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España España · Barcelona
Críticas de Nuar
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
2
4 de septiembre de 2011
43 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
España -charanga y pandereta- es un país obstinado en esquilmar a sus genios. Y los ha tenido: Lorca, Buñuel, Goya, Velázquez, Ochoa, etcétera. Como se ve, no incluyo a Pedro Almodóvar. Reconozco que no me cae demasiado bien, que tengo prejuicios temáticos, lo veo pedante e impostado, artificial, con aires de suficiencia, pero mi avanzada y preocupante esquizofrenia todavía no me ciega lo suficiente para reconocer su grandísimo talento como director. También su proteica capacidad para promocionarse en cada film (qué guay es Pedro, con eso de film), ofreciendo lentamente la publicidad oportuna en cada momento. Tanto es así que, cinéfilo o no, resulta imposible desconocer que el genio de la Mancha tiene película recién salida del horno en las multisalas. Procuro, además, estar informado de su obra, verla, meditarla. ¿Cómo se puede desdeñar obra tan trascendente, emblemática, hipercuidada, provocativa, innovadora, genialoide?

“La piel que habito”, dejando de lado el argumento grotesco, tiene un problema -y es de lo que quiero hablar-, repetido durante varios años por el cineasta: el guión. Innecesariamente rebuscados, pseudocatárticos, bastante bochornosos, psicopáticos como el último. Almodóvar pesquisa en cada plano una firma artística, un modo que le ciega y pierde la panorámica de su obra. Cae, como caen los barrocos, en la vanidad.

Almodóvar lleva años -hombrecitos de oro inclusive-, con el paréntesis de “Volver”, perpetrando el guión del alipori. (Obvio “Volver” porque, a pesar de momentos indignos para un director de su talla -esa escena amarilla en que Agustina revela su enfermedad, por lo cutre; y la archifamosa escena de Pe Cruz haciéndole playback a Estrella Morente, por lo cursi-, habla con emoción y claridad, transmite.) Ojalá alguien, reconocido internacionalmente, claro, le escriba los guiones, como a Amenábar. Almodóvar apenas crea ya esperanzas cinematográficas y, si observamos su reciente trayectoria, menos. No comprendo como, teniendo premios a punta de pala, no se tranquiliza, habla de lo que sabe hablar, entierra su aire fatuo hollywoodiense y deja de hacer mariconadas pretenciosas. Creo, y me aventuro mucho, que sabe que está haciendo el ridículo, que no convence, pero Mr. Hyde le obliga a ser manierista y epidérmico, plasta. Con lo bueno que sería, ya maduro, el Dr. Jekyll…

No he hablado, vaya, de “La piel que habito”. Bueno, seré breve: una de las mejores comedias españoles jamás realizada.
Nuar
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6
6 de septiembre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cito de memoria las películas de Malick: el corto «Lanton Mills», «Malas tierras» , «Días del cielo», «La delgada línea roja», «El nuevo mundo», «El árbol de la vida» y un par más de proyectos sin fecha que leí en una revista. Cinco películas estrenadas en más de ocho lustros. Esto sólo puedo significar dos cosas, o más. La primera: Terrence Malick no logra financiación y debe picar a las lujosas puertas de fatuos productores mendigando dólares para colocar en los multisalas el título de su criatura. La segunda: Malick es un autor –elevemos esta expresión a la enésima potencia– que medita incansablemente sus fotogramas, que se niega a entregar un producto con supuestos costurones, que disecciona las líneas y entrelineas de todos sus guiones con la obsesión del profesor de Literatura maniático, que entiende el cine como un espectáculo panteísta en que los elementos deben confluir en un orbe lírico ineludible, que jamás se debe abandonar al albur esa ciencia llamada cine. Sabiéndomelo de memoria, me convence más la segunda opción.

Terrence Malick, como Polanski, Woody Allen, Eastwood, Scorsese, gente así, viejos rockeros, suponen una suerte de oasis, un lujo para la esclerótica, el tímpano, la dermis, en tediosas carteleras ahítas de productos olvidables y de fast food cinematográfico, por lo menos se verá algo que no está dirigido exclusivamente a cambiar la marca del caviar por una todavía mejor, si la hubiera. Un señor que se empeña en crear personajes que dejen poso, sacarse de la manga imágenes bellísimas, aromas sublimados, crear arte, en definitiva, es algo de agradecer, le salga mejor o peor. Y si recordamos quienes han trabajado para Malick –¡qué duro debe ser con un pavo que encarna la máxima baudelariana de ser sublime sin interrupción, de lidiar con sus obsesiones, filias y fobias!– vemos nombres como Martin Sheen, Richard Gere, Sean Penn, Colin Farrell, Brad Pitt; o sea, tipos colocados en la cúspide de la industria, con cuentas bancarias jugosas, que acceden a trabajar con el creador para dar lustre a su currículum, crearse historia y mito, que no tendrían por qué soportar las veleidades de un lisérgico.

SIGO EN SPOILER SIN REVELAR NADA.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nuar
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10
4 de septiembre de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Cadena perpetua" es de 1994. Yo, entonces, tenía tres años y todavía no amaba el cine. Diecisiete años después ya lo amo y, en parte, gracias a esta película. Nobleza obliga citar a otros artífices, claro: Ford, Wilder, Allen, gente así. Uno de los mayores placeres que podrían brindarme los dioses paganos sería un reestreno –quizá en los modélicos Verdi– en una sala de cine, oscura, íntima de esta absoluta maravilla. Lamento lo lacrimógeno, lo tendenciosamente subjetivo que puedo resultar, lo tópico pero, “Cadena perpetua”, son los escenarios de mi adolescencia. Yo viví la cárcel y la redención con esa película como viví la posguerra en el poema de Alberti dedicado a Niebla.

El suicidio de Brooks, el juicio inminente del alcaide, la gélida cerveza de los reos, el latrocinio de Tim Robbins en la trena, la mirada de Freeman, la cabellera de Gilda, los lustrosos zapatos, los siete campos de fútbol con olor a mierda... Todo impagable, visceral, tierno, hondo. Una película sincera, sin aspavientos, pura. Guión excelente, actores geniales. Aroma indeleble. Lección cinematográfica.

Con películas así uno se percata de que no hace falta hilvanar soporíferos guiones con mil giros argumentales grotescos y plúmbeos, ni ser sublime –como dijera el maldito Baudelaire– todo el tiempo, ni tener sempiterna vocación artística en cada plano, ni ser trascendente siempre. Con amar la historia y el vehículo para contarla basta. Y el respeto al público. Argumento lineal, entendible, asequible a todos los paladares –el de críticos pretenciosos y de pastorcicos con boina como yo–,logra un nudo en las entrañas y una sensación de paz perdurable. Obra maestra. Quizá los mejores minutos de la historia del cine. Descubro el teclado con algunas lágrimas.
Nuar
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4
4 de septiembre de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cabeza y corazón. Mi corazón quería ver la película y divertirse. Mi cabeza me decía que el director y guionista era J.J. Abrams, el de Star Trek y Misión Imposible. ¿Quién tenía razón? Lamentablemente, la cabeza.

Pastiche lentorro, soporífero, simplón y previsible. Rodada desmesuradamente (entiéndase la escena del tren), con un aura infantil que no despierta ternura...Será que soy de los 90 y no pillo el punto nostálgico, pero me resultó muy floja.

Tiene una cosa buena, la canción My Sharona de The Knack. Y es del 79. Entonces, si la canción me gusta y la ochentera película no, ¿qué sucede? Super 8 es un bodrio.
Nuar
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