...como dirían allá en la Argentina. Una película noble, tierna, agradable, que te atrapa desde el primer momento y cuando llega el final sientes que se haya acabado. El director muestra gran sabiduría artística y talento emocional. Nos demuestra que con pequeñas historias se pueden hacer grandes películas sin tener que recurrir a sofisticados argumentos ni retorcidos estilismos. Muy recomendable; y también a destacar la guitarra de Carlos Paredes.

Recomiendo intensamente esta película, así como la otra que he visto de su directora (el Perro Mongol), por ser de una belleza magistral. Para todos aquellos que están hartos de efectos especiales y superproducciones americanas. Afortunadamente hay directores que nos obsequian estas sencillas joyas para recreación de nuestros sentidos y educación de nuestros sentimientos. Las dos películas son tipo documental pero están tan bien logradas que mantienen perfectamente el interés a pesar del suave discurrir de las preciosas imágenes.

Después de ver críticas muy convincentes me animé a alquilar la peli en Filmafinity, siempre buscando cositas especiales. Pero, hete aquí que las cositas especiales a veces son también un muermo. Y así ha ocurrido y así hay que contarlo. Demasiado metraje y poco entusiasmo.. Si, ya se que los personajes son lo que son, pero incluso los documentales tienen corazón. Y este Toni Erdmann no me conmueve nada, y a su hija quizá al final un poco, sólo porque es su padre y ella está muy perdida.Una bonita idea con una muy prosaica resolución.

Mi enhorabuena a Fernando Colomo por su saber hacer en esta emotiva comedia. La ambientación es estupenda, la banda sonora muy buena, los actores encajan bien y el tema tan tópico estos días sobre la convivencia entre culturas queda aquí bien dibujado con notas agridulces que sin salir del tono amable y divertido de la película tampoco caen en la vulgaridad propia de otros filmes actuales. Si te gustó Bajarse al Moro, también disfrutarás con estos personajes, ya que andan en la misma línea.
Mi adhesión total para este tipo de cine, que nos regala con frescura un dibujo nada dramático pero bastante inteligente sobre nuestra sociedad española del siglo XXI.
La recomiendo y ando buscando la banda sonora que me ha encantado y creo que a todos los aficionados a la música étnica o folk.

Esta película es un regalo para los sentidos y los sentimientos, al igual que la otra que he visto de su directora (La Historia del Camello que llora). Con una magistral fotografía y una preciosista técnica documental nos transporta a las duras tierras de los mongoles donde nos sumergimos de lleno en sus emociones cotidianas y aprendemos lecciones que están fuera de cualquier tiempo y de cualquier lugar. Para disfrute de todos aquellos que busquen un cine bello y emotivo sin aspavientos.