La Guerra Civil, el franquismo las dos Españas. Otra vez. Como una enfermiza obsesión que parece perseguir a todos los autores españoles y que aparece inexorablemente en algún momento de su filmografía. ¿Y si lo dejan de una vez? Nací en democracia y quizás es por eso que no puedo entenderlo. O acaso es que debo dejar que me empapen de odio una y otra vez, para que me quede bien claro el horror que supusieron la guerra y la dictadura y la sociedad que alimentaron.
¿Podemos dejarlo estar apenas un rato?
No pido pan y circo, pero tampoco alimentar al monstruo.

Sí, hoy día 17 de julio, como todo el mundo sabe, San Fermín, he visto esta espantosa película.

Tom Cruise y Cameron Díaz hacen una pareja chirriante.

Cruise resulta tan hiératico y prepotente que espanta.

Díaz tan ingenuamente pizpireta que empalaga.

Y Jordi Mollá cae en el bochorno anunciando el esperpéntico San Fermín Sevillano en su interpretación de un traficante de armas español de "reputación" internacional.

Juas, juas...

¿Keaton o Tosar? ¿Quién es hijo de peor madre? Si la película de los 90, "De repente un extraño" metía a un inquilino sociópata a convivir con una joven pareja en su casa recién comprada, Balagueró mete a un portero, Luis Tosar, en la vida de una ingenua arquitecta, Marta Etura, para destrozarle la vida. Las dos comparten el mismo perfil de malvado: perversión, crueldad, sadismo, un retorcido sentido del humor y el placer de disfrutar con el dolor ajeno.

La visión de Balagueró es, sin embargo, más exagerada (por mucho que se diga que hay contención), y por momentos roza lo inverosímil. Ese es su peor defecto.

Los aciertos: el ritmo cadencioso pero perseverante y sin artificios para embobar al espectador, la sólida actuación de Tosar; y, el mejor de todos, el punto de vista escogido, metiéndonos en la mente del criminal.

Una cinta británica muy reciente, "La víctima perfecta", protagonizada por Hilary Swank, trataba el mismo tema con peor fortuna. Mejor quitarse complejos, ¿no?

La comedia funciona, la película no. La sonrisa mellada de Vanessa Paradis no es seductora, sus gustos de quinceañera tampoco. ¿Dirty dancing? Buff, no, no y no. Los personajes tienden a la caricatura, y a ratos son solo eso. EL protagonista se salva... y poco más.

Por si fuera poco, la película podría (y debería) haberse acabado en los primeros 20minutos, cuando Paradis les paga los 50.000 que necesitan simplemente por marcharse. ¿Por qué seguir tratando de seducirla, contraviniendo sus propias reglas del negocio, cuando ya tienen el dinero que necesitan en la mano?

NO funciona. Definitivamente no.

"The fighter" podría haber sido una película sencillamente del montón o, en el peor de los casos, una tv-movie hueca, pero no lo es. Y esto sucede porque Bale crea un personaje perfectamente humano, donde cada tic y cada gesto nos remite a lo que la persona que encarna es: un ex adicto al crack, un boxeador cuya carrera se ha truncado, un hombre víctima de una madre manipuladora. Daniel Day-Lewis, ese buceador de estados del alma, se aparece en las maneras de Bale a cada paso del metraje, como si este fuera un alumno bien dispuesto a las enseñanzas de su maestro. Si Bale no tiene Lewis entre sus actores de cabecera entonces es que sencillamente se ha reencarnado en él.

El resultado de su actuación es fantástico.

Melissa Leo hace el resto, y llena con su papel de madre controladora y algo chiflada los huecos que deja Bale. No les secundan como deberían Wahlberg y Amy Adams, que cumplen sin sobresalir, y el primero amenaza a ratos con hundir a quienes le acompañan en sus secuencias.

El guión cumple, sin más, y la dirección es tan correcta que sus dos horas parecen hora y media, aunque no hay verdadera tensión, y el gran final no emociona. Como en un buen documental el éxito reside en lo que cuenta.