lo que otros tienen porque realmente quedan aún bastantes generaciones que aprendieron a ser felices a pesar de las desigualdades. Sin ser este último de mis argumentos un llamamiento a la conformidad, sino más bien el momento de recordar que aún podemos rescatar una fortaleza que ya habíamos construido y nos pertenecía, porque era parte de nuestra identidad y esencia.

Por todo ello considero que ha dejado de ser una excusa el hecho de señalar a los demás mediante razones infantiloides como..."es que ellos también usan móviles, ordenadores, etc" y preguntarnos a nosotros mismos cuánto de lo que escuchamos en este tipo de análisis crítico se da en nuestro comportamiento y en humildad reconocer nuestra faceta errática, ponernos objetivos reales y cumplirlos si queremos otra alternativa. Porque parece ser que no es una cuestión de elegir entre ser modernos o clásicos, del Siglo XXI o 'posers' que van de bohemios y para ello se imponen una austeridad contraproducente o caen víctimas de un estilo de vida obsoleto y en el que reinan los mantras románticos. Ahora de lo que se trata es de decidir si dejamos que los sistemas que mantienen nuestras herramientas tecnológicas(las que usamos todos los días, necesitamos y sí, mejoran también nuestras vidas) nos anulen como persona y colectivo o vamos a implicarnos en los cambios más saludables y seguros que necesitamos para el presente y el futuro. La doble cara de todo esto cada vez es más oscura, banalicen o atiendan. El problema de base es económico aunque en la cinta lo llamen "modelo de negocio" al que quieren aplicar reformas. Sea como sea y a modo contestatario al resto de críticas aquí y hasta la fecha publicadas, esto, sencillamente no está superado y no, no todo el mundo era y es consciente de las ideas ordenadas que estructuran este trabajo audiovisual. ¡Seguimos!

Redoble de tambores, Ken Loach, director que una vez descubierto tarda muy, muy poco en pasar a la lista de favoritos vuelve a hacerle justicia al cine mediante la gran pantalla y la honestidad de un guión al que no se le pueden hacer grandes reproches.

Yo, Daniel Blake es una historia realista, en ella aparecen personajes que representan ciudadanos comunes capaces de todo: trabajar, cuidar a los demàs, reír, empatizar, amar y cumplir las normas de un sistema económico impositivo. A la vez que inadecuado al ser humano disfuncional por su falta de cobertura y de incentivo social, que apenas deja espacio creativo y educa hacia el altruismo, características indispensables para levantar naciones y redes humanas lo suficientemente cohesionadas y sanas.

En esta película vemos descrita como la aplastante privatización de los derechos humanos se ha globalizado hasta adueñarse con el colectivo imaginario, el capitalismo ya lo es todo, unas esposas maniatando nuestras muñecas y otros candados que amenazan el poder de subversión que reside en nuestras neuronas y labios, en el pensamiento y el-posible-golpe a tiempo sobre la mesa.

Para los protagonistas de esta cinta la dignidad va por delante de cualquier otro valor y por eso se afanan en solidarizarse, en cooperar mientras combaten las injusticias laborales que les sobrevienen con los pocos medios políticos y materiales que poseen. Ademàs de esto encontraremos explicitada la diferencia de gènero, veremos como la mujer ha de lidiar con un conjunto específico de dominaciones por ser un sujeto femenino, y al igual que en la realidad "eso es todo""asúmelo". Es un relato que hace llorar, pero con mayor fuerza consigue esperanzar a una clase obrera que es atacada por todos los frentes, día y noche, sin descanso, por el simple hecho de no haber nacido en un lugar privilegiado.

Los trabajadores mueven el mundo, lo habilitan para que sea el lugar de todas las clases pero la barbarie se ha apoderado del destino de toda la humanidad a travès de una burguesía con tantos lacayos intermedios (e intermediarios) que ya no sabemos ni que rostro tienen. Ese es el mensaje que podríamos llevarnos con nosotros despuès de verla, el abismal antagonismo entre un hombre leal y transparente y la oscuridad tenebrosa de un conjunto de dirigentes crueles y faltos de liderazgo que consiguen mantener un neoliberalismo salvaje sin atender sus consecuencias.

Por su riqueza en matices, su sencillez en diàlogos y acierto en escenas, esta obra se lleva el diez. Ojalà fuese vista por cada nueva generación y los que ya estamos dentro de la distopía.

Esta serie es un diez en realización, tanto de escenarios, como fotografía, uso de colores, vestuario, planos, interpretaciones, etc en ese sentido es perfecta. La mùsica està también muy bien integrada y la historia no defrauda. Quizás sea la temàtica algo menos original y las escenas de acción no sean resueltas de formas muy novedosas pero compensa con los giros de rol y las conexiones de los personajes. Así como la presentación de èstos, pues se termina empatizando con los protagonistas aunque entre ellos exista un espectro nutrido y distante de caràcteres y de narrativas personales.

Hubiese agradecido que el guión estuviese menos condensado y no ofreciesen tanta información en tan poco tiempo, como recurso efectista està bien, pero abusan de èl, cuando ya estaría del todo conseguido a travès de las panoràmicas y comportamientos èpicos de sus hèroes y antihèroes. Porque si el proyecto Utopía se caracteriza primordialmente por algo es por naturalizar lo políticamente incorrecto y convertir el debate político en ficción. Capaz de construìr un universo donde la moral se ve deformada, voluble o en el cuàl preguntarnos cuànto de soportable, cuànto de sostenible tiene el poder en manos de alguien que sufre de soledad moral puede ser decisivo. Lo que nos enseña este trabajo sobre el fascismo esta bien pero queda bastante abierto saber si la influencia foulcatiana es la principal que mueve la obra o el eje lo es màs el planteamiento filosófico en sì mismo(conseguir trasladarlo al espectador). Esperemos que alguna vez se graben el resto de temporadas, y de esa forma poder cerrar mejor nuestras impresiones.

Muy recomendable.

La música y todo lo relativo a producción técnica de la película son buenos pero lo concerniente a guión y trama queda entre la vergüenza ajena y el disparate.
Las bromas en un ambiente de terror psicológico son tan superficiales como los personajes y sus absurdos comportamientos. El poco simbolismo que pudiese ofrecer algún tipo de giro, se pierde en la maraña de planos supermacros y escenas de sexo ortopédicas e injustificadas.
Otra obra de nivel videoblogger para la saca. Si vas a verla, que sea por la magnífica actuación de Barry Keoghan y no por el morbo que incitan este tipo de films superpoperos.