Fantástica mezcla de géneros (serie B, mamporros, ciencia-ficción, comedia absurda) ambientada en un espectacular futuro distópico el cual, dado que los personajes visten harapos, se intuye post-apocalíptico y chungo, chungo.

Van Damme, en una estremecedora cruzada contra la interpretación, protagoniza este épico relato de lucha entre el bien y el mal, salpicado de inolvidables flashbacks que se repiten una y otra vez, primeros planos de sus bíceps y monólogos de berridos que quedarán ineludiblemente grabados en la retina (y los tímpanos) del espectador.

Una obra maestra de la exageración y el absurdo, en la que nuestros heroicos protagonistas, imbuidos por la fuerza del deber y la virtud, serán capaces de recorrer medio país en cuestión de horas y llegar a su destino poco después que los villanos, que para más inri, viajaban en barco. Porque nada es imposible cuando se trata de Van Damme.

Puro néctar.

Un "todo vale" humorístico cuya principal arma es la abrumadora profusión de gags, sin que la mayoría de ellos sean especialmente ingeniosos ni novedosos, sino más bien remedos malintencionados de lo ya visto en Los Simpsons, o espasmódicos retazos de humor absurdo que, al menos, juegan con el factor sorpresa a su favor.

No es más ácida que los Simpsons pues, mientras que aquélla basaba su carga de crítica social en sutilezas, ésta lo hace desde la constante y descarada búsqueda de lo políticamente incorrecto, regodeándose en lo ofensivo para sorprender a espectadores impresionables o que, simplemente, no supieron ver en otras series las mismas críticas tratadas desde un prisma menos descarnado e hiriente.